El artista presenta su último trabajo plástico como "pequeñas trampas que quieren engañar al ojo”.

El psicoanalista francés Jacques Lacan abordó el estudio de la mirada en el capítulo “la mirada como objeto a minúscula” del volumen XI de su célebre Seminario, donde llegará a definir la pintura/cuadro como una “trampa para la mirada”. Nos vino a la memoria esta famosa e inquietante reflexión mientras leíamos el texto que Antonio Rojas ha escrito como presentación de su último trabajo plástico presentado en las galería Juan Manuel Lumbreras (Bilbao) y Bach Quatre Art Contemporani (Barcelona).

En el texto del artista habla de su pintura y se refiere a las “pequeñas trampas que quieren engañar al ojo”; y si bien Lacan señalaba de manera insistente la idea de esquizia entre el ojo y la mirada, Rojas asume ... el ojo como cómplice de la mirada, o más bien, como nombre que sintetiza órgano y función. En cualquier caso, el artista reactiva con su texto la hipótesis de la pintura como estrategia ideada para (con)formar la mirada, dentro de ese carácter apolíneo que invita a la deposición de la mirada en el espectador sobre el que insistirá Lacan.

Al mismo tiempo, la pintura de Antonio Rojas es mucho más que “pequeñas trampas”, pero está en su sentido y diseño la idea de poner en suspenso la posibilidad de una narración, de jugar con la lógica del espacio y sustituir el interés por el color por una compleja reflexión sobre la luz. Todos estos elementos conviven en unas composiciones que alteran también los límites entre la figuración y la abstracción, pues sus imágenes esquivan continuamente la posibilidad de una lectura bien definida en cualquiera de los dos extremos.

La estructuración geométrica, la forma-signo y el objeto referencial son tres presencias recurrentes en la pintura de Antonio Rojas. Ahora bien, en su disposición interviene un cuidado ejercicio de análisis compositivo que determina la lectura primigenia que estos recursos pueden ofrecer, y con ello el pintor obtiene nuevas relaciones de significado que siempre dejan abierta la puerta de la sugestión. Engaños para el ojo donde el concepto de trampa se deshace de su connotación negativa para ajustarse como recurso de expresión de alto alcance simbólico.