Descripción de la Exposición
¿Se hubiera oído la guitarra si su sonar no abriera desde el primer instante el modo justo de escuchar?
Saber tratar con lo sagrado cuando hace falta una máscara, cuando hace falta callar a tiempo. Saber de conjuros y de exorcismos, poder descender a los infiernos una y otra vez y hasta saber morir en vida todas las veces que haga falta. Y sobre todo saber tratar con lo Otro en sentido eminente.
María Zambrano
Los habitantes de las Terres de l'Ebre conviven en un territorio amenazado. La primera visita de Daniel de la Barra al corazón del Delta del Ebro, en 2021, es invitado por el Centre Lo Pati a realizar una residencia artística en Balada, junto a la antropóloga María Faciolince. El proyecto se plantea como una reconstrucción de la narrativa del paisaje que sostiene y perpetúa prácticas de extracción desde la industria. Es un registro de imágenes sobre la violencia socioambiental de carácter político e histórico, con reminiscencias en las expediciones botánicas que consolidaron formas de mirar el hecho natural como tierra de conquista. Como referentes, los libros ilustrados de las expediciones botánicas, la pintura de los artistas viajeros en América Latina y el paisaje romántico de los siglos XVIII y XIX.
La exhibición en Galeria Joan Prats es el resultado de esta investigación traducida en una instalación que aúna diversos medios: pintura, escultura, poemas, música, video, documentos... Un nuevo ecosistema recreado desde el espacio del arte. La representación surge como una necesidad de respuesta a un escenario complejo dominado por las fuerzas políticas, sociales y económicas que lo (des) estructuran. Este territorio le subyugó entonces y no ha cesado de profundizar en él a través de su piel, lo más profundo. Ha explorado sus tierras e, inmerso en ellas, surge el encuentro fundamental con sus gentes. Prueba de ello, la estrecha colaboración con Josep Pinyol, la composición e interpretación musical de Lluís Martínez, en el órgano de la iglesia de Santa Bárbara, y los poemas recitados por Miquel Curto, en Tivenys.
El autor filma y fotografía el territorio cuerpo a cuerpo, como si en un espejo negativo se reflejara. Y transfiere su voz a esas Banderas Negras, uno de los dispositivos utilizados en el Delta para espantar las aves migratorias, hoy subvertidas como mensajes de resistencia: Este ilusorio vuelo inverso escapa de las bombas hacia la superficie silenciosa del otro lado... Un surco de Tierra está presente en la muestra, tal y como lo hallamos en los arrozales para roturar los campos; el autor recuerda el gesto de Walter de Maria que la elevó a materia artística en The New York Earth Room, 1977, qué mejor modo de dignificarla. Sobre la tierra, unas Pinturas a modo de alfombras art nouveau que aluden a lo natural como ornamento de la vida urbana. Representan dos especies de plantas autóctonas esenciales en los humedales del Ebro, las salicornias y las crasuláceas, que el ecosistema produce para establecer su propio equilibrio. Como en un gran lienzo histórico, asistimos a la actual disputa del sistema entre la agroindustria y la ecología.
¿Cómo hacer esta tierra sostenible? El Delta es uno de los humedales más importantes de Europa, en el que se han llevado a cabo investigaciones, dirigidas por la bióloga Lynn Margulis, que muestran la presencia de una bacteria que coincide con las que hace 2.000 millones de años poblaron la tierra, dato esencial para la microbiología evolutiva. Desde hace décadas, la ciencia nos advierte de las peligrosas consecuencias de nuestro modelo de crecimiento y extracción sin límites y de la necesidad de un cambio de rumbo. En nuestro país, Jorge Riechmann es una de las voces que más lúcidamente ha delineado el perfil de esta crisis ecosocial y mantiene que preocuparse por cosas que nos desbordan es un arte que debe cultivarse como imposibilidad. (Ed. Árdora, 2022).
Josep Maria Mallarach, otra voz crítica frente a la política medioambiental del humedal del Ebro, lo defiende como uno de los espacios naturales sagrados dentro de los países tecnológicamente desarrollados. Afirma que la principal amenaza para la permanencia del delta se debe a que el conjunto de las grandes presas y embalses en su cuenca retienen cerca del 90% de los sedimentos. Además, el desarrollo de los regadíos en la cuenca media (zona árida aragonesa) desvía gran parte de su caudal. Por ello el delta sufre una fuerte regresión. El plan hidrológico de la cuenca del Ebro -tal como lo han denunciado las ONG ecologistas y la nueva cultura del agua- no corrige estas amenazas, sino que se adapta a las presiones de los lobbies de las empresas hidroeléctricas y de la agricultura intensiva. La segunda gran amenaza es el ascenso global del nivel del mar, por efecto de la fusión de los casquetes polares, debido a la crisis climática global a causa de la acumulación de gases de efecto invernadero.
Las últimas Pinturas en la exposición representan la cartografía de las Terres de l'Ebre a vista de satélite, desde el tenebrismo, como una gran naturaleza muerta. Y el cancionero, la balada compuesta por el artista, se ha transformado en contrapoder, el lenguaje y la música son sus armas y dice así: Como un canto de amor perdido, que cuestiona los modos de habitar y mirar este paisaje, un amor arrebatado, sin sedimentos, con las herramientas de control y las funciones que ejerce la práctica visual contemporánea para perpetuar los patrones de su espectacularización.
Daniel de la Barra es actualmente residente en la Academia de España en Roma. Allí comienza esta colaboración, es allí donde el artista y la curadora deciden desarrollar este proyecto. Viajan al estuario del Ebro, él desde Roma y ella desde Madrid. Casualmente, en su viaje ambos leen a María Zambrano, él La Razón Poética, ella Claros del Bosque, y recorren durante días los territorios desterrados y exiliados del Delta del Ebro.
Alicia Chillida, junio 2022
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