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El hilo de Penélope funciona como metáfora de mi concepción de la escultura contemporánea. Penélope teje un sudario de día para destejerlo de noche con la finalidad de modificar el tiempo de espera. De algún modo esta estrategia temporal a través de la reconstrucción de ese sudario resulta eficaz a su plan secreto, poder esperar pacientemente a su verdadero amor.

Desde mi concepción entiendo la escultura de hoy como un proceso dinámico, complejo y en continua transformación. Entran dentro de la definición de escultura las situaciones que se generan en torno a ella, a causa de ella y para ella, ofreciendo así una redefinición de la propia idea de escultura como categoría en el arte y su presencia como tal en la vida cotidiana. Me veo así en la necesidad de hacer una escultura integrada en la vida de cada día en lugar de esa prehistórica idea de Arte que todos nos empeñamos en aceptar erróneamente. De ahí mi persistencia por analizar los usos y costumbres de nuestros espacios cotidianos, de nuestros objetos, muebles y sobretodo de nuestra idea del tiempo.

El hilo de Penélope conecta estrategias de construcción del arte contemporáneo con estrategias de gestión de los espacios cotidianos, precisamente porque en esencia son lo mismo. El proyecto expositivo funciona como una situación provisional y cada pieza que compone el espacio total de la sala no son más que vistas parciales de ese todo. Encontraremos piezas construidas, deconstruidas e incluso almacenadas funcionando como memoria de esta situación provisional. Por causa de esto considero pertinente definir la escultura como situaciones de emergencia que funcionan bajo la lógica de un despliegue o desmontaje, de un proceso de documentación, de un almacenaje y en ocasiones de un abandono muchas veces momentáneo.