El desnudo femenino y su expresión artística comienzan en los lejanos tiempos del paleolítico, sus esculturas y sus bajo relieves, y se continúa en la historia del arte, desde los griegos a los grandes maestros.
A fines del Siglo XIX la fotografía, que irrumpe como una nueva forma artística, desafía y parcialmente reemplaza a la pintura y la escultura.
Después de más de cien años la fotografía digital la reemplaza en sus funciones sociales de sacralizar los momentos solemnes de la familia, multiplicando al infinito las imágenes que los testimonian, y la desafía como arte.
El arte del desnudo pos digital y pos fotográfico se reinventa como puntillismo, con recursos estrictamente fotográficos: el aumento del grano de la película por el revelado, la iluminación, el recorte de lo fotografiado, y finalmente un virador sepia que completa la unidad estilística de la muestra.
Al igual que en el puntillismo, las formas femeninas que se perciben...a la distancia se disuelven un número casi infinito de puntos.
Hay algo inquietante en esas imágenes delicadas, de un suave cromatismo, que dejan de existir en la cercanía.
Como si la cámara hubiese captado en el fugaz instante del disparo algo del misterio del eterno femenino, y de pronto desapareciera, sin que podamos retenerlo.
César Lorenzano
Entrada actualizada el el 13 jul de 2017
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