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Decrecer

Exposición / Azkuna Zentroa - Alhondiga Bilbao / Plaza Arriquibar, 4 / Bilbao, Vizcaya, España
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Cuándo:
29 jun de 2023 - 07 ene de 2024

Inauguración:
29 jun de 2023

Comisariada por:
Juan Luis Moraza

Organizada por:
Azkuna Zentroa - Alhondiga Bilbao

Artistas participantes:
Bene Bergado

ENLACES OFICIALES
Web 
Etiquetas
Escultura  Escultura en Vizcaya  Instalación  Instalación en Vizcaya  Video arte  Video arte en Vizcaya 

       


Descripción de la Exposición

Decrecer es un proyecto expositivo específico para la Sala de Exposiciones de Azkuna Zentroa en el que se funden aspectos biográficos e ideológicos, pues, como reconoce la autora, «remontar hacia el pasado da espesor al presente». La artista propone el infinitivo “decrecer” frente al crecimiento exponencial e ilimitado de la producción y el consumo de nuestras sociedades desarrolladas. Esta llamada a la acción atraviesa la muestra comisariada por el artista Juan Luis Moraza. «El decrecimiento va a ser inevitable sea como opción o como consecuencia del colapso al que estamos abocados», advierte, trasladando algo que forma parte intrínseca del hacer en el arte: «la responsabilidad sobre nuestra propia vida, la responsabilidad de lo que se hace y de lo que transmitimos con ello». La exposición está compuesta por video, instalaciones creadas para esta muestra, obras, materiales, instalaciones y documentaciones de toda la trayectoria artística de Bene Bergado, y elementos relacionados con el proceso de elaboración de esta exposición. Las instalaciones y esculturas de la muestra dialogan con la necesidad de una desaceleración, a través de la conciencia de límite para adaptarnos a un futuro próximo de baja energía e inevitables cambios de vida. Decrecer muestra la tensión dinámica entre el arte y aquello de lo que trata: entre sus procesos artísticos y sus temáticas más explícitas. Así, destacan las instalaciones Tierra quemada, compuesta por una torre eléctrica de 30 metros de altura, fragmentada en cuatro partes convertidas en refugios o hábitats; y Generador que, a modo de un apilamiento en situación de almacén de obras de la artista desde los años 90 hasta la actualidad, opera como una batería que genera la intensidad de una obra cuya riqueza y complejidad nos compromete a una conciencia de lo real. Decrecer no es sólo un contenido o un tema de esta exposición, sino también y sobre todo un compromiso propio de la experiencia artística. Los procesos de elaboración de Bene Bergado aúnan de forma poética la fisicidad y el fondo simbólico de los materiales –sean basura reciclada o materiales nobles y reciclables como el bronce-; la configuración formal de las obras –que asume una herencia artística transversal-; las vivencias sensibles y emocionales; los factores simbólicos y argumentales; o los posicionamientos intelectuales e ideológicos. En Decrecer, las obras además de representar el mundo, son un modo particular de actuación en él, manifiestan una forma de responsabilidad y de atención hacia la vida, una forma de intensificación y de cuidado hacia lo concreto, hacia lo real. En este sentido, este proyecto expositivo es una alusión a la contención y la corresponsabilidad características de la experiencia artística en el que las obras implican a quien las contempla. «El proyecto Decrecer supone ahondar en cuestiones enunciadas en proyectos anteriores: el porqué del sentido de crecimiento ilimitado en la producción, pregunta que me hago desde bien niña. Pensar que si una empresa, para ir bien, tiene que crecer exponencialmente año a año, inevitablemente lleva a pensar a un final de colapso. Frente a la lógica del capitalismo basado en un crecimiento económico continuo e ilimitado alimentado por la energía más completa y poderosa que ha conocido la humanidad: el petróleo, el planeta se ha convertido en un mero proveedor de recursos que ya no es capaz de regenerarse a la velocidad desenfrenada de nuestro consumo», afirma la escultora. Esta exposición va acompañada de un programa público con actividades dirigidas al público escolar y también a familias, así como con visitas guiadas a la muestra. Contará además con la publicación del catálogo del proyecto expositivo y con un ensayo sobre el decrecimiento. ---------------------------------------- ---------------------------------------- Decrecer. Con este título, la escultora Bene Bergado presenta un proyecto expositivo específico para la Sala de Exposiciones de Azkuna Zentroa, muy ligado a su vuelta a Bilbao, en el que se funden aspectos biográficos e ideológicos, pues, como reconoce la autora, “remontar hacia el pasado da espesor al presente”. La artista propone el infinitivo “decrecer” frente al crecimiento exponencial e ilimitado de la producción y el consumo de nuestras “sociedades desarrolladas”, al derroche de los recursos naturales y a los efectos globales de su agotamiento y degradación. Como dice Isabelle Stengers, “estamos terriblemente mal preparados para hacer frente a lo que está ocurriendo”. El lema “vivir mejor con menos” pretende liberarnos de un modelo económico de escala, competitividad y urgencia que nos hace dependientes, y cambiar ese imaginario común en el que, los que vivimos con los lujos de las sociedades del bienestar, deseamos siempre más, y los que no los tienen desean ser como nosotros. “El decrecimiento va a ser inevitable sea como opción o como consecuencia del colapso al que estamos abocados”, advierte la artista. Las instalaciones y esculturas de la muestra dialogan con la necesidad de una desaceleración, a través de la conciencia de límite para adaptarnos a un futuro próximo de baja energía e inevitables cambios de vida; redefiniendo la idea de riqueza, para reconocerla como satisfacción moral, intelectual, estética, y como la asunción de nuestra responsabilidad como autores del futuro. Esta exposición, comisariada por el artista Juan Luis Moraza, quiere trasmitir algo que forma parte intrínseca del hacer en el arte, que es la responsabilidad sobre nuestra propia vida, la responsabilidad de lo que se hace y de lo que transmitimos con ello. La creación artística ensaya ese sentirnos capaces, volvernos capaces, hacernos responsables y asumir consecuencias. Esta llamada a la acción atraviesa la muestra, que, como gran diagrama que articula diferentes códigos y sistemas, desvela sus procesos artísticos y sus temáticas más explícitas. De este modo, “decrecer” no es sólo un contenido o un tema de esta exposición, sino también y sobre todo un compromiso propio de la experiencia artística. Los procesos de creación integran una búsqueda de congruencia entre fines y medios, entre intenciones y realizaciones, entre la expresión y la acción. Los procesos de elaboración de Bene Bergado integran de forma poética la fisicidad y el fondo simbólico de los materiales –sean basura reciclada o materiales nobles y reciclables como el bronce-, la transparencia de los procedimientos, la configuración formal de las obras –que asume una herencia artística transversal-, las vivencias sensibles y emocionales, las resonancias biográficas, los factores simbólicos y argumentales, los posicionamientos intelectuales e ideológicos… Así, las obras además de representar el mundo, son un modo particular de actuación en el mundo. Las obras de arte hacen presentes los procesos de interdependencia, tanto entre las personas y sus modos de simbolizar el mundo, como entre lo humano y el ambiente del que forman parte; manifiestan una forma de responsabilidad y de atención hacia la vida, una forma de intensificación y de cuidado hacia lo concreto, hacia lo real. En este sentido, “decrecer” es una alusión a la contención y la corresponsabilidad características de la experiencia artística en el que las obras nos implican. ---------------------------------------- ---------------------------------------- PRESENTACIÓN CURATORIAL Arte como límite Juan Luis Moraza. Comisario La cuestión de los límites del crecimiento ha despertado desde hace más de medio siglo, un interés creciente conforme los efectos de la civilización humana sobre el sistema-Tierra se han hecho inequívocamente manifiestos tanto a nivel local como a nivel planetario; conforme la fantasía de un crecimiento ilimitado se enfrenta a las irreductibles limitaciones e imposibilidades de lo real; conforme se comienza a reconocer que las consecuencias de nuestros éxitos evolutivos son además las causas de lo que se ya se aprecia como nuestro fracaso. Pues las ávidas formas de vida de las sociedades contemporáneas, para una población de más de ocho mil millones de humanos, necesitan un consumo de energía y de recursos superior a lo que cuatro planetas tierra podrían ofrecer. “Vivir mejor con menos” se vislumbra, entonces, como un acto de responsabilidad frente a una situación de aceleración y emergencia; pues vivir con más no es vivir mejor. Pero esa responsabilidad compromete cambios importantes, pues la inercia del actual sistema socio-económico en el capitalismo avanzado sólo se adapta a base de pobreza y crisis, incluso convirtiendo el colapso en una fuente de beneficios, eludiendo por completo las consecuencias. El crecimiento al que se refiere la noción del “decrecimiento”, está vinculado con la desmesura, el exceso, la extenuación y el agotamiento, la desarticulación y el apresuramiento, al consumo como consumación… Pero lo que hoy se reconocen como efectos perniciosos del desarrollo de nuestras opulentas formas de vida, pueden ser estimados en relación a las increíbles capacidades y tendencias humanas para alejarse por completo de lo real en lo imaginario, donde todo es posible, donde lo ilimitado, lo infinito, prometen una solución a las imposibilidades, las precariedades y las limitaciones de la vida. Ese impulso de virtualidad habrá supuesto una progresiva cadena de escisiones cognitivas y ambientales: de un lado, la segregación de la conciencia humana respecto a su codependencia ambiental, al diferenciar entre sujeto y objeto, entre naturaleza y cultura; y de otro, la segregación del saber humano entre un conocimiento inteligible y una experiencia sensible, entre una razón instrumental, y una vivencia emocional. Estas escisiones habrán sido causa y efecto de un desarrollo exponencial. Y enfrentada a su propia inercia, a la fragmentación de los saberes, a la división de intereses, a la fantasía de unos derechos sin responsabilidades, a la auto-exigencia de un desarrollismo acelerado y adoptado como inevitable e indiscutible, reproduce esos principios creyendo que mágicamente la intensificación del desarrollo puede resolver las contraindicaciones del desarrollo. En el límite de la cultura, algo del arte escapa a estas lógicas exponenciales de progreso y obsolescencia; y no del todo se asimila a las “tecnologías del encantamiento” de la sociedad del espectáculo. En su pequeña reserva, exento de compromisos de productividad o desarrollo, el arte habrá conservado un potencial integrador, especializándose en una no-especialización que involucra procesos de modelización simbólica y material del mundo. En las artes plásticas, y especialmente en la escultura, los procesos de elaboración tratan intensamente con la fisicidad material y espacial. Seguramente por eso, es consustancial a los procesos de creación la presencia de una clara conciencia de límite que no puede permitirse un exceso de veleidades en lo imaginario; y también por eso, las obras actúan en un plano que no es el del discurso. La procesualidad radical en la elaboración apela además a una suspensión de la supuesta independencia de lo simbólico. La experiencia del límite no es sólo una condición del proceso de creación, sino también una forma de experiencia vital… Crear como vivir: la búsqueda de una congruencia personal exige un compromiso donde la creación es una forma de vida personal sustentada en la experiencia del límite, tanto como en la responsabilidad respecto al patrimonio cultural y natural que recibe como herencia y como un débito de legado. Esta es la naturaleza poética (poiesis) y la sensibilidad ambiental de la creación artística. Los procesos de elaboración de estas obras son lentos, y ese tiempo, el tiempo del proceso, es un contenido fundamental que condensa un saber entremezclado de aspectos biográficos, sensoriales, emocionales, ideológicos, conceptuales, simbólicos, en una concreción tan determinada como abierta. Los procesos, no son aquí meramente instrumentales, dirigidos a la realización de un proyecto, de un producto, sino el contenido experiencial de una conciencia de límite sobre la forma de vivir. El proceso es un tiempo de adecuación rítmica, de desaceleración respecto a la urgencia de un resultado eficiente. El proceso es, en fin, una sensibilidad a las condiciones reales, y supone en sí mismo una contención deliberada que da tiempo al suceder. Las obras que conforman esta exposición ofrecen esta experiencia, este tiempo, este proceso. Y lo hacen con la solemnidad y la elocuencia de la intensidad y la honestidad autorial. El arte trata de la vida, pero de una vida intensificada por una mirada, filtrada por esta forma singular de sentir, de pensar, de actuar. Pues el arte es menos una proposición interpretativa que una actividad, una forma de hacer que complejiza la experiencia, y otorga a las obras una cualidad singular, una aportación de decrecimiento. ---------------------------------------- ---------------------------------------- ESPACIOS Y OBRAS SALA I. Componentes Consiste en la proyección revisada del video PROSPECTO realizado en 2016 en el que recorren la pantalla a modo de créditos cinematográficos, un listado de aditivos alimentarios —colorantes, conservantes, antioxidantes, espesantes, estabilizantes, emulsionantes, reguladores de Ph, edulcorantes, acidificantes, álcalis o bases, antiapelmazantes, reguladores de acidez, potenciadores del sabor, ceras, agentes de recubrimiento, mejorantes, gases de empaquetamiento, edulcorantes, formadores de espuma…-, que forman parte de los alimentos producidos por la industria de la alimentación y su procesamiento. Estas dosis a medio y largo plazo, someten a nuestros cuerpos a procesos de desestabilización orgánica que desconocemos, al igual que todos los químicos con los que nos relacionamos a diario. Así, se comportan como componentes oponentes, como residentes “caballos de Troya”. El título Componentes enfatiza esta confrontación en el ambiente interno del metabolismo. SALA II. Abatimiento de encuentro y ornamento Encuentro y ornamento es una instalación conformada por dos docenas de platos, algunos enteros y otros rotos, fundidos en bronce y esmaltados. Cada plato incluye, en lugar de un dibujo decorativo, una fecha significativa personal o social de la vida de la artista en dos colores; unos dorados y otros negros, como pertenecientes a dos “equipos”… En su versión original, los platos se encontraban sobre una superficie construida por dos lienzos de tela de lino virgen de 365x65cm. Esta superficie está dividida por una red de ping-pong que no está situada en el centro, sino en una proporción áurea, que condiciona un juego en desigualdad de oportunidades. Esta mesa de juego, sobre la que se acumulaban los platos como después de un enfrentamiento, se encontraba sobre una estructura de andamio. La palabra “encuentro”, remite a una reunión o aproximación, pero también a un litigio, a un enfrentamiento tanto deportivo como conflictivo. Romper un plato es, además, la metáfora de una pérdida de la inocencia, de las consecuencias del compromiso de vivir, de modo que cada ruptura es también un comienzo. SALA III. Batería Batería es una instalación conformada por una estantería industrial de 20 metros de largo en la que apilan, obras, materiales, instalaciones, documentaciones de toda la trayectoria artística, y elementos relacionados con el proceso de elaboración de esta exposición. Unas piezas han dado lugar y generado otras, y la densidad de sus yuxtaposiciones y oposiciones, no pretende solo mostrar un hacer, sino interconectar formas, contenidos, materiales etapas. Esta gran estantería es metáfora y metonimia del proceso de elaboración como batería generatriz, como apilamiento y pila. No se trata de un archivo (en el que el orden dificulta las interaccione entre los elementos), ni sólo de un almacén donde los materiales apelan a su disponibilidad, sino de una instalación que apila obras y materiales ensayando una batería en la que esos elementos generen una situación energética y procesual. Cada artista opera desde su deseo sobre el fondo de un legado simbólico, y sensible. Las obras, propias y ajenas, existen en sus relaciones, en su conductividad. Y cada instante de creación entrelaza una mirada retrospectiva con una mirada prospectiva. Como una batería, ese fondo de la artista no sólo desvela sus procesos, sino que además activa las interconexiones de esos materiales, condensaciones de energías que generan por sí mismas nuevas conexiones. El almacén, físico y psíquico es un apilamiento espacial y temporal que genera deseo. De hecho, el origen de la generación de electricidad proviene de la observación de los procesos de oxidación y putrefacción; y la primera batería de la historia fue un apilamiento de discos metálicos de plata y zinc separados entre sí por trozos de tela, cartón o piel, humedecidos con vinagre o agua salada. SALA IV. Tierra quemada Este título con orígenes bélicos, nos habla de vencer a través de eliminar los medios de subsistencia y el debilitamiento psicológico del enemigo, y también se aplica en finanzas a la autodestrucción de lo valioso para evitar que te fagociten, para dejar de tener interés para el otro y que te dejen en paz a costa de perder valor. Tierra quemada es una instalación cuyo eje central es una torre eléctrica C-500-30 fragmentada. Las torres de transmisión de electricidad pertenecen a la tradición monumental de los signos de autoridad, (desde las estatuas a los rascacielos) de acuerdo a una lógica de posición, y altura. Las torres eléctricas son soportes estrictamente estructurales que no sostienen una figura, sino la transmisión misma, el flujo de energía e información, figuras de una nueva autoridad sin imagen. Las torres caídas forman parte de una larga tradición de monumentalidad negativa, como escenas de deslegitimación, como monumentos destituidos, signos de un colapso del sistema. Pero esta obra tiene además que ver con la supervivencia a pesar de todo; con la energía vital de crear hogar allá donde vayas, a pesar de lo terrible que pueda ser la situación. De generar valor con lo que tengas a mano y disfrutar de lo pequeño. Esta es una torre desmontada, descartada, convertida en hábitat o refugio. Al igual que en la serie de obras de la artista titulada Trampas, este espacio es el soporte de indicios diseminados de un asentamiento precario: zonas de suelo de parquet, sacos de dormir, maquetas, restos de comida, zapatos, maletas rotas o descompuestas, -algunos de estos objetos están fundidos en bronce, jugando con la idea de dar valor y durabilidad a lo perecedero e insignificante-…y otros signos de un habitar: desde evocaciones de seres humanos disueltos en estado de letargo, somnolencia o quizá de muerte, hasta formas híbridas entre la descomposición y la gestación… todos estos objetos, seres y circuitos, hacen un ambiente, un ambos en el que, como espectadores, estamos también involucrados. ---------------------------------------- ---------------------------------------- BIOGRAFÍAS Bene Bergado Nacida en Salamanca, Bene Bergado ha vivido y se ha formado en Bilbao. Decrecer supone su vuelta a la ciudad en la que dio sus primeros pasos profesionales, con un proyecto que ahonda en cuestiones enunciadas en trabajos anteriores y en el que se funden aspectos biográficos e ideológicos. Las obras de Bene Bergado habitan los intrincados dispositivos y procesos en los que lo real, la realidad y la ficción se articulan y desarticulan en híbridos vivenciales. En sus esculturas, todo es simultáneamente verosímil y equívoco, sospechoso y veraz. Todo se muestra como encrucijada representacional que apela a la memoria y a la narración, al recuerdo y a la ficción, a la concreción y al espejismo, a las experiencias vividas y a la fuerza del imaginario. Y los resortes de la ficción se vuelven indiscernibles de los mecanismos de la conciencia. La artista destaca tanto por su carácter investigador como por una actitud de ir siempre más allá, cualidades con las que consolida la creación de un mundo muy personal. Juan Luis Moraza El escultor Juan Luis Moraza viene realizando exposiciones individuales y participando en muestras colectivas desde 1980. Es profesor titular de la Universidad de Vigo e imparte docencia en programas de Máster y Doctorado de varias universidades. Ha comisariado en Artium, Reina Sofía, Guggenheim-Bilbao y La Casa Encendida, entre otros. Autor de libros como Corduras (2007), Ornamento y Ley (2007), Formas del límite (2006), MA(non É)DONNA, Imágenes de creación, Procreación y anticoncepción (1993), Seis sexos de la diferencia (1990), y numerosos ensayos en libros de colaboración, revistas especializadas, catálogos y periódicos.


Entrada actualizada el el 29 jun de 2023

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