Descripción de la Exposición Es uno de los objetos que aparecen representados en una de las telas, la mayor. Así pues, da nombre a esta pintura y a esta exposición.
Podría empezar diciendo que es muy difícil saber, cual es el objetivo de un textocatálogo para una exposición. Pero sería sólo una verdad a medias.
Alberto, director de esta galería, me ha consultado si habría alguno, para esta mi exposición. Había desestimado de manera definitiva, pedírselo a alguien, y casi también hacerlo yo mismo.
Pero para contrariar ese primer impulso, va aquí uno, para que sirva por lo menos como detalle de cortesía del anfitrión al visitante.
Lo habitual es que el texto de un catálogo intente algunas cosas. Una, por ejemplo, dejar expuesta la inteligencia del crítico o del comisario que lo escribe y que con su brillo, abrillanta al artista.
Esta es muy frecuente en los días que corren, muchísimo. Es también la forma por la que el artista recibe un nombre y su apellido. Sin él, sin ellos, no es y no será nada.
Otro de los objetivos de un texto es el de dejar constancia de la existencia de una exposición y de que esta no muera en el olvido, como ocurre algunas veces, muchas.
Otro, acompañando a estas dos, está el texto literario.
Si lo ha realizado el denominado crítico, que suele ser persona ducha en historia del arte, a veces, el texto tiene un carácter historicista, frecuentemente.
Se ubica la obra y al artista, en un lugar y en medio de unas cosas, y de esta manera se intenta dar una explicación de ese puntito, que eres, en medio de esa infinita línea que es la historia, y la historia del arte en concreto.
Si el escrito lo hace un artista, un literato, su texto hablará de sí mismo mucho, todo o casi todo y poco de tus pinturas.
Vaciarán tu despensa, quiero decir, tu exposición, a su favor, como si pintaras para adornar sus palabras.
Además, siempre encuentro entre esta gente de gran gusto literario, una gran incapacidad de saber mirar frontalmente una obra.
Creo, que el gusto literario, altera la emoción primaria y sentimental que ofrece una pintura. Para mis adentros suelo pensar: ¡Qué raros y qué manera más extraña de ver las cosas! ¡Y, sin embargo, me gusta la literatura!
Hay otra más. Se podría llamar “la manera bien-intencionada”. En ella entrarían de la mano, desde el humilde e incondicional amigo, hasta el catedrático de la facultad en la que estudiaste. Con esta manera, se trataría de conducir tu emoción y tu ojo para la mejor comprensión, de lo que para un pobre mortal, es casi incomprensible.
Son frecuentemente bien-intencionados, pero muchas veces, no soportan la veracidad de las cosas. Tienen tendencia a caer en lo enrevesado y trenzan en exceso lo filosófico con lo artístico.
¿Tiene alguna pretensión esta exposición?
Creo que a lo largo del pasado siglo, el XX, han abundado los artistas que podríamos denominar como “del yo, mi me conmigo”.
Visión frontal, como autorretratista. Se miran de frente, se pintan de frente. Son “los multiyos”
Su obra es un “encantados de haberse conocido” o mejor aún, “encantados de haberse encontrado así mismos”.
Un mundo interior profundo, absoluto, sin fondo.
Están también, los que se pasan la vida buscando y nunca acaban de encontrar, ni de encontrarse. Este es “el artista experimento”.
Son, muchas veces, como estos paquetes que preparan para los niños en las tiendas de golosinas. Hay de todo y de todo lo que hay, hay mucho malo.
De Picasso es célebre la frase de que «yo no busco, encuentro». En una entrevista publicada en 1923, manifestaba con desdén, el desinterés por este tipo de artista investigador, dejando claro que lo importante para la pintura era encontrar cosas y no estar siempre de paseo.
Y está por otro lado, la postura más anacrónica, y habitualmente más incómoda e incomprendida.
La del que intenta a través del arte, ver y comprender la vida, que es verdaderamente lo que fue “el asunto” del arte hasta hace cuatro días. Esta exposición, es un pedacito de esto, o al menos es lo que pretende.
En ella habrá seguramente parte de lo que soy y de lo que no soy, de lo que tengo y de lo que carezco. De lo que me rodea y del sentimiento de incomprensión de lo que se me escapa y no entiendo. Del orden que me gusta y del desorden que necesito, de la alegría de vivir y del sentimiento de finitud de la vida. De mis esperanzas y de mi desesperación.
Sólo pretende emocionar. Sólo conmover, y lo demás es silencio.
Pintar es un ejercicio de soledad. Por lo menos.
¡Y yo, que pretendía escribir sobre los zapatos de Manolo Blahník!. Otra vez será.
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