Planteada como una reflexión plástica sobre el paisaje, resuelta en su totalidad en dípticos de fuerte y contrastado cromatismo para llevar hasta el último extremo la dualidad contrapuesta de naturaleza/arte o memoria/olvido, esta exposición recoge una veintena larga de pinturas, ejecutadas en los 2 últimos años, en las que el autor ha querido experimentar sobre uno de los temas clásicos de la historia del arte revisitándolo con una mirada actual e introduciendo los sentimientos personales en un terreno que hasta ahora les era del todo ajeno en función de unos usos tradicionales y en aras de la contemplación: Son paisajes intemporales, despojados de casi todos sus elementos habituales, en los que la estela del hombre, ausente en todo momento, sólo se adivina por la presencia de las letras o los iconos que los pueblan, como vestigios de otros tiempos mejores.