Descripción de la Exposición
Roma, 24 de octubre de 2024. El Instituto Cervantes de Roma inaugura Eduardo Chillida, la primera exposición individual del artista en los últimos treinta y dos años en la capital italiana. Organizada junto a Chillida Leku, la Fundación Eduardo Chillida - Pilar Belzunce y la Galería Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo de Roma, reúne 41 obras entre dibujos, esculturas y obras en papel realizadas entre 1948 y 1997. Eduardo Chillida, que se podrá ver en la Sala Dalí hasta el próximo 11 de enero de 2025, se convierte en una ocasión para recorrer la evolución de la obra del escultor vasco desde la figuración hasta la abstracción.
Comisariada por el crítico y periodista Javier Molins, la muestra presenta una retrospectiva de la carrera artística de Chillida a través de los dos principales medios con los que trabajó: el dibujo y la escultura. Además, rinde homenaje a su relación con Italia a través de cuatro obras que el escultor presentó en la Bienal de Venecia de 1958.
El recorrido de la exposición comienza con una serie de dibujos figurativos del primer periodo donde ya se intuyen las formas y líneas curvas que caracterizan su trabajo posterior. Destacan los dibujos dedicados a las manos, uno de los temas recurrentes en la trayectoria del artista. Curioso e inquieto por naturaleza, Chillida dijo: “Lo que sé hacer es seguro que ya lo he hecho, de ahí que tenga que hacer siempre lo que no sé hacer”. Por esta razón, muchos de esos dibujos que se pueden ver en la exposición están realizados con la mano izquierda: el artista quería revivir la aventura de aprender con la mano izquierda algo que solo sabía hacer con la mano derecha.
La muestra también incluye 17 de sus conocidas gravitaciones, relieves de diferentes capas de papel, cortadas y en parte pintadas con tinta negra, unidas y colgadas con cuerdas. Chillida expuso por primera vez Gravitaciones en 1988 en la Galería Theo de Madrid. Son delicadas obras bidimensionales en blanco y negro, que exploran las cualidades y los límites del espacio, superponiendo capas de papel unidas por hilos y colgadas para permitir la circulación del aire.
La relación de Chillida con Italia
La relación de Chillida con Italia fue intensa. En la Bienal de Venecia de 1958 ganó el premio como mejor escultor con 34 años y la exposición que el Instituto Cervantes de Roma le dedica ahora quiere rendir homenaje a este importante reconocimiento reuniendo cuatro obras presentes en aquella Bienal. Se trata de un relieve de 1951 y tres esculturas, dos de ellas bronces, que marcaron el camino que la escultura de Chillida seguiría posteriormente. Una de estas esculturas, Gesto (1957), proviene de la colección de la Galería Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo de Roma, que la ha prestado excepcionalmente para la ocasión, mientras que las otras proceden de Chillida Leku, su proyecto más ambicioso y personal.
Una característica de estas esculturas, y de la obra escultórica de Chillida en general, es la ausencia del ángulo recto. “El ángulo recto me ha llegado a parecer el más hermoso que hay entre todos los ángulos, pero es algo intolerante, no admite diálogo nada más que con sus iguales”, dijo Chillida. Por eso, el escultor no utilizaba ángulos rectos, sino ángulos dados por la sombra.
A menudo, las esculturas de Chillida evocan tensión y equilibrio, invitando a los espectadores a contemplar la relación entre masa y vacío. Su dominio del material y de la forma le permite crear composiciones dinámicas que desafían la percepción del espacio. Cada escultura se convierte, de hecho, en una meditación sobre la presencia y la ausencia, invitando a los espectadores a experimentar la interacción entre luz y sombra. Sus trabajos no son simplemente objetos estáticos, sino entidades dinámicas que interactúan con el entorno que las rodea y evocan un sentido de diálogo con quienes las observan.
En palabras del comisario de la exposición, Javier Molins: “Esta exposición representa también una oportunidad irrepetible para ver la obra de este maestro del siglo XX en diálogo con la de un maestro del Barroco, Gian Lorenzo Bernini, ya que la ubicación privilegiada de la sala del Instituto Cervantes en Piazza Navona permitirá admirar las dos obras en un juego de referencias. No debemos olvidar que el arte siempre es un diálogo con el pasado”.
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