Descripción de la Exposición
Finalización de la muestra que recoge parte del proyecto CMYK, en curso y expandido en el tiempo, bajo el título "el color delineado", como ejercicio de autogestión en un espacio espectacular y a margen del circuitol galerístico.
Acerca del proyecto:
CMYK se inscribe en el planteamiento programático de una serie de pinturas en curso que abordan la corporeidad y matización de los colores según su aplicación sistemática y reiterativa y siguiendo un orden preestablecido. Tomando como referencia la cuatricomía como sistema de reproductibilidad técnica, las obras se construyen mediante un método repetitivo de aplicación por capas de tres de los cuatro colores CMYK; el cuarto color queda reservado únicamente como fondo sobre el cual se despliegan las sucesivas capas. Así, en cada pieza se omite un color diferente hasta completar todas las posibles combinatorias que generan la reordenación de tres de las iniciales que designan las tintas. Sobre el color de base se desarrollan sus seis combinaciones respectivas, con lo que finalmente se obtienen 24 variaciones. La ausencia de uno de los cuatro colores enfatizará las diferencias ópticas entre ellas, cuyo corpus se obtiene siguiendo siempre el mismo orden de aplicación en cada caso. La multiplicación ilimitada de los trazos, que se superponen hasta borrarse a si mismos, generan una gama imprevisible de matizaciones cromáticas que invalidarán cualquier pre-visión teórica.
El proyecto de la serie CMYK se inició ya en el año 2007, pero por una serie de circunstancias su realización quedó suspendida temporalmente. La acomodación a un nuevo espacio de trabajo siempre comporta un tiempo de adaptación. Sin embargo, el planteamiento del proyecto, cuya realización queda predeterminada de forma inequívoca, han salvado el supuesto abismo ante la tela en blanco. La aplicación de las normas autoimpuestas no han dejado margen de error en la realización, quedando el resultado sujeto únicamente al indefinido número de capas aplicadas sobre la piel del cuadro. Y es precisamente ahí donde surge la música, el ritmo, la vibración, el tono de la pintura. Ese espacio – o tiempo – entre capa y capa es el que valida el ejercicio mismo de esta disciplina, es el ámbito en el que fecunda la pintura, el lugar en el que se pierde la razón y nace la sensación, dónde se confunden lo programático y el azar, lo sistemático y la imprevisión, donde la monotonía se disuelve en el tiempo, y éste queda retenido en su repetición.
Líneas, que en su trazarse, dibujan, no un lugar, sino un tiempo.