Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- El retrato puede considerarse la expresión por excelencia de lo humano. Un género fotográfico que se articula a partir de un diálogo múltiple entre fotógrafo / modelo, fotógrafo / espectador y modelo / espectador. Desde el comienzo mismo de la fotografía se fueron explorando las implicaciones y consecuencias de estas complejas relaciones dando lugar a un sedimento de prácticas y usos, de rostros y cuerpos, que fueron conformando la genealogía del género. Fue precisamente a partir de los años 50 del pasado siglo cuando toda esta tradición se vio sometida a un proceso continuo e imparable de exploración, revisión y cuestionamiento. Cinco décadas durante las cuales el género del retrato sufre profundas transformaciones y la presencia de lo humano, del sujeto tanto individual como colectivo, se convierte en el eje central de toda una serie de estrategias creativas que entran a reflexionar sobre la identidad, la individualidad, las categorías sociales, lo público y lo privado, el cuerpo y el género. Son años en los que la práctica fotográfica se funde con el resto de las disciplinas artísticas y se procede a revisar tanto los modelos históricos y funcionales de lo fotográfico como las aportaciones de las vanguardias.
Fotografía Internacional 1950-2000. Comisariada por Ute Eskildsen, directora del departamento de fotografía del Museo Folkwang de Essen (Alemania), esta exposición reúne más de un centenar de fotografías en las que desde diferentes enfoques conceptuales y estéticos se explora el tema de la representación humana. Un tema que ha tenido un papel central en la historia de la práctica fotográfica. La mayoría de las imágenes que se presentan se realizaron entre 1950 y la actualidad, aunque a modo de introducción también se incluye una selección de fotografías anteriores. En esta muestra -que se complementa con la que el Museo Picasso de Málaga dedica a la representación de lo humano en la fotografía de la primera mitad del siglo XX- se pueden ver obras de más de setenta autores (entre otros, Irving Penn, Thomas Ruff, Larry Clark, Richard Avedon, Robert Frank, Otto Steinert, Philip-Lorca di Corca, Pierre Gonord, Cindy Sherman, Cristina García Rodero o Andrés Serrano) procedentes, en la mayor parte de lo casos, del citado Museo Folkwang de Essen.
En esa década el modelo de documentalismo social liberal, en el que se había situado preferentemente la práctica del retrato, empieza a entrar en crisis en Estados Unidos. Figuras como Robert Frank, Garry Winogrand o Lee Friedlander comienzan a poner en evidencia que los cambios del paisaje social, especialmente en el medio urbano, estaban modificando radicalmente los parámetros de construcción y percepción del sujeto; mientras Diane Arbus retrata una galería de antihéroes singulares que se encuentran muy alejados de los abundantes personajes ejemplarizantes y universales del documentalismo de la década anterior.
Pero paralelamente a esta postura un grupo destacado de fotógrafos, como Nan Goldin, Larry Clark, Danny Lyon o Eugene Richards, planteaban una vuelta a lo testimonial, a los contextos concretos y en cierta manera a lo marginal. En cierto sentido se estaba dando una reacción frente a la disolución del sujeto.
Este interés por la concreción de contextos que explican y determinan al sujeto o por grupos humanos, sociales y profesionales bien definidos y delimitados, se ha convertido desde los años ochenta en un modelo ampliamente difundido. Ahí están los trabajos de Boris Mijailov, Tina Barney, André Gelpke, Susan Meiselas, Martin Parr, Esko Männikkö, Judith Joy-Ross. Miguel Trillo o Cristina García Rodero entre otros. El sujeto se explica por su pertenencia a una comunidad o un grupo o por el hecho de compartir algún tipo de experiencia común.
Muy diferente y contrastada es la posición que ha persistido en profundizar en la disolución del sujeto y en su pérdida de unidad y singularidad. Autores como Beat Streuli, Valérie Jouve o Philip Lorca diCorcia muestran en este sentido la inmersión y disolución del individuo en un medio urbano cada vez más desnaturalizado.
El trabajo sobre el gesto, la indumentaria o las referencias a una iconografía clásica preferentemente pictórica, son procedimientos a los que se recurre con frecuencia a partir de los años ochenta. Son obras de apariencia muy estetizante, elegantes y bellas, que se sirven de la cita histórica para vehicular un discurso crítico. Es el caso de Andres Serrano, Bernhard Prinz o Craigie Horsfield.
Un uso más literal de referencias pictóricas aparece en la escuela holandesa, con una práctica que se ha volcado preferentemente en el registro de identidades inestables, con autores como Hellen van Meene o Koos Breukel. Referencia a modelos iconográficos históricos que aparece también en la obra de Rineke Dijkstra. Su propuesta, que ha sabido actualizar el modelo de August Sander, reinstaura una lectura del retrato como un género capaz de transmitir y hacer aflorar la subjetividad del individuo.
El diálogo entre identidad y condición humana, entre especificidad individual y valores universales de existencia, forma parte de la propia genealogía del retrato. Desde Paul Strand, a Robert Mappelthorpe, Richard Avedon o, más recientemente, Pierre Gonnord, existe una pulsión inevitable que reaparece con facilidad en la práctica del retrato: la que aspira a conseguir la emancipación corporal capaz de sacar a la luz lo que hay bajo la piel.
Pero no todos los autores confieren las mismas posibilidades al retrato fotográfico. Thomas Ruff rebaja y prácticamente anula la profundidad expresiva. En su extensa serie Retratos Ruff no se limita a plantear la cuestión de la identidad, a través del desarrollo de una individualidad anónima que resulta inaccesible por su incapacidad para comunicar, sino que también incide sobre los mecanismos de identificación con la información contenida en las imágenes. Por su parte, Thomas Struth con sus “retratos de familia” construye un testimonio sobre personas que viven en nuestra época. Tanto Ruff como Struth ofrecen la imagen diluida y en trance de desaparición del sujeto o del modelo familiar.
En el proceso de deconstrucción y cuestionamiento del retrato como modelo válido para representar la subjetividad y la identidad ocupa un lugar destacado la obra de Cindy Sherman, especialmente su serie Untitled Film Stills, donde plantea que la condición misma de la identidad se basa en la representación, en relatos, imágenes, convenciones y tipos sociales. Sherman convierte su cuerpo en el objeto de múltiples transformaciones, haciendo del simulacro y la alegoría herramientas de indudable eficacia.
Las prácticas que continúan la reflexión sobre la pérdida de unidad, la absorción del individuo por el cuadro social mediático, la fragmentación del cuerpo o el proceso de masificación y dispersión de la imagen están presentes en autores como John Coplans, Thomas Florschuetz, Astrid Klein, Michael Schmidt o Hans-Peter Feldmann. Artistas que abordan la actual naturaleza y economía de las imágenes, evidenciando las convenciones y sistemas que articulan nuestro mundo visual.
En cierto modo, lo que puede apreciarse en esta exposición es una dialéctica generalizada entre aquellos trabajos que buscan la singularidad o la sensación de arraigo social y territorial, y aquellos otros que se mueven en la universalización abstracta y la crítica al sistema de signos y la representación.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España