Descripción de la Exposición
Valencia, 20 de febrero de 2025. La Fundación Bancaja ha presentado esta mañana la exposición Eduardo Úrculo. Un viajero cosmopolita, que ofrece una revisión de la producción artística del creador vasco-asturiano durante cuatro décadas, proponiendo un recorrido por su icónica obra pictórica y escultórica desde 1960 a 1999. La presentación ha contado con la participación del presidente de la Fundación Bancaja, Rafael Alcón; la comisaria de la exposición, Alicia Vallina; y el hijo del artista, Yoann Úrculo.
La exposición, la primera retrospectiva en Valencia del artista español referente del pop art, está integrada por 54 obras entre pinturas, esculturas y dibujos, que recorren cuarenta años de la trayectoria vital y profesional de Eduardo Úrculo (Santurce, 1938 – Madrid, 2003).
La muestra propone un tránsito por el legado de Úrculo y establece una metáfora con una de las temáticas principales de su obra: el viaje como elemento esencial de descubrimiento. A partir de esta premisa, la exposición revela su universo estético plasmado en temas como el deseo, el misterio, el placer, el sufrimiento o la exaltación de la vida, inspirados en muchas ocasiones por el cine, la publicidad, los magazines o la propia realidad.
El conjunto de obras presentadas, algunas de ellas inéditas, procede de la colección de su único hijo, Yoann Úrculo, del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid y de otras colecciones particulares.
El imaginario de Eduardo Úrculo se revela en un itinerario que ilustra las tres etapas principales en las que se estructura su producción artística: la abstracción y lenguaje expresionista de sus primeras obras; la explosión de color y deseo que marcan su época pop, protagonizada por la mujer y el erotismo; y una última etapa centrada en el tránsito, la contemplación y el gran viaje de la vida con sus icónicas obras llenas de sombreros, maletas y paraguas.
En palabras de la comisaria, Alicia Vallina, “Úrculo es un salvaje, un bon vivant anárquico que deja de preocuparse por los contratiempos y disfruta del viaje. Un caminante que discurre ligero para que la vida escape de él y se muestre sin prejuicios ni estrecheces. Un dandy alegre, buen conversador, de mente clara y curiosa, que transitó, con sus pinceles y con sus maletas, sombreros y paraguas, por el mágico universo de lo cotidiano, otorgándole siempre la visión de un viajero que nunca hace planes con antelación”.
Con motivo de la exposición se ha editado un catálogo con la reproducción de las obras expuestas y textos elaborados por Alicia Vallina, Yoann Úrculo y Rafael Trénor, amigo íntimo de Úrculo. Dentro de su programa de mediación cultural y artística, la Fundación Bancaja ofrece visitas comentadas de la mano de un experto especialista en arte y mediación cultural.
La exposición se puede visitar desde el 21 de febrero al 8 de junio de 2025 en la Fundación Bancaja (Plaza Tetuán, 23) de martes a domingo de 10 a 14h y de 16:30 a 20:30 horas.
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Eduardo Úrculo experimentó al inicio de su carrera con la abstracción para abandonarla pronto y hacerse eco del casticismo de lo popular, del dolor y del sufrimiento. Sus primeras obras transitan por el mundo de la mina, de su pasado, de la gente abatida por la pobreza, la desesperación y la soledad.
Las obras de esta etapa que forman parte de la exposición, creadas durante la década de los 60, dejan ver tonalidades grises, pardas y oscuras que representan a personajes solitarios, desesperados y tristes marcados por un expresionismo dramático y social.
A finales de los años 60 el artista da paso a una nueva etapa marcada por el descubrimiento del pop americano y la explosión de color. Úrculo se detiene durante estos años en la erótica del desnudo y en propuestas coloristas, sensuales y hedonistas. El voyeurismo inspira creaciones en las que el deseo se mezcla con el misterio y en las que el anonimato da rienda suelta a la imaginación.
En su tercera etapa, el valor de lo efímero impregna su obra a través del tránsito. El núcleo esencial de la muestra transita por ciudades cosmopolitas donde migrantes y viajeros discurren entregados a la emoción y nostalgia que provoca la vida nómada.
En su búsqueda constante de la belleza, emplea el fetichismo para describir su propio tránsito, su viaje de vida vivida. El artista se deleita en los objetos silenciosos que le rodean y se deja admirar por el mestizaje y cosmopolitismo de la Gran Manzana, aunque también comparte la soledad y melancolía del viajero solitario y desgarrado que muchas veces retrató en sus primeras composiciones.
EDUARDO ÚRCULO (1938-2003)
Nacido en Santurce (Vizcaya) el 21 de septiembre de 1938. Su familia se trasladó unos meses a Santander y en 1941 a Sama de Langreo, Asturias. Tras realizar tres cursos de Bachillerato, entró a trabajar en la empresa Carbones de La Nueva S.A., donde su padre desempeñaba funciones como administrativo. Al poco tiempo enfermó de hepatitis y decidió hacerse pintor tras una larga convalecencia.
En 1957 dejó su trabajo en la empresa y realizó su primera exposición en El Hogar del Productor de La Felguera, en Asturias. El Ayuntamiento de Langreo le concedió una beca y se trasladó a Madrid para estudiar pintura. Allí asistió a clases nocturnas en el Círculo de Bellas Artes y cultivó especialmente el expresionismo social.
Gracias a otra ayuda del ayuntamiento, viajó a París y se matriculó en la Académie de la Grande Chaumière, de Montparnasse. Expuso en 1959 en la capital francesa y alcanzó un enorme éxito.
De regreso a Asturias se instaló en un estudio en Oviedo, hasta que marchó a realizar el servicio militar, primero en el Sáhara Occidental y más tarde en Tenerife. De regreso a España viajó de nuevo a París en 1962 para terminar instalándose definitivamente en Madrid, donde ilustró revistas de renombre y expuso en la Galería Quixote.
En 1966 se trasladó a Ibiza donde conoció a su primera esposa, la francesa Anne Chanvallon, con quien contrajo matrimonio en 1969. Desarrolló por entonces sus primeras obras pop y viajó a Suecia y Dinamarca. En la década de los 70 cultivó su época erótica, alcanzando una gran proyección internacional en las bienales de París y Venecia.
En 1978 viajó a Taiwán, comenzó a desarrollar el tema de los bodegones y recuperó el tema del desnudo y la naturaleza. En 1984 empezó a realizar sus primeras esculturas en bronce que se expondrían en ARCO al año siguiente. Realizó también carteles, escenografía y vestuario para ópera.
Sus últimos años los pasó en Asturias, su retiro predilecto, para pintar, esculpir y dedicarse al grabado y a composiciones de temática oriental. La muerte le sorprendió un 31 de marzo de 2003 como consecuencia de un ataque al corazón cuando asistía a un almuerzo en la madrileña Residencia de Estudiantes.
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