Entiendo la fotografía como un encuentro, como un choque entre el sensor de mi cámara y la realidad. A veces estos encuentros son satisfactorios, la gran mayoría resultan decepcionantes, pues no resultan más que un constante desencuentro con la realidad, cuando yo tan sólo busco encontrarla, atraparla, y sin embargo no hace otra cosa que escurrírseme entre los dedos una y otra vez.

Mi mente no crea, sólo encuentra y se desencuentra con una realidad de apariencia intranscendente y volátil, una realidad que perfectamente podría ser un sueño o dejar de existir, evaporarse, cuando la cámara deje de observarla.

La realidad cotidiana en estado puro, ese es mi objetivo, el lugar hacia el cual siempre apunto mi cámara. Por eso la fotografía en color es mi medio. No me interesan las excepciones, me interesan los momentos en los que nada ocurre, en los ... que las viudas pasean a sus perros, los abuelos a sus nietos, las madres de familia van a al trabajo, los padres a hacer la compra y los niños juegan despreocupadamente a la salida del colegio. Quiero captar la esencia de los días idénticos a sus predecesores e iguales a los que los seguirán, en los que nada ocurre distinto a lo que ocurrió ayer o a lo que ocurrirá mañana. Centro mi trabajo en esta faceta porque esto es, al fin, y al cabo, la vida: la vida de la mayoría de nosotros, de la gente corriente, la que transcurre en los barrios... el lugar donde transcurren miles de pequeñas desgracias, alegrías y soledades cotidianas. Esta es la microhistoria de millones de personas que no son noticia, que nunca cambiará la Historia con mayúsculas pero que se va entretejiendo subterráneamente, en un estrato sólo visible para cada uno de sus protagonistas.

Al mismo tiempo que mi trabajo se centra en la realidad en estado puro, intenta captar momentos en los que por una razón u otra -un gesto, una luz especial, una tonalidad concreta en la composición- confieren a las imágenes que creo, una palpable sensación de lejanía y de irrealidad. Mi reto consiste en obtener imágenes sugerentes de lugares y momentos tan cotidianos que suelen pasar desapercibidos; que su atractivo radique en cuestiones objetivas, no en su exotismo, por eso intento que la ambigüedad espacio-temporal sea algo inherente a mi obra.