Descripción de la Exposición
El Hortelano, José Alfonso Morera Ortiz (Valencia 1954- Madrid 2016), está considerado como uno de los más importantes y prestigiosos pintores españoles de su generación. Autor de una extensa y variada obra de pintura, portadas de libros y discos, ilustraciones y obras gráficas, ha realizado exposiciones en todo el mundo y sus cuadros cuelgan en diferentes museos, fundaciones y colecciones particulares.
Fue premiado por el Ministerio de Cultura con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en el año 2009.
A los diez años una hepatitis agravada por unas fiebres de malta le obliga a guardar cama durante más de un año, tiempo en el que le surgió la afición por la pintura. Empezó a dibujar y a firmar sus composiciones con un seudónimo que mantuvo durante toda su vida: El Hortelano.
En la década de los setenta fue protagonista y pionero de la Movida Madrileña.
Al trasladarse a Madrid (1971) para cumplir con el servicio militar contactó con el también pintor Ceesepe y el fotógrafo Alberto García Alix, que tenían un puesto de tebeos «Cascorro Factory» en el Rastro, entabló con ellos una entrañable amistad y comenzaron a colaborar en muchos proyectos.
El siguiente encuentro fue con la artista, pintora y fotógrafa Ouka Leele, que se unió al grupo, que fue creciendo con artistas tan importantes como Pedro Almodóvar, Alaska, Carlos Berlanga, Montxo Algora…
Tenían en el Rastro su centro de reunión, especialmente en los bares La Bobia, El Pentagrama, La Vía Láctea o el Sol.
Meses después El Hortelano y Ceesepe alquilan un piso en el Paseo Imperial, junto a la Puerta de Toledo, que se convierte en el epicentro de la «Movida Madrileña».
En 1972 El Hortelano empieza a participar en exposiciones colectivas y a publicar en revistas alternativas del momento como Star, Ajoblanco, El Viejo Topo…
El artista con su hermano Fernando y Ouka Leele se trasladan en 1978 a Barcelona a vivir en una torre de Montjuich y frecuentan amigos artistas de esa ciudad: Mariscal, Miquel Barceló o Broto. En esta época produce intensamente cuadros, dibujos, ilustraciones para revistas, diseños de telas y otras creaciones.
En 1980, El Hortelano hizo su primera exposición individual, con el título de “Moda”, donde muestra dibujos y algunos lienzos. Eran variaciones fantásticas sobre el vestido y complicados personajes con formas corporales de televisores, teléfonos, enchufes, bombillas, hélices, relojes y letras. La presentó en la galería Rene Metrás en Barcelona. Acudió a la inauguración en una ambulancia, tumbado en una camilla y con una lubina fresca como corbata.
Las imágenes grabadas de este montaje pasaron a formar parte de un vídeo artístico titulado “Koloroa” donde EL Hortelano y Ouka Leele hacen de locutores en unos imaginarios informativos.
En 1987 le conceden la beca de Artes Plásticas del Comité Conjunto Hispano Norteamericano para residir y trabajar en Nueva York, donde permaneció casi tres años.
De este tiempo es de donde se ha seleccionado una parte de los cuadros componentes de esta muestra. La otra corresponde a la serie Humano, que también empieza a revolotear en su cabeza esos días.
Semanas antes de viajar a Estados Unidos escribe: “Hoy he tomado un café antes de subir al estudio. En el portal de la calle siempre hay un trajín de gente increíble; creo que es por una academia de oposiciones a algo… Llevo todo el día pensando en cositas pequeñas, como gajos de naranja, uñas, posiciones de dedos, insectos y gotas de rocío o de polen. Quiero hacer grandes cuadros con estos temas del mundo diminuto. Por la calle me doy cuenta de que tengo un trabajo bastante raro. Todos los días intento filtrar la realidad hasta llegar a una extraña mezcla de pintura mas ideas, mas qué ideas, mas cómo pintarlas. Es un asunto de locos, precioso como un diamante en bruto de las minas de Transvaal (Sudáfrica).
Mientras estoy en el bar me fijo en las huellas dactilares de una chica que está a mi lado. Parecen cielos de tormenta o esas líneas que hay en los mapas para marcar la profundidad de los océanos. Sí, podría hacer un cuadro sobre huellas dactilares, pero todavía tengo que acabar los dibujos que tengo a medias.” “Los Sentidos” El Hortelano, invierno de 1986
Ya en Nueva York deja escrito: ”Nueva York, la máquina en celo, circo neurótico, señales de humo, comprar cervezas en el Delhi a las tres de la mañana, los miércoles del Apollo en Harlem, cabinas con pollos vivos en Mott St. (China Town), que se ponen a bailar por un dólar de alpiste, las razas hirviendo en las calles, el río de la vida, el flujo planetario, sirenas de policía…
… En la televisión todo el mundo habla mucho. El cielo y el infierno iluminan mi habitación. Pinto a todas horas. Algunos días solo pienso y observo a la gente en la calle, sus gestos, imagino sus vidas…
El mayor milagro del universo es un ser humano, la vista, los cinco dedos de una mano, los glóbulos rojos corriendo por la sangre, lo que siente al mirar un cuadro.
Imagino una cuerda de guitarra muy, muy larga, entre esa estrella y yo. La sujeto con fuerza entre mis dientes de manera que queda tensada al máximo y la hago sonar cuando quiero, paseando por el Soho, o desde el ferry de Long Island. Beta Pictoris, Beta Pictoris…” “144. Chambers St. New York” El Hortelano, 1987
La exposición que se presenta en la galería “My name’s Lolita Art” de Madrid está compuesta por:
- Algunas muestras de la obra que realizó inmediatamente antes de partir a Nueva York de la serie “El perdón de los pecados” (1987), que son “Bodegón para almas en celo”, “Bodegón para cuando occidente sonríe”, “Cartas de amor” y “El puro y agudo calor”. Sobre esta serie escribió Francisco Calvo Serraller:
NARANJA ARDIENTE
Una exposición en rojos y amarillos es, qué duda cabe, una exposición ardiente. Las explosiones tienen color naranja, como los últimos resplandores de una puesta de sol. Esta exposición de El Hortelano es, a la vez, explosiva y crepuscular, una llamarada espectacular antes de caer en un reino de sombras.
Una exposición ardiente como un estallido emocional. El Hortelano, que admira, sobre todo a Van Gogh, hace vibrar el universo entero con el desahogo de sus emociones. No solo el cielo y la tierra irradian efectivamente la lava sentimental que EL Hortelano expende a borbotones, sino que también cosas o insectos son sacudidos por el mismo terremoto visceral…
- Cuatro de los cuadros que pintó en Nueva York: “Amuleto”, “La escuela interior, los palacios y los chistes”, “Por donde pasaba el aire perfumaba” y “Tabula rasa”.
VERDE BRILLANTE
De esta serie pintada en Estados Unidos podemos decir que representa una de las épocas más creativas del artista. En esa gran ciudad su espíritu se ve libre de las ataduras que conformaban su quehacer en Madrid, blindado por el corsé que su trayectoria le imponía sin saberlo y por su mismo espíritu inquieto buscando la luz y el por qué en todas sus actuaciones y se abre al cosmopolitismo, a la humanidad, al todo. El verde es el color que predomina en sus maravillosos cuadros, un verde brillante, apabullante, que conforma paisajes y figuras que se alejan esos días del figurativismo y se apróximan al surrealismo. Composiciones que iluminan la mente, alegran la vista y escenifican y comprimen el arte en un mundo irreconocible e inquietante pero bello.
- Y diez cuadros de la serie “Humano” que son pinturas sobre la mancha de la huella que conocidos y amigos se prestaban a estampar sobre lienzos en blanco que luego El Hortelano completaba: “Vuelo nocturno”, “Viaje a Japón”, “El viaje”, “Bagdad”, “Madre luna”, “Lycaena Arión”, “Lycaena Icarus”, “Parage megaera”, “El pájaro en mi rama” y “Hola”.
ALGO DE ROMANTICISMO
Es importante resaltar que la serie que cuenta con más de cien obras es una muestra de lo que acontecía en la vida del artista a través del tiempo.
El mismo explicaba cómo cada mano le producía un sentimiento diferente y que se dividían en las más confrontadas emociones: amor, odio, frío, calor, luz, oscuridad, líquido, sólido, grande, pequeño…
Un recorrido por los sentimientos y vivencias de El Hortelano lleno de luz y color.