Descripción de la Exposición
Conjuros y Cartografías
Alejandro Burgos Bernal
1. En su monumental investigación Historia doble de la Costa, Orlando Fals Borda recoge las siguientes palabras de Don Cristóbal Serpa:
Mi conocimiento es más sobre yerbas y lo que más puedo es contra las culebras. Este arte me lo enseñó un indio en las selvas de Barranca, mostrándome las matas y diciéndome para qué servía cada una. Fui apuntando todo en un cuaderno que aún conservo y al que llamo El mapa. Hasta ahora no se me ha muerto ninguno de los que me han traído mordidos de culebra. Pero también sé curar por conjuros y poniendo la mano sobre la cabeza de los pacientes, especialmente niños con mal de ojo. ¡Si viera cómo sudan cuando los toco! (pág. 35A).
Aprehendemos, así, que las virtudes de las plantas, los conjuros curativos, el conocimiento y los valores culturales originados por las cosas constituyen un territorio específico que puede ser cartografiado.
El mapa de Don Cristóbal Serpa contiene su actual conocimiento sobre yerbas, el origen y transmisión de ese conocimiento y la efectiva práctica del mismo. El cuaderno de Don Cristobal Serpa contiene —qué duda cabe— la manera en que el tiempo se ha ido transformando en un territorio; una suerte de cartografía de la memoria. La manera, entonces, por medio de la cual una memoria familiar (“este arte me lo enseñó un indio en las selvas de Barranca…”) deviene memoria territorial (“mostrándome las matas y diciéndome para qué servía cada una…”) y, allí, así, historia, conjuros curativos, sentido del tiempo.
El cuaderno de Don Cristobal Serpa bien hubiese podido llamarse El siglo, como el definitivo poema de Osip Mandelstam; la manera en que el tiempo se ha ido transformando en un territorio, una suerte, mejor dicho, de cartografía de la memoria:
Hasta que la criatura vive
debe llevar las propias vértebras,
las olas bromean
con la invisible columna vertebral.
Como tierno, infantil cartílago
es el siglo recién nacido de la tierra.
2. Bien vista, la Casa Museo Jorge Eliécer Gaitán habría de ser, como las selvas de Barranca para Don Cristobal Serpa, un territorio por cartografiar. En el sentido que las cosas que fueron de Jorge Eliécer Gaitán y de su familia se disponen como gérmenes de una experiencia histórica que busca su horizonte crítico, su memorabilidad, más allá de su obvia ocasión sentimental y anacrónica.
Las cosas que enmarcan el ámbito familiar de Jorge Eliécer Gaitán, como las matas en las selvas de Barranca, constituyen un territorio específico que puede o, mejor, que pide ser cartografiado: que esos objetos no hayan llegado a las manos del heredero al que habían sido destinadas implica no solo la violencia que desvió ese destino (la violencia que desvía un destino vocacional, familiar, cultural, político) sino también la extrema necesidad de generar imágenes para un conocimiento histórico en medio del extravío.
La manera, entonces, por medio de la cual una memoria familiar deviene memoria territorial y, allí, así, historia, conjuros curativos, sentido del tiempo. La manera del cuaderno de Don Cristobal Serpa para un siglo recién nacido de la tierra.
La exposición El mapa. El siglo despliega en los espacios de la Casa Museo Jorge Eliécer Gaitán seis instalaciones artísticas que, como el cuaderno de Don Cristobal Serpa, pretenden mostrar la manera en que el tiempo se ha ido transformando en un territorio; una suerte, mejor dicho, de cartografía de nuestra —común— memoria.
Artistas participantes
Sandra Castro Santos, Leonardo Parra Puentes, Carolina López Jiménez, Lidi Lorena Buitrago, Alirio Cruz y Colectivo Buffet Artístico “Los serios” (Kanek Gutiérrez Vásquez, Fernando Domínguez y Esteban Gil Reyes).
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España