Así como el amor puede ser una de las fuerzas creativas más inspiradoras, también lo puede ser su otra cara: el desamor. En esta delgada línea que separa un corazón feliz de uno roto se encuentra el trabajo de Páez, quien presenta una serie de obras que parten de lo agridulce y que transmiten amor, ilusión y felicidad, pero también soledad, dolor y pérdida. Tanto las escenas como los personajes que ilustra están fuertemente influenciados por el cine y la literatura, sus otras dos grandes pasiones. Es normal encontrar detalles propios del surrealismo y del realismo mágico, que muestran al espectador fotogramas de vidas extrañas y misteriosas, invitándole a sumergirse en su universo personal.