Donde el mar existe, meditando... allí nos encontraremos con Ramón Roteta. Se mezcla con el movimiento de las olas que aparece como inspiración en un hombre que desarrolla, a través de las rocas marinas, módulos abiertos llenos de libertad. Módulos que se desenvuelven en un escenario como una danza en el infinito. Peregrino infatigable y observador insaciable de su entorno, en su escultura podemos sentir las influencias de un estilo constructivista, reflejo de la profundidad de las montañas que vieron crecer su sensibilidad estética.

Cazador de un espacio entregado a un horizonte enormemente generoso, para apreciar su obra deberíamos conocerle más de cerca. Intuitivo con las personas, gran amigo de sus amigos y admirador de artistas y restauradores, viaja sobre una motocicleta buscando liberar nuevos horizontes. ... Su carácter despierto comulga en perfecta sintonía con su obra.

Alumno de la escuela de la escultura vasca; él, como mejor alumno de sí mismo, se hace aprendiendo día a día. Bienvenido Ramón.

Faustino Aizkorbe