Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- ¿Qué fue primero: el amor o sus símbolos? En ocasiones, resulta difícil saberlo. Sin ir más lejos, la intuición poética que revela la imagen de un corazón excede ampliamente el ámbito de lo figurativo, y se inserta plenamente en lo emocional, en un discurso sin normas que, aparentemente, resulta tan antiguo -tan ancestral- como el amor mismo. Algo similar sucede con las obras que Ignacio Tejedor ha seleccionado en Amor Líquido, una exposición cuyos participantes plantean, desde diversos lenguajes, los senderos inescrutables por los que el hombre contemporáneo rastrea los pasos inseguros del Amor. Carlos Primo
Las páginas de contactos (Meetic, Badoo, Grindr, Bender?) han dejado de ser tabúes para posicionarse como redes sociales de uso frecuente. Buscar el amor se ha convertido en un entretenimiento de bajo riesgo; los grandes desencuentros amorosos o las frustraciones sentimentales pueden superarse con un rápido log-in, las citas dejan de ser tan ciegas como años atrás e incluso las rosas ya no protagonizan los primeros encuentros.
Se enmarca esta exposición en una reflexión actual sobre los nuevos lenguajes de lo afectivo y lo sexual que se manifiestan a través de las redes sociales y que adquieren una mayor relevancia (aunque cada vez menos diferenciada) en el ámbito de lo gay. El difícil equilibrio entre privacidad y exposición parece haberse decantado finalmente por una búsqueda desprejuiciada donde el espacio público -el de las calles, pero también el de las redes- ha vuelto a ser, gozosamente, terreno franco para la emotividad. Estados de ánimo, cambios de look, aficiones y deseos alcanzan de manera inmediata los penúltimos horizontes del ciberespacio, y el resultado es un caleidoscopio que sorprende, pero también reconforta.
Por poner un ejemplo, resulta llamativo que en una época hipersociabilizada nos encontremos con que el espacio de la exposición -de lo público, en definitiva- se encuentra invadido por representaciones de lo doméstico. La intimidad del dormitorio, del cuarto de baño, del escritorio o del más recóndito de los recovecos humanos -los corazones escultóricos de Jorge Cruz y Framelado- se transforma en exvotos que se expone a la mirada. El resultado es un acto de reconocimiento, un retorno a la figuración que, mediante símbolos interpuestos, nos remite a los juegos de espejos del Barroco. Y pocas épocas hay más barrocas que ésta, en que el amor se ramifica en avatares, espejismos y fugaces destellos de plenitud. De hecho, fue en el Barroco cuando la poesía castellana popularizó el uso de la palabra Amor, con mayúscula, sin emplear el artículo. El amor pasó a ser Amor, un rostro, un angelote alado que disparaba flechas a ninfas, cíclopes y pastores desprevenidos. Una presencia, pero también un arquetipo.
Y ¿cuáles podrían ser los arquetipos del amor contemporáneo, del amor líquido? Tal vez los Narcisos dolientes de Diego de los Reyes, que reflejan (nunca mejor dicho) una iconografía plenamente actual y llena de matices, porque el hombre que se mira al espejo trata de anticiparse al momento clave del amor, que no es sino el encuentro con la mirada del otro (un otro invisible, misterioso al otro lado de la pantalla). Del mismo modo, las imágenes aparentemente naif de Guillermo Martín Bermejo se presentan como testimonios, como ejercicios de escritura que iluminan lo biográfico a través de la tangibilidad de la forma. Porque lo tangible y lo corpóreo tienen una importancia capital en estas imágenes que anhelan lo físico, y lo físico puede ser tanto un encuentro sexual como la forma material de la obra de arte, que cumple así un objetivo insospechado: cristalizar un anhelo y convertirse en una representación ritual y en un exvoto del deseo ofrecido a los númenes de un tiempo extraño: el nuestro.
Exposición. 17 dic de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Picasso Málaga / Málaga, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España