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De viaje. Arquitectura española en el mundo árabe

Exposición / Casa Arabe - Madrid / Álcalá, 62 / Madrid, España
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Cuándo:
19 jun de 2013 - 15 sep de 2013

Inauguración:
19 jun de 2013

Organizada por:
Casa Árabe

       


Descripción de la Exposición

Una exposición en la que se dan a conocer proyectos de empresas y estudios de arquitectura españoles desarrollados en países árabes. La muestra, organizada en colaboración con el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), pretende ser un reconocimiento a la labor de los profesionales españoles creativos y competitivos que realizan trabajos de calidad en la región, así como poner de manifiesto las posibilidades que ofrecen el Norte de África y Oriente Medio.

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?De viaje. Arquitectura española en el mundo árabe? recoge proyectos de reconocidos estudios de arquitectura como Nieto Sobejano, Fenwick Irribarren, Lamela, César Ruiz Larrea, Rafael de la Hoz o Campo Baeza, además de otros más jóvenes que han apostado por la internacionalización en los países árabes, como es el caso de AGI Arquitectos, Hadit o AV62. También están representadas algunas de las ingenierías españolas más importantes, entre ellas Alatec, Sener, Idom o TYPSA, esta última presente en el mundo árabe desde hace varias décadas.        El trabajo llevado a cabo por las empresas y estudios de arquitectura españoles en países árabes es un excelente ejemplo de internacionalización exitosa, que contribuye a consolidar y a posicionar la marca España. En este sentido, los proyectos destacados en esta exposición son el resultado de un trabajo complejo, constante y a largo plazo, que comienza a dar sus frutos gracias a la excelencia del sector y a unos servicios de calidad.

 

 DE VIAJE. ARQUITECTURA ESPAÑOLA EN EL MUNDO ÁRABE

 

Esta exposición muestra el interés y la necesidad de la cooperación entre instituciones muy distintas para apoyar y difundir la arquitectura española en el ámbito internacional. En este caso, Casa Árabe y el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España se han unido para dar visibilidad a la actividad de los profesionales de la arquitectura española que se aventuran a trabajar en los países árabes, tan distintos pero tan próximos a nosotros.

 

El trabajo llevado a cabo por los estudios de arquitectura y por las empresas españolas en países árabes es un excelente ejemplo de una labor de internacionalización exitosa que contribuye enormemente a consolidar y a posicionar la marca España en el exterior, y en concreto en el mundo árabe. Los proyectos destacados en esta exposición son el resultado de un trabajo complejo, constante y a largo plazo, que comienza a dar sus frutos, gracias a la excelencia del sector y de unos servicios de calidad.

 

Aunque esta relación de nuestra arquitectura con el mundo árabe se remonta atrás en el tiempo, hoy día adquiere especial relevancia en el contexto económico en que nos encontramos. La muestra no sólo quiere ser un reconocimiento a la iniciativa de nuestros profesionales al trabajar en el exterior, manteniendo valores tan importantes como la competitividad y la creatividad, sino también un llamamiento a las posibilidades que la región del Norte de África y de Oriente Medio ofrece a los profesionales de la arquitectura.

 

Pero la Arquitectura no sólo puede mirarse desde esta dimensión económica y comercial, también es cultura y conocimiento, más importante aún cuando existen vínculos tan evidentes entre nuestras culturas. La exposición quiere profundizar en esta relación histórica y en cómo se manifiesta en la actualidad en las propuestas arquitectónicas surgidas de la colaboración entre el mundo arabo-islámico y los arquitectos españoles.

 

Sin duda, el prestigio de la Arquitectura Española es internacionalmente reconocido y exposiciones como ésta contribuyen a difundir la calidad y relevancia del trabajo de los arquitectos y empresas españolas en el mundo árabe. Se trata de una labor a largo plazo, en la que la Casa Árabe y el CSCAE estamos y estaremos comprometidos.

 

Como dice el título de la exposición, seguimos ?de viaje?.

 

Eduardo López Busquets

Director general

Casa Árabe

 

Jordi Ludevid i Anglada

Presidente

CSCAE

 

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Viaje de ida y vuelta: arquitectura española en el mundo árabe

Anatxu Zabalbeascoa

Periodista e historiadora especializada en arquitectura

 

Las cuatro viviendas que Alberto Campo Baeza levantó en Argel hace veinte años ¿eran arquitectura moderna o tradición mediterránea? Aquellos cuatro cubos están hoy envueltos por la vegetación del jardín de la Embajada Española en esa ciudad.

 

Han sido asimilados, arropados incluso, por el lugar. Sin embargo, sus tapias, sus patios y sus azoteas remiten ahora, como entonces, a un tipo de arquitectura austera y sólida que emplea medios escasos pero decisiones firmes para lidiar con el sol y mantenerse fuera del tiempo.

 

Mucho más reciente, la reconstrucción de los zocos de Beirut realizada en 2009 por Rafael Moneo extiende ese carácter atemporal de la arquitectura de gruesos muros, sombras y celosías, al espacio público y a la idea urbana de integrar usos para levantar calles con los nuevos inmuebles. Así, ese céntrico barrio comercial libanés es a la vez edificio y ciudad, un gran zócalo capaz de dar continuidad a la vida en el corazón de la ciudad.

 

Mirando al Atlántico, el paseo marítimo que los arquitectos del estudio canario MPC diseñaron para Agadir, en Marruecos, también une: forma un manto sinuoso de adoquín rojo que utiliza ese material tradicional para suavizar la pendiente del terreno y para ordenar el encuentro entre una arquitectura desmesurada y desordenada -que parece hija de nuestra propia costa mediterránea- y el océano.

 

Más allá de procurar viviendas, torres de oficinas, hoteles o equipamientos aislados, la reconquista de una identidad ancestral -como raigambre- y la conquista del espacio público -como territorio en el que crecer- son las claves de los mejores proyectos que cada vez más equipos de arquitectos españoles están levantando en países de cultura árabe. Fue en Bagdad donde Vitoria Garriga entendió el poder transformador de la arquitectura. Tras seis años viajando a esa ciudad, su estudio, AV62, ganó el primer premio para reconstruir el barrio de Adhamiya. Ella atribuye ese triunfo a la voluntad reparadora del proyecto. Reparar, exportar lo mejor de nuestra cultura es la clave para que los arquitectos españoles desplieguen su conocimiento por el mundo. No se trata de llegar de cualquier manera. Se trata de reparar en lugar de arrasar. De sembrar, de demostrar conocimiento, de devolver ese conocimiento incluso.

 

El museo del sitio arqueológico de Medina Azahara, en Córdoba, es un ejemplo de ese viaje de ida y vuelta. Los cimientos son árabes, pero nuevas celosías, patios, huecos, filtros, reflejos y hasta otro sonido del agua ideados por Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano dibujan hoy un nuevo paisaje de tradición sostenible que, lejos de borrar la historia, la trata de tú, con familiaridad.

 

Son muchos los proyectos que los arquitectos españoles han propuesto en países donde domina la cultura árabe. Los construidos, no en vano, tienen un origen común en la comprensión de unas tradiciones o, lo que es lo mismo, en el conocimiento de la historia de un lugar. Son proyectos en los que cuesta adivinar el momento en el que fueron levantados y, por lo tanto, se hace también difícil detectar en ellos el paso del tiempo. No tienen tiempo, pero tienen lugar. Y contribuyen a la tradición entendiéndola y actualizándola. Esa arquitectura española no es ningún experimento visual, está ayudando a construir y reconstruir barrios y ciudades árabes. Es, además de un intercambio económico, un diálogo cultural.

 

Otras arquitecturas que anteponen las fachadas, lo epidérmico y lo momentáneo tienen más difícil pervivir. En ellas es más fácil leer la pertenencia a un tiempo que la posibilidad de un futuro. Los mejores proyectos levantados por arquitectos españoles en países árabes envían otro mensaje: la arquitectura no debe representar ni arraigar en una época. Los buenos edificios, como los paisajes, pertenecen a los lugares.

 

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ARQUITECTURA ESPAÑOLA Y MUNDO ÁRABE: UNA HISTORIA DE CONTACTOS E INTERCAMBIOS

 

Juan Calatrava

Profesor de la ETSA de Granada

 

Ningún análisis de la contribución española a la arquitectura y urbanismo contemporáneos en los países árabes puede prescindir de una cierta mirada al pasado, que inmediatamente nos revelará hasta qué punto esta contemporaneidad no es sino un nuevo episodio más a añadir a una larga historia de relaciones, intercambios, préstamos mutuos e hibridaciones culturales.

 

Esta historia, que en realidad comienza con la propia coexistencia medieval del islam y la cristiandad en suelo hispánico, tiene en sus derivaciones modernas ya casi tres siglos de existencia. Podemos fechar un primer hito: en 1766 la Academia de San Fernando envía a Granada y Córdoba a José de Hermosilla, Juan de Villanueva y Juan P. Arnal para abordar el primer estudio minucioso de los monumentos árabes de ambas ciudades, con el objetivo declarado de integrarlos en la historia de la arquitectura patria y con el resultado de la tardía (1804) pero espléndida publicación de las Antigüedades árabes de España.

 

A lo largo del siglo XIX, la exaltación con que los viajeros románticos admiraron los monumentos islámicos españoles constituyó uno de los elementos básicos del moderno orientalismo. El discurso orientalista era complejo: por un lado envolvía a las arquitecturas ?de los moros? en efusiones ditirámbicas y hablaba (Victor Hugo, Washington Irving) de ?palacios encantados? y mundos de leyenda, pero con ello al mismo tiempo negaba a la arquitectura islámica un espacio propio en la historia y la ubicaba en ese limbo atemporal al que eran relegadas las sociedades consideradas inferiores al racional hombre de Occidente.

 

Aunque algunos como Owen Jones (que comparó directamente la Alhambra con el Partenón y que montó en el Crystal Palace de Sydenham, en 1854, una célebre réplica del Patio de los Leones) abanderasen otro tipo de orientalismo defendiendo el carácter científico y nada fantasioso del ornamento islámico, la vaga identificación de lo árabe con la idea de voluptuosidad se insertó perfectamente en los nuevos espacios de sociabilidad de las metrópolis modernas (baños, hoteles, cafés, saloncitos privados...), dando lugar a toda una arquitectura orientalista de carácter ecléctico que combinaba caprichosamente formas y elementos de diversos periodos y lugares.

 

Algo de ella comenzó, por otra parte, un viaje de vuelta a ese Oriente mitificado del que había surgido. Así, cuando para la inauguración del Canal de Suez, en 1867, el Jedive de Egipto quiso construir una residencia para dignatarios invitados, fue al mismo Owen Jones a quien encargó el proyecto. Y desde finales del siglo XIX, los procesos de modernización de ciudades como Alejandría o Estambul comenzaron a registrar la intervención de arquitectos occidentales, e incluso de arquitectos autóctonos que resultaban ser más ?orientalistas? que verdaderamente orientales.

 

Este tipo de arquitectura encontró un terreno privilegiado de aplicación en los pabellones de España en las diversas exposiciones universales. En la de París de 1878, el pabellón español de Agustín Ortiz de Villajos mostraba, en la Rue des Nations, esa imagen ?moresca? con la que el público francés identificaba a España. Y en la de Bruselas, en 1911, volvió a aparecer un Patio de los Leones, ahora de la mano de Modesto Cendoya, que ese mismo año firmaba uno de los hitos del orientalismo hispano, el Hotel Alhambra Palace de Granada. De mucha mayor sensibilidad histórica haría gala, sin embargo, Leopoldo Torres Balbás, autor del pabellón de Granada en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 y, sobre todo, figura destacada de un nuevo modelo de restauración científica enfrentada a las fantasías adornistas de los restauradores de lo islámico en el siglo XIX.

 

El siglo XX aportará nuevos desarrollos de la relación islam-Occidente en arquitectura. Baste recordar la figura emblemática de Le Corbusier, con sus sucesivos proyectos para Argel, en los cuales siempre propugnó la preservación de la Kasbah y la demolición, en cambio, del área europea construida por los franceses, y que en numerosas ocasiones manifestó cuánto había aprendido de la arquitectura árabe, pero no ya en materia ornamental, como los orientalistas del XIX, sino en lo referente a concepciones espaciales y a modos de uso de los ambientes. Se abría así la puerta a la integración de ciertos aspectos de lo árabe en el proyecto moderno.

 

Las situaciones coloniales propiciaban, por otra parte, múltiples coexistencias entre la arquitectura moderna occidental y la autóctona. En el caso español, la muy notable arquitectura realizada a lo largo de la primera mitad del siglo XX en el Protectorado de Marruecos nos muestra lo arquitectónicamente fructífera que fue esta difícil etapa política. Pero estas arquitecturas occidentales en suelo árabe nos ponen también actualmente sobre el tapete los novedosos problemas patrimoniales de su conservación en contextos sociales y políticos radicalmente mutados y en los que sobre ellas pueden fácilmente recaer estigmas ajenos a la propia arquitectura.

 

En 1952, la arquitectura islámica propició en España un nuevo encuentro con la modernidad. En la Alhambra se reunieron numerosos arquitectos que, a través de una lectura del monumento en clave de volúmenes, masas, espacios y construcción, veían en él la incitación, desde una historia revisada, a recuperar el pulso de lo moderno sin renunciar a los valores arquitectónicos de la tradición. El Manifiesto de la Alhambra resumía en 1953 este nuevo modo contemporáneo de mirar lo árabe.

 

Después de 1945, los procesos de descolonización suscitan nuevos e inéditos modos de entender la relación entre la tradición árabe y la modernidad occidental. Los arquitectos occidentales (piénsese, de nuevo, en Le Corbusier, o en Louis Kahn) responden de manera masiva a las ansias de modernización de los países recién independizados. En muchos casos, son estos nuevos gobiernos los que patrocinan arquitecturas decididamente modernas y ajenas a las tradiciones autóctonas, pero se multiplican también los proyectos que trabajan sutilmente en la frontera entre lo occidental y lo autóctono. Un brillante ejemplo de ello podría ser el proyecto de Josep Lluis Sert para la embajada de Estados Unidos de América en Bagdad.

 

Es este recorrido el que nos conduce a una situación actual llena tanto de dificultades como de promesas. Si resulta ya evidente que la globalización impulsa la difusión de un cierto tipo de arquitectura igual a sí misma, basada a menudo en la espectacularidad pero al mismo tiempo de contornos cada vez más diluidos, la gran oportunidad de la aportación española a la arquitectura árabe del siglo XXI puede residir, sin duda, en contribuir al desarrollo de la misma desde el conocimiento crítico del pasado, con toda la riqueza de esta historia previa de contactos e intercambios.

 


Imágenes de la Exposición
Estudio Fenwick Irribarren, Centro Deportivo para Mujeres. Doha, Qatar

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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