Descripción de la Exposición
Un año más el Museo de Dibujo realiza una de sus principales exposiciones temporales coincidiendo con la inauguración del Güestival. Este año además se trata de una exposición un tanto especial. Se cumplen 50 años de la primera exposición individual de Fernando Alvira.
El artista vinculado desde los inicios a este Museo, va a realizar varios actos para conmemorar esta fecha tan señalada. Siendo el primero de ellos esta exposición de dibujo.
Toma como lema la serie de Desastres de la guerra de Goya. Este trabajo fue iniciado en los años 70, y aparcado durante casi 40 años. Y es ahora cuando retoma el dibujo y la pintura como actividad principal, lo que le ha hecho volver la mirada a la obra de este genio aragonés. Una mirada que ha quedado cautivada en estos Desastres de la guerra, no solo por el tremendo mensaje que atesora esa serie, sino también por las formas y por los procedimientos. Fernando Alvira ha elegido la tinta principalmente junto con el carboncillo y la acuarela para plasmar estas particulares visiones en las que se conjugan obras más figurativas con obras mucho más conceptuales.
Esta exposición además contará con la participación del artista, que nos regalara la creación en directo de una de las piezas de gran tamaño que forman parte de la exposición, haciendo que todos los participantes podamos contemplar parte del proceso creativo
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Por qué Goya
En la clase de Historia del Arte que impartía Rafael Santos Torroella en la Escuela Superior de Bellas Artes San Jorge de Barcelona, el curso 1972-73, comenzó mi interés por la figura y la obra de Goya. A la hora de planificar el trabajo que debíamos realizar para esa asignatura, tomé la figura del artista aragonés y universal centrando mi reflexión en el momento en el que abandona la pintura de salones y estancias de la realeza y la burguesía.
El trabajo se extravió pero, pese a los años transcurridos, creo recordar que el hilo conductor de un texto, abundante en recursos tipográficos, se basaba en algunos párrafos de una de las cartas a su amigo Zapater en los que le comentaba su amistad con algunos ilustrados cuyas teorías no llegaba a entender del todo, pero le dejaban una desazón considerable a la que su nueva pintura pretendía dar respuesta.
Desde ese momento tuve ojos casi en exclusiva para sus pinturas negras y para las colecciones de grabados, especialmente los desastres de la guerra y los caprichos (aunque nunca he dejado de mirar con intensidad en mis visitas al Museo del Prado los retratos de la condesa de Chinchón y de la familia de Carlos IV preguntándome cada vez cómo no había sido fusilado a la entrega de este último…)
Ese interés por Goya lo llevé a la práctica comenzando a copiar, a partir de 1975, algunos de sus dibujos utilizando plumilla, carbones o pasteles, y elaborando algunas pequeñas piezas, incluido un autorretrato, en papeles de diverso gramaje de las que solo se han salvado unas pocas que han ido de estudio en estudio a lo largo de los cuarenta y tantos años transcurridos.
El trabajo sobre Goya quedó adormecido en el curso 1976-77, a mi regreso definitivo a Huesca, aunque no se adormeció mi interés sobre la vida y la obra del genio aragonés. Algunas conferencias y bastantes horas de clase en estos últimos treinta y tantos años lo han dejado claro.
En septiembre de 2015 comencé una nueva etapa, jubilosa, y retomé aquel viejo proyecto al que ahora puedo dedicar el tiempo que necesite. Cuento además, en el Instituto de Estudios Altoaragoneses de la Diputación de Huesca, con una de las bibliotecas mejor dotadas sobre el genio, textos e imágenes, gracias al notable incremento que trajo consigo el depósito que la Academia realizó con la biblioteca del profesor Arnaiz.
No abandoné el paisaje, por supuesto, pero decidí que había llegado el momento de concluir el trabajo que comenzara hace casi medio siglo en la clase de Rafael Santos Torroella. Me he centrado en los desastres de la guerra porque siempre me ha parecido que Goya, en esa serie, no actúa como cronista de una tremenda realidad que le tocó vivir muy de cerca, sino como notario de la estupidez que supone la guerra; cualquier clase de guerra. Y dentro de esa serie me interesa, sobre el resto, el desastre numero dos por su dinamismo compositivo.
El Goya de esa etapa final ha influido en muchos de los movimientos más importantes del arte a lo largo de los siglos XIX y XX y en algunas de las más importantes figuras que abanderaron esos movimientos. Pero como he repetido muchas veces en el aula, para que existan los grandes son imprescindibles los medianos y los pequeños. Y muchos de ellos también han sentido el tremendo poder de las imágenes creadas por Francisco de Goya y se han dejado seducir por ellas.
Retomar el dibujo y la pintura como actividad principal me ha hecho volver la mirada a la obra del genio aragonés. Una mirada que se ha quedado aprisionada en los desastres de la guerra no solo por el tremendo mensaje que atesora esa serie sino también por las formas, por los procedimientos.
Retomar la actividad de copia e interpretación de los Desastres, supone para mí volver a estudiar una carrera por la que lamentablemente tuve que sobrevolar en mi juventud.
Cada día un ejercicio de dibujo y de pintura por lo menos, para compensar los que no pude trazar en las aulas de la Escuela Superior San Jorge de Barcelona. Y aprendo.
Fernando Alvira
Exposición. 17 dic de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Picasso Málaga / Málaga, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España