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'Ser original es volver al origen', afirma rotundo, el genio catalán Antoni Gaudí.

Con este axioma como guía emprendí un viaje que me ha conducido por la pintura metafísica de Giorgio De Chirico y a peregrinar ante el surrealismo de Magritte, Delvaux y Dalí, incluso ... a través del mundo del gran simbolista suizo Arnold Böcklin mientras frecuento a Vermeer, Tiziano y el Pop Art.

Tres años de intenso trabajo me unen a estas tierras catalanas y no es extraño entonces que el paisaje del Alt Empordà reclamara su lugar en mi obra. En algunos cuadros sirve de marco para historias mitológicas, en otros simplemente como telón de fondo para distintas escenas: Zeus en forma de cisne de juguete aparece frente a la bahía de Cadaqués y a Magritte se lo ve dialogando con un pintor de la antigüedad, flanqueado por grandes columnas de cartón, con Cala Nans de fondo.

En una escena intimista, un pintor 'plasma' un icono pop, en lo que sería un encuentro imposible de realidades inconexas. En otra obra vislumbramos detrás de una cena, que parece ser la 'última', a Cristo en la cruz. Entre los comensales, el pintor Rafael, de camisa y corbata y Paul Éluard, nos dan la pista de que debe tratarse de un asunto diferente.

Algunas telas las pueblan muchos personajes, otras están desiertas. En varias aparece el paisaje y en otras, frágiles construcciones de cartón o maderitas sirven de escenario.

Todas cuentan una historia donde el humor, el misterio o la ironía siempre están presentes.