Descripción de la Exposición Utilizo la misma mirada de pintor, con una similar disposición pero con otra motivación y vestimenta. El dejarse ver me hace seguir adelante sintiendo la proximidad del lugar. Se que mi poética es otra que como ésta comienza con la soledad frente a la nada, comienza sin saber lo que es importante y comienza con todo lo que está próximo y en el lugar de trabajo: las conversaciones en el bar, las recientes noticias políticas, los momentos de color moreno, parece que va a comenzar a llover y es la luz del invierno, Luis esta cantando “la tarde se pone su túnica roja bordada en sangre con hilos de sombra”. Para combatir esta situación, para traicionar este devaneo con los detalles de interminables mundos trato de ordenar y balizar un centro. Cojo un lápiz para dibujar lo que escribo.
Me sitúo en el centro del lugar desde donde puedo observar con cuidado los que saldrán con motivo de la exposición en la galería Siboney. Los cuadros recostados sobre la pared muestran los caminos de intenciones que he tomado y por los que seguiré caminando. Y ahora, con las manos sin pintura, puedo enumerar una serie de intenciones desordenadas que percibo:
Cómo la luz que me sirvió para ver y aislar los objetos elegidos, ahora en el ejercicio de la representación, la utilizo para ocultar su apariencia y darles un lugar distinto.
Cómo la sombra que velaba el motivo de mi atención unas veces nos ayuda, otras nos impide propalar esta segunda apariencia poniéndonos en unos juegos de ida y vuelta, de lo que es a lo que creemos que es, de lo que sabemos a lo que vemos.
De hasta donde la importancia en la elección del lugar para contemplar. Aquí, solamente con el alma de la materia es suficiente para Saber, aunque se pueda pensar que esta elección es solo una argucia para obligarnos a imaginar todo lo que falta.
Una pintura y un espejo, una pintura y una ventana, un pintura y otra pintura. Cuantos brillos que no pertenecen a nada ni a nadie. Aún no se si forman parte de la pintura pues siempre son distintos, lo único que permanece es lo pintado; también permanece el reflejo mudando la imagen cada vez que me muevo, el detalle y lo diverso, el instante y el tiempo que transcurre.
Sigo colocando los objetos en el espacio empleando como medio la representación de la profundidad, y donde no hay espacio representado, la profundidad que me da el reflejo, me indica el espacio donde surge la imagen pintada.
Dos cuadros sin asunto se convierten en una pintura cuyo tema son dos cuadros sin nada. El objeto representado se convierte en el soporte de su representación, el proceso de creación se vuelve implosivo queriéndome dejar sin tema.
Hasta donde puedo llegar en la representación de la realidad y hasta donde puedo llegar sin perderme en la representación del detalle. Cuando llego al detalle me da vértigo, me aproxima demasiado a lo único a lo que puede parecer una verdad.
Esto parece un objeto metálico, me dijo Lluna. Hace tiempo que no me planteo cómo la dermografía de las superficies afecta a su representación, este asunto será interesante y arriesgado.
Esta pintura solo habla del presente. La representación de los instantes parece no consultar con el pasado y el futuro.
En estas, el espacio que rodea los fragmentos es un paso corto que nos enlaza con el siguiente para completar la forma que ya conocíamos en los rojos.
Si son estas pinturas las que atrapan mi atención, ¿por qué no las pinto de nuevo y, una vez pintadas, al lado de las anteriores volverlas a pintar? Una razón sería el aburrimiento, la monotonía del principio; la otra, la eternidad.
Algunas obras me hablan de secretos de otros secretos. Cuando esto ocurre se que puedo abordar este asunto una y otra vez. A veces pienso que este podría ser mi único asunto y a pesar de ello, el trabajo se torna cada vez mas disperso y al mismo tiempo, estos trabajos cada vez más concretos.
Contemplo queriendo saber lo que a Daniel le está llamando la atención y como no lo he podido averiguar lo integro como el se ve: lejos y de espaldas. Esta pintura sí que la titulare San Lucas.
Otra pintura donde el cuadro se muestra expuesto en la pared sin tema. Este no lo tiene porque se lo ha prestado a otro que lo representa como una escultura colgada en la pared.
En medio de todos estos cuadros me pregunto a qué distancia tengo el pasado y el futuro. Antes de irme, sentado al lado del dibujo y del vaso que la mujer llevaba delicadamente en sus manos, puedo ver como la curva del flexo coincide con la curva de la paleta de pintor. Hemos perdido la sabiduría para interpretar los sucesos inesperados.
Valverde, Marzo de 2008