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Déjà vu & En el bordillo

Exposición / Galería BAT Alberto Cornejo / María de Guzmán, 61 / Madrid, España
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Cuándo:
25 may de 2018 - 21 jul de 2018

Inauguración:
25 may de 2018 / 19:30

Horario:
L- V: de 10:30 a 14:00 y 17:30 a 20:00h. Sábados de 11: 00 a 14:00h.

Precio:
Entrada gratuita

Organizada por:
Galería BAT Alberto Cornejo

Artistas participantes:
Manuel Mediavilla, Marc Quintana

ENLACES OFICIALES
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Etiquetas
Escultura  Escultura en Madrid  Técnica Mixta  Técnica Mixta en Madrid 

       


Descripción de la Exposición

La Galería BAT alberto cornejo finaliza la temporada expositiva con el séptimo ciclo “Diálogos” dedicado a la doble exposición “Déjà vu & En el bordillo” de Marc Quintana y Manuel Mediavilla respectivamente. La muestra se inaugurará el próximo viernes 25 de mayo a las 19:30h. y estará abierta hasta el 21 de julio. El séptimo ciclo Diálogos de la Galería BAT plantea una exposición dual de los artistas Marc Quintana y Manuel Mediavilla bajo el título “Déjà vu & En el bordillo”. La obra de estos creadores presenta una conexión clara en torno al tratamiento del individuo y de la identidad humana. Las figuras masculinas, protagonistas de sus piezas, emergen en entornos abstractos e impersonales. Se trata de recrear una atmósfera que de algún modo nos remite al contexto particular de nuestra sociedad, donde el anonimato, el individualismo y la soledad son temas recurrentes. A través de los personajes de sus obras, ambos artistas plantean una lectura de nuestro tiempo en donde la esencia humana se abre camino a través de composiciones que juegan con la abstracción urbana, en el caso de Marc, o con la ductilidad de un medio como el agua, en las obras de Manuel. Estos elementos configuran y moldean nuestra personalidad, muchas veces por oposición al canon, y al mismo tiempo proponen una profunda reflexión sobre la ubicación del individuo en la realidad o la importancia de la riqueza interior en un contexto eminentemente deshumanizado y deshumanizante. Sus obras generan un diálogo fluido en torno a estos conceptos, e invitan al espectador a dar un salto entre la esfera de pensamientos de los personajes, y la parte tangible y mundana representada por la plasticidad de los materiales y la cuidada técnica de ejecución en sus respectivas disciplinas. Marc Quintana aborda esta cuestión a través de una propuesta en la que el dibujo a lápiz y carboncillo, mezclado con acrílicos y bandas monocolor, reclaman un espacio propio. Es la exaltación de una técnica clásica, usada con gran maestría, que convive con un lenguaje visual cargado de referencias callejeras y cinematográficas. Con estos elementos, el artista construye un universo subjetivo en el que plasma la sociedad actual, tan hiperconectada y aislada al mismo tiempo, que conduce a una soledad total del individuo, como transmiten muchos de sus personajes, propios de un catálogo de tribus urbanas. Desde otra perspectiva, Manuel Mediavilla crea en su obra un mundo de fantasía e irrealidad donde el tiempo y los elementos parecen detenerse. Su aproximación al individuo se hace desde una óptica mucho más positivista que la de Marc, como un ejercicio de regresión con el que recuperar la alegría de la infancia, la existencia sin paradigmas. Es como volver a aquel momento ideal, cuando en la mente del individuo aún no están implantados los esquemas establecidos en un sociedad carente de libertades. En Mediavilla observamos una progresiva madurez artística, siendo fiel a tres elementos: el agua, los nadadores y los animales. A través de ellos, representa la figura humana con una carga intimista y humorística, y da cauce a un juego de elementos naturales difíciles de contener: el agua y el tiempo. -------------------------------------------- TEXTOS DEL COMISARIO CARLOS DELGADO MAYORDOMO: MARC QUINTANA “Déjà vu” Marc Quintana (Tarragona, 1975) lleva tiempo profundizando acerca de los procesos de construcción de la identidad dentro del actual universo globalizado. En este sentido, su mirada intenta transmitir un mundo en constante cambio y donde los modelos tecnológicos han transformado nuestra tradicional relación con el entorno. Sus composiciones pictóricas buscan desmontarla visión de la ciudad como un espacio neutro, atemporal y sujeto a categorías universales de validación; como estrategia visual para modular este espacio dinámico, el artista plantea la escenografía de la urbe contemporánea a partir del cruce de temperaturas que generan las estructuras geométricas y los campos de color. Ambos recursos simbolizan la dimensión inestable y fluctuante de un entorno urbano donde la rígida retícula del urbanismo y de la arquitectura moderna no alcanza a contener la alta complejidad de la vida metropolitana. Frente a los tradicionales cuadros de historia, que han construidos relatos verosímiles capaces de asegurar la transmisión de determinadas memorias, Quintana pinta historias segmentadas donde nunca se constriñen los significados. El rostro, tradicional sede simbólica de la identidad humana, emerge opaco de los cuerpos de sus personajes: caras vacías o bien ocultas por las sombras y que niegan al espectador el placer visual del reconocimiento. El propio artista se ha referido con claridad a la intención última de estos procedimientos pictóricos: “Mi obra es una representación subjetiva de la sociedad actual y de cómo nuestra propia evolución nos está llevando a la pérdida de valores, identidad y la deshumanización del individuo. La tecnología, las redes sociales, la iconografía urbana y la globalización en general poco a poco nos privan de nuestra supuesta libertad intelectual, convirtiéndonos en elementos seriados de grupos mayoritarios y en individuos sin voz”. Consciente de que vivimos en una era hipervisual donde la imagen parece tener más valor que la realidad misma, Marc Quintana nos ofrece un universo sobresaturado de información (dibujos naturalistas, retículas, formas geométricas, manchas, técnicas de azar controlado) pero tejido a través de un sólido estudio de la composición pictórica. En este sentido, sus trabajos desvelan una negociación con los diferentes niveles de representación de lo real que unas veces será más inmediata y tangible, mientras que en otras ocasiones será más recóndita y subconsciente. De hecho, una de las principales virtudes de su trabajo reside en su capacidad de articular sabiamente ambas estrategias y generar imágenes sugerentes y rotundas. CARLOS DELGADO MAYORDOMO Crítico de Arte MANUEL MEDIAVILLA “En el bordillo” Manuel Mediavilla (Málaga, 1972) lleva trabajando en la creación escultórica desde finales de los años noventa. Una posible manera de aproximarnos a su trayectoria sería establecer un ortodoxo relato cronológico que atendiera a las etapas y series que han jalonado su producción. Sin embargo, por encima de las distintas variables marcadas por la experimentación y la progresiva madurez de su lenguaje, existen tres hilos conductores, de carácter iconográfico que anudan buena parte de su producción: el cuerpo masculino de ascendencia clásica (y, por tanto, canónico), la piscina como micro-universo lúdico y, finalmente, el animal como símbolo del pensamiento irracional. La representación del cuerpo humano, sobre todo masculino, ha ido configurándose a través de los siglos a partir de una sucesión de cánones, modas e ideales de belleza, que han servido para someter su ontología a una estricta categorización. Las representaciones visuales de cuerpos desnudos, que hasta el siglo XIX habían sido una prerrogativa de las Bellas Artes, hallarán un nuevo valor con la irrupción de la fotografía. A partir de entonces, el cuerpo podrá mostrarse potencialmente desviado y comenzará su personal trayecto jalonado por insubordinaciones y desobediencias. En sus composiciones escultóricas, Mediavilla recupera la ideología tradicional del cuerpo atlético, modulado por la proporción y el orden, para confrontarlo con un territorio complejo en la construcción de la identidad como es nuestro presente globalizado: “sensualidad, intimidad, fuerza, sensibilidad, voluntad, teatralidad, ironía, virilidad y ambigüedad son algunos de los polos entre los que gravita la identidad masculina contemporánea”, ha señalado el artista. El espacio de la piscina, donde el Mediavilla ubica a sus personajes, es el ámbito del deporte, del ocio y sobre todo de lo lúdico. Será el historiador Johan Huizinga quien señale en su libro Homo ludens (1938) la idea de que el juego es una función humana tan esencial como lo son el pensamiento o el trabajo. La fuerza del juego radica en la posibilidad de producir nuevas formas de afecciones, nuevas maneras de pensar y sentir. En este sentido, es posible establecer el concepto de juego como el espacio ordenado que permite temporalmente suspender el caos1. En los ámbitos geométricos y artificiales de las piscinas, atisba el artista un punto de encuentro con nuestros instintos más primarios, que se verán simbolizados a través de aquellos animales que se integran en la composición. En cierto sentido, ese hombre canónico que representa Mediavilla está a punto de descubrir que en él también habita la bestia, es decir, lo irracional y lo inesperado. CARLOS DELGADO MAYORDOMO Crítico de Arte


Imágenes de la Exposición
Manuel Mediavilla – Cortesía de la Galería BAT Alberto Cornejo

Entrada actualizada el el 18 may de 2018

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