“El desierto, la experimentación sobre nosotros mismos, es nuestra única identidad, la única posibilidad para todas las combinaciones que nos habitan" G. Deleuze
La soledad como fuerza creadora fundamenta DESIERTO, que se plantea como un estado, una búsqueda y una experiencia. Según Ralph Waldo Emerson, es mediante el contacto con la naturaleza salvaje (wilderness) que el hombre solitario accede a las leyes esenciales que rigen el cosmos y los seres humanos y, de esta manera, se da cuenta de su pertenencia al Todo. Así, partiendo de un sujeto-frontera y mediante una visión panteista de la naturaleza; la soledad aparece como necesaria para la revelación de una presencia, el silencio como puente a la totalidad y el vacío como espacio para la décréation*.
En este habitar el “desierto interior”, que diría Mary Madeleine Davy, la naturaleza y el cosmos se revelan como potencias creativas: la montaña confronta al hombre a la inmensidad...y, por lo tanto, a sus propios límites; Por su parte, la astronomía se manifiesta como búsqueda de lo desconocido, intengrando ciencia, teosofía y mística. Simplificación de la forma para sugerir la existencia de un orden invisible. Experencia de la esencia, en la que la percepción es tan directa que lo que se percibe y lo percibido son la misma cosa. Aunar espiritu y materia, lo más infinitamente pequeño y la inmensidad, lo humano y lo universal. Religar la tierra al universo. De esta forma, DESIERTO propone una realidad de carácter cuántico, sumergida en la vida cotidiana, donde no existen las incompatibilidades de los términos opuestos. Negación del reconocimiento discriminatorio, pues aquí las cosas ya no tienen el valor del reflejo; desafiando así los mecanismos de poder occidentales y restableciendo la unidad del hombre con el mundo.
*Término acuñado por Simone Weill que se refiere a aquello que pasa de creado a increado, lo que deja de ser para empezar a ser “más”.
Entrada actualizada el el 14 jul de 2017
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