Exposición en Burgos, España

Diseño español. Tres miradas

Dónde:
Casa del Cordón - Cultural Cordón - Caja de Burgos / Plaza de la Libertad, s/n / Burgos, España
Cuándo:
01 mar de 2007 - 29 abr de 2007
Organizada por:
Enlaces oficiales:
Web 
Descripción de la Exposición
Un recorrido por el diseño español actual de la mano de tres estudios de referencia: Miriam Ocariz (diseño de moda), Carrió Sánchez Lacasta (diseño gráfico) y Lievore Altherr Molina (diseño de mobiliario).

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A pesar de su aparente auge y solidez, el diseño español, está cojo. Y esto es así porque arrastra un largo déficit histórico que arranca con el retraso de la revolución industrial, que no acontece en nuestro país hasta bien entrado el siglo XIX.  Cuando parecía que recuperábamos el ritmo europeo, de nuevo la Guerra Civil y la posterior dictadura autárquica, congelaron el desarrollo en un momento clave, mientras el diseño se implantaba con normalidad por  Europa a mediados del siglo XX. En los años 60 el diseño español asoma tímidamente de la mano de los pioneros y de algunas instituciones profesionales como el FAD; ya en los 70 surgen ... algunas empresas productoras con clara cultura del diseño.

En los años 80, de repente,  la situación cambió y parecía que nos íbamos a comer el mundo. La creación española eclosionó con la España democrática, alegre, desinhibida, arriesgada, ciertamente ingenua, pero sin duda refrescante. Tanto nos pusimos de moda, que los padrinos italianos se asustaron, y pensaron que tal vez el vecino latino les iba a arrebatar el liderazgo en el gusto mundial. Pero poco a poco vieron que aquí había más ruido que nueces. España se mostró al mundo y gustó el aperitivo: Mariscal, Tusquets, Lluscà, Pensi, Lievore,  Tresserra, Mariné, Corazón, Satué, Peret, Piña, Miró, Sybilla, Dominguez… pero cuando vinieron a degustar el menú completo, vieron que algo fallaba, sobre todo la producción. Éramos un país con alta creatividad, con profesionales solventes, con una gráfica muy fresca, con moda imaginativa, con muebles ingeniosos, pero con una  escasa estructura productiva y comercial. Por aquí, o se copiaba, o se seguía prescindiendo  del diseñador. No había pues,  motivo de alarma, España no iba a tomar el relevo al liderazgo del diseño nórdico,  ni del bel design italiano, ni del glamour francés.

Si en los 80 fuimos la sorpresa, en los 90 llegó un cierto clímax con los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla de 1992, y después llegó una cierta crisis que obligó a replantear muchos temas y a poner las cosas en su sitio. La entrada de pleno derecho en la Unión Europea supuso una serie de ventajas, pero también la obligatoriedad de una cierta homologación y mayor exigencia y seriedad empresarial.

En los 80 el diseño triunfaba mediaticamente, y las instituciones públicas lo apoyaban, pero los empresarios seguían pensando que el diseño era optativo, un valor meramente estético y superficial, y por tanto prescindible, cuando no contraproducente. Algo así como un capricho que además encarecía los productos. Y en cierta medida no les faltaba razón, a la vista de cierto pseudodiseño exhibicionista que triunfó efímeramente en el momento. En cualquier caso el concepto de diseño se difundió masivamente, muchas empresas renovaron su imagen corporativa, los locales transformaron su interiorismo y los productos mal llamados “de diseño” (pues todos están diseñados) fueron creciendo y ocupando mercado.

Ahora, en el arranque del siglo XXI ya nadie duda de la necesidad de la innovación y el diseño. Se han replanteado drásticamente  los términos, España ha dejado de tener ayudas de la UE, pues se han incorporado  otros países más necesitados. Nos ha llegado el fenómeno de la deslocalización, muchas fábricas han salido de nuestro país buscando mercados más baratos y emergentes. Por eso ahora, en esta nueva coyuntura, el diseño se revalida como factor clave para la supervivencia de las empresas productoras. Aunque tal vez deberíamos hablar de editoras, pues la producción hoy en día ya se resuelve en cualquier rincón del Planeta sin grandes complicaciones y con precios de risa. Actualmente nuestro peso específico, en el sector del diseño, es notable. En el sector de la iluminación y el mueble tenemos la tercera feria después de Milán y Colonia, que es Valencia, y somos una potencia exportadora en auge. Empresas como B.D., Metalarte, Santa & Cole, Punt Mobles, Andreu World, B-Lux, Figueras,… o las agrupadas en el SIDI lo atestiguan. El producto español ha logrado una buena combinación entre funcionalidad, estética y calidad, con un precio razonable, y las empresas, que ya saben hablar inglés, le están perdiendo el miedo a salir afuera, incluso algunas como Zara o Custo triunfan mundialmente. Nuestro grafismo también tiene una sólida reputación y el interiorismo es reconocido y publicado en los principales medios.

La coyuntura española actual se prevé positiva por los siguientes motivos: porque los empresarios, una nueva generación, ya está educada en la metodología del marketing, porque la palabra clave es innovación, quien no innove permanentemente va a quedarse relegado. Somos un país sin materias primeras, sin alta tecnología y donde ya no se puede copiar tan fácilmente como antaño, la nueva ley de 2003 de protección Jurídica del Diseño Industrial, está creando unas nuevas reglas del juego dificultando el plagio. Por tanto es necesario incorporar diseño novedoso a los productos. En eso estamos, y por fortuna tenemos preparada  una nueva generación de diseñadores espabilados, para protagonizar un nuevo auge del diseño español: desde Emili Padrós y Ana Mir a Josep Abril o David Delfín, pasando por Vasava, Hector Serrano, Martí Guixé, Stone Designs o Jaime Hayón.

Que la cultura del diseño haya llegado a los museos y los centros culturales, como demuestra esta exposición en la Casa del Cordón, confirma la consolidación del diseño español como un bagaje ya suficientemente consolidado, que merece ser exhibido y promocionado. La elección de tres excelentes creativos en activo, de tres disciplinas diversas, lo corrobora. Miriam Ocariz; Alberto Lievore, Jeanette Altherr, Manel Molina; Pep Carrió, Sonia Sánchez y Paco Lacasta son creadores de gran talento que saben ofrecer alta cultura creativa y al mismo tiempo comercialidad y servicio.

Pero aún y así en España sigue siendo necesario resolver nuestra asignatura pendiente, conectar talento con industria, ideas con estructura, imaginación con negocio. El objetivo final no será el lucimiento de los genios, ni el saldo de los negociantes, sino el beneficio de la gente, que logrará rodearse de productos y servicios más eficientes, mejor diseñados, más económicos y sostenibles. Esta es, o debería ser sin duda, la razón última del buen  diseño: mejorar nuestro entorno. Y una muestra de ello es lo que ahora tenemos la satisfacción de ver en esta exposición.

Juli Capella

Febrero 2007

 

 
Imágenes de la Exposición

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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