Descripción de la Exposición
Teatrillos con luz y movimiento, lienzos textiles que llevan al visitante al laberinto del tiempo, objetos inanimados que se convierten en seres mitológicos y los personajes de “La Niña Salvaje” y “El Verdugo A” que nos dicen en secreto cómo afrontar el estado de la nostalgia. En la obra de Aitana hay estaciones temperamentales, hay árboles que lloran resina, que nos incitan a anidar nuestros duelos en sus ramas protectoras, para luego vivenciar un momento de deshoje que nos obliga a bajar, y así abrazar sus raíces para aferrarnos nuevamente al ciclo orgánico de la vida.
Con sus cuadros el espectador necesita dejar empaparse por el juego, lo ritual y la representación de lo “naif-macabro” con el fin de resurgir desde un estado que se abre y cierra entre la sonrisa dulce y el vacío de la pérdida. Se borda, se pinta, se dibuja y se teje para recordar. Las obras, gran parte de ellas textiles, son un texto-documento, y cada puntada es una sutura de heridas reconocidas o nuevas e invisibles que el visitante descubre en su paseo con la mirada cabalgando por las paredes.