Descripción de la Exposición
Tomando citas extraídas de la historia de la literatura reciente, objetos detenidos en algún momento de su transformación material y artefactos mundanos que se reorganizan de manera constante, el artista sitúa al mismo nivel la dispersión de objetos, imágenes o semillas. Arce apunta a los espacios de encuentro entre la materia popular, las trayectorias cíclicas de la naturaleza y las estructuras de la memoria colectiva para ofrecer una dimensión que es a la vez paisaje y croma.
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Doblar la Tierra
un trozo de madera encontrado tras un incendio, colocado al costado de la finca durante el paso de un tiempo (in)determinado, entre una hora y pico y un año.
semillas de cactus esparcidas por la acera frente al estudio.
las cartas como bellotas en los jardines del descanso,
la pólvora en la tierra
un disfraz de oso colgando en el umbral de la puerta,
un paseo al anochecer a través del bosque, colina abajo. Los ganaderos duermen y las ramas enverdecen con la humedad del rocío.
los sonidos de un disparo vibrando en tus cuerdas vocales,
varios tipos de Plumeros* que se abren paso entre las lindes. Esporas invasoras penetrando en el chamizo de la esquina.
bidones encontrados en el abrevadero del río,
las estrellas vistas desde el este del monte, detrás de las vacas de Uco, donde las constelaciones se alinean.
un recuerdo de anoche.
Es difícil rastrear los orígenes de una Tierra Doblada, un lugar que nombramos para esperar algo más allá del paisaje. El paisaje antes de entrar al escenario.
Este paisaje es un valle, y el valle que imaginamos es predominantemente verde, aunque a menudo se torna gris niebla o naranja en llamas. El verde es una Tierra Doblada, una sala de espera. En cine, por ejemplo, el color verde se usa frecuentemente como un fondo transparente, un croma en el que se superponen distintas capas de realidad para luego montarse en la postproducción del estudio. Distintos sujetos, imágenes, objetos y atmósferas se ensamblan en la neblina de un paisaje irreal, completándolo con la última capa de nuestra mirada.
De forma similar, en los procesos de trabajo de Javier Arce, el verde puede eliminarse fácilmente y reemplazarse por un fondo nuevo. El segundo que pasa entre ver una imagen y entrar en ella:
(leyendo en el alféizar de la ventana | corriendo tras la policía |
una lista en un trozo de papel | la capacidad de convertir periódicos en leña).
El aspecto versátil de un paisaje nocturno, que con su ausencia de luz guarda las memorias privadas y colectivas, comienza a transitar hacia otra cosa. La transición como un extrañamiento encarnado aparece en cada elemento de esta exposición: desde las relaciones epistolares de unos personajes que no se muestran, hasta el paisaje como un narrador omnisciente que lo abarca todo. La transformación nos sitúa en la noche, con la aparición de unos objetos paganos* que animan la distancia entre ellos mediante una secuencia de vibraciones y gestos comunes.
El verde se intensifica.
Emanando entre estas distancias, el paisaje comienza a tornarse en máscara, posándose sobre nuestro rostro y transformando nuestra mirada sobre el espacio y sus cosas. Desde una perspectiva psicológica, se ha observado que la luz verde puede mejorar la concentración y tiende a crear un estado de alerta, una cierta violencia. Por otro lado, una sobreexposición a la luz blanca puede inducir estrés y paranoia. En contraposición a estas luces alteradas, la luz del fuego surge como una suerte de energía primitiva, una luz cálida que asociamos al hogar, al calor y al cobijo.
Se vislumbra entonces el momento, se enciende el fuego, y el fuego arde, arde, flamea.
Formando una constelación retrospectiva que va desde obras realizadas en el último año hasta trabajos anteriores, Doblar la tierra emerge de las tensiones entre una sensación de familiaridad y una extrañeza latente, para profundizar en las sutilezas de una inmediatez particular, que es también colectiva. En todo ello hay una cualidad ritualista que se hace evidente en como Arce trata el espacio, haciendo referencia a otros ritmos de vida y de trabajo. Sin embargo, es la incorporación de objetos mundanos lo que produce un sentimiento de familiaridad e introspección. Tomando citas extraídas de la historia de la literatura reciente, objetos detenidos en algún momento de su transformación material y artefactos mundanos que se reorganizan de manera constante, el artista sitúa al mismo nivel la dispersión de objetos, imágenes o semillas. Arce apunta a los espacios de encuentro entre la materia popular, las trayectorias cíclicas de la naturaleza y las estructuras de la memoria colectiva para ofrecer una dimensión que es a la vez paisaje y croma.
Colina arriba, de una en una, las luces verdes se van fundiendo.
Alejandro Alonso Díaz
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España