Guiado por la filosofía Wabi-Sabi, un pensamiento estético japonés que prioriza la autenticidad de la naturaleza y acoge la imperfección, Bosco Sodi emplea materiales rudos y crudos, que a menudo son elementos constitutivos de la naturaleza. Con esto, busca evocar emociones profundas respecto de la creación estética y extender el sentido de la consciencia y la aceptación de la impermanencia. La concepción de las salas del MAVI, en este caso, es reminiscente del jardín japonés Karesansui, cuya característica principal es que se encuentra poblado de esculturas pétreas. Las obras dispuestas en este espacio son extractos del mundo natural alterado y productos de un proceso altamente físico e intentan revelar la belleza a través de sus procesos creativos.
Sodi trae a escena algunas de las formaciones geológicas más antiguas de la tierra y materiales preciosos de antaño, que han sido extraídos de magma volcánico seco del volcán Cerobuco en México y aglutinados...por esmalte cerámico de color rojo o dorado. Cada roca ha sido seleccionada por el artista por sus propiedades formales, y sus superficies han sido esmaltadas y luego quemadas con fuego a altas temperaturas por tres días consecutivos. Alterando la textura de la superficie de estas rocas y desplazándolas a un museo, Sodi reflexiona acerca de la percepción humana del valor y la antigüedad y genera una incongruencia en cada pieza: entre emplazamiento y origen, exterior e interior.
Entrada actualizada el el 16 mar de 2018
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