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Antonio Gómez es poseedor y creador -allí donde se difuminan los límites- de una extensa obra propia y heredada. Presente en más de una treintena de antologías de poesía experimental y en otra treintena de poemarios visuales y libros objeto, sus proyectos y materiales elevan la palabra poética ampliamente dispersos en museos y colecciones particulares. Reclamado en ferias de arte internacionales, los cotidianos usos de la vida mantienen con firmeza sus pies en tierra como monitor ocupacional en una comunidad terapéutica para la rehabilitación ... de toxicómanos en Mérida. Su forma de mirar al mundo ha hecho de sus tejidos un lugar imprescindible para la poesía experimental de nuestro país, siguiendo la traza del imaginario visual que dejaran Rafael Alberti o Lorca y que habrá de llegar hasta Julio Campal, José Luis Castillejo, Fernando Millán, Joan Brossa, o el propio José Moreno Villa.

Existe en Antonio Gómez una incesante necesidad comunicativa que camina a través de la senda que trazan los objetos, una voluntad que repliega la idea sobre el corazón de las cosas. Allí la turbación se traduce en espacio, la pregunta se transforma en escena y el mundo reunido se transfigura en hallazgo. 'Qui quaerit invenit' murmuran los objetos desnudos. 'Et pulsanti aperietur' -responden con ecos urgentes aquellos otros objetos intervenidos: y al que llama, se le abrirá… la puerta de un nuevo sentido. Surge así respuesta tanto de su obra como de la extraordinaria colección particular de revistas ensambladas que este catálogo parcialmente reúne. Una encrucijada de caminos donde se precipita el abismo del interrogante sobre los lápices de colores. Aula