Descripción de la Exposición
'El Greco. La mirada de Rusiñol' propone una visión renovadora de la figura de Doménikos Theotokópulos (Candía, Creta, 1541 - Toledo, 1614). Explica el descubrimiento y la fascinación de Santiago Rusiñol (1861- 1931) por el artista cretense, la aportación del artista catalán al proceso de revalorización de El Greco que se produjo a finales del siglo XIX y la influencia que este ejerció en la trayectoria de Rusiñol. A finales del siglo XIX, El Greco no formaba parte del canon del arte español del Siglo de Oro. Santiago Rusiñol propuso a El Greco como paradigma de modernidad y como estandarte de su nuevo credo artístico. Reivindicó sus valores subjetivos y espirituales, así como la fuerza expresiva de sus obras más originales. Fue el emblema de su visión renovadora, compartida por Zuloaga y por escritores como Azorín y Baroja. La exposición reúne 44 piezas, entre ellas una serie de obras de El Greco de museos y colecciones privadas. 'El Greco. La mirada de Rusiñol' se enmarca en la conmemoración del cuarto centenario de la muerte de El Greco y está organizada por la Obra Social "la Caixa", con la colaboración de la Fundación Francisco Godia.
Dentro de su programación cultural, la Obra Social "la Caixa" presta una atención preferente al modernismo, con espacios permanentes, como el dedicado a Hermen Anglada-Camarasa, y con exposiciones que establecen puntos de contacto entre estos y los artistas europeos del momento, como por ejemplo Auguste Rodin, Edvard Munch y Alfons Mucha. En los últimos años, la entidad ha organizado muestras que abordan este periodo desde la perspectiva de la historia cultural y ponen en contacto a creadores de distintas disciplinas, como La fiebre del oro. Escenas de la nueva burguesía y Japonismo. La fascinación por el arte japonés.
En la misma línea se enmarca esta exposición, que, tras su presentación en la Fundación Francisco Godia de Barcelona, llega ahora a CaixaForum Palma y viajará después a CaixaForum Zaragoza. Organizada en el marco de la conmemoración del cuarto centenario de la muerte del pintor, 'El Greco. La mirada de Rusiñol' pretende destacar tanto la influencia ideológica y estética de El Greco en el pintor, escritor y coleccionista Santiago Rusiñol (Barcelona, 1861 - Aranjuez, 1931), como la aportación de Rusiñol al proceso de revalorización del pintor cretense a finales de siglo.
El redescubrimiento de El Greco se produjo a partir de 1860 en un contexto de revisión del canon artístico, de transformación del ideal de belleza por el de libertad. Como líder del modernismo, Rusiñol propuso al cretense como paradigma del artista moderno y como estandarte de su nuevo credo artístico. El Greco fue la bandera de una propuesta de renovación estética que anunciaba el advenimiento del arte moderno.
'El Greco. La mirada de Rusiñol' es una exposición única, que conjuga la investigación con la oportunidad de contemplar en Palma un conjunto que incluye una decena de obras de El Greco -y su taller- procedentes del Museu Nacional d'Art de Catalunya, el Museo Nacional del Prado, el Museo del Greco (Toledo) y el Museo del Cau Ferrat (Sitges), así como de colecciones privadas. Estas obras maestras se combinan con obras modernistas y documentación y elementos para el estudio de la recepción e interpretación de la obra del pintor.
Junto a estas, encontramos una amplia selección de pinturas de Rusiñol, entre las que destacamos 'La medalla y Paroxismo del novicio', que reproducen una atmósfera espiritual. También se pueden contemplar obras de Laureà Barrau, Ramon Pichot, Ramon Casas, Francesc Labarta e Ignacio Zuloaga, que ayudan a revivir la pasión de Rusiñol por El Greco. La recuperación y revalorización de El Greco se presenta como una obra coral, donde intervienen artistas y escritores que dialogan con su obra, transfiriendo sus valores hacia la modernidad.
La exposición está organizada por la Obra Social "la Caixa", con la colaboración de la Fundación Francisco Godia. También ha colaborado en la misma el Consorcio del Patrimonio de Sitges, entidad que se encarga de preservar y difundir el legado del Cau Ferrat -que fue residencia de Santiago Rusiñol-, museo singular y uno de los principales núcleos del modernismo artístico y literario.
Vinyet Panyella, biógrafa de Santiago Rusiñol y directora del Consorcio del Patrimonio de Sitges, y la historiadora del arte Nadia Hernández, han sido las comisarias de la exposición, que también quiere poner de relieve la importancia de la aportación cultural del modernismo y la contribución del coleccionismo privado a la conservación y el estudio del patrimonio artístico.
ÁMBITOS DE LA EXPOSICIÓN
El Greco. Un paradigma de modernidad
La modernidad que Rusiñol identificó en El Greco es la idea subjetiva y espiritual que reside en su pintura más idiosincrática. No obstante, el mito de El Greco no se construyó únicamente a partir de su condición de precursor de los movimientos modernos, sino también como fundador de la escuela pictórica española. Artistas como Zuloaga y Rusiñol fueron quienes difundieron y consolidaron al cretense en este papel de precursor, defendiendo y divulgando su figura en un contexto de transformación estética que llegó incluso hasta Picasso.
Rusiñol, un embajador de El Greco
En 1893, Rusiñol estableció en Sitges el Cau Ferrat, su casa taller y la sede de su colección de arte antiguo y objetos de forja, a la que debe su nombre. El lugar constituyó un auténtico templo para su teoría del arte total, el arte entendido como una nueva religión, y convirtió a Sitges en la meca del modernismo, y a Rusiñol, en el sumo pontífice de este nuevo movimiento artístico y cultural. Santiago Rusiñol fue retratado por otros artistas como 'El caballero de la mano en el pecho', una superposición iconográfica que refleja su fascinación por El Greco y el reconocimiento de sus coetáneos de la imprescindible labor de difusión que Rusiñol llevó a cabo sobre la figura y la obra del cretense.
La pasión de Rusiñol por El Greco motivó la construcción del primer monumento dedicado al artista, una estatua de piedra realizada por el escultor Josep Reynés, financiada por suscripción popular e inaugurada en Sitges el 29 de agosto de 1898.
Rusiñol, coleccionista de El Greco
Ignacio Zuloaga transmitió a Santiago Rusiñol la pasión por El Greco y lo animó a adquirir dos telas atribuidas al cretense que él no podía comprar. Magdalena penitente y Las lágrimas de san Pedro eran propiedad del industrial Pau Bosch, y Rusiñol se las compró a principios de 1894 a través del pintor Laureà Barrau.
El propio Rusiñol lo explicaba en una de sus crónicas parisinas para La Vanguardia, «El Greco en casa», un emotivo relato ilustrado por Zuloaga con dibujos al carboncillo de esas obras. Al cabo de un año, las obras llegaron a Sitges coincidiendo con la Tercera Fiesta Modernista. Desde la estación de ferrocarril, las pinturas fueron trasladadas en procesión hasta el Cau Ferrat. Un conjunto de artistas llevaron los cuadros como estandartes, y detrás de ellos desfiló la intelectualidad modernista catalana, que se reunió en Sitges prácticamente sin ninguna ausencia. La revalorización de El Greco desde distintas vías propició el interés del coleccionismo, pero, sin duda, fue la adquisición de sus obras por parte de Santiago Rusiñol lo que proporcionó un nuevo referente a la burguesía catalana, que, con frecuencia, se fijaba en las colecciones de los artistas para crear las suyas. Lluís Plandiura, Santiago Espona y Francesc Cambó son algunos ejemplos de coleccionistas que adquirieron obras atribuidas a El Greco, lo que favoreció también la posibilidad de admirarlas hoy en día en instituciones públicas catalanas.
La influencia de El Greco
El misticismo de Rusiñol se tradujo en la exaltación de los valores espirituales, tanto desde el punto de vista plástico como desde el literario. El Greco reforzó la mirada espiritual de Santiago Rusiñol, que culminó en el ciclo de los místicos. Pero la influencia de El Greco en Rusiñol no tan solo se refleja en esta actitud espiritual, sino también, desde el punto de vista formal y cromático, en la expresión del sentimiento mediante la línea y el color. Desde 'Las lágrimas de san Pedro', El Greco transfirió a Rusiñol la gama cromática de los amarillos, que este último plasmó en una serie de cuadros pintados entre 1894 y 1896, como 'La medalla' y 'La morfina'. Los celajes forman parte también de esta influencia, que se aprecia en las nubes hechas jirones y en los nimbos espesos y oscuros característicos de los cielos sobrenaturales de El Greco.
La construcción de un mito
Ignacio Zuloaga transmitió y compartió con Santiago Rusiñol su pasión por El Greco durante su estancia en París. Ambos apreciaban la fuerza expresiva, la innovación y la modernidad de la pintura del cretense. Para Rusiñol, El Greco simbolizaba un deseo de modernidad. Para Zuloaga y la generación del 98, representaba la tradición que era necesario preservar para poder mirar hacia delante.
Formación. 08 may de 2025 - 17 may de 2025 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España