Descripción de la Exposición El juego es pactar una serie de reglas o condiciones para que, por un lado, se produzca una situación anómala que no podría darse por sí sola (ej.: Todo sujeto está armado al colocar los dedos índice y pulgar en ángulo recto. El arma se dispara apuntando al blanco con el índice y al grito de ¡bang!); por otro lado, para que lo ocurrido sea puramente lúdico, la situación producida a través de dichas pautas debe ser reversible en sus consecuencias (ej.: Todo el que sea disparado deberá darse por muerto permaneciendo inmóvil y en silencio en el suelo; se reincorporará a la partida en la siguiente ronda, una vez que sólo quede un sujeto en pie, quien será el ganador). De este modo, el juego propicia el tantear y exponerse a situaciones que escapan a la lógica de la causalidad, siendo gestos y actos inofensivos en su experiencia. Miguel Soler nos propone precisamente un juego en el que los cascos de los soldados son de colores o rebosan letras de plástico sobre cojines de terciopelo, o las pistolas son siluetas recortadas en positivo y negativo para encajar como en un puzzle en una mullida manta de juegos. Sus instalaciones y vídeos parecen tan lúdicos como inquietantes Tener en la mano una pistola de plástico es completamente inofensivo, sin embargo, Miguel Soler crea dicha inquietud al hacer patente esta situación inocua en la que lo lúdico y lo violento se entremezclan: el arma se ridiculiza y el juego se vuelve violento. Queralt Lencinas (?) Miguel Soler debe formar parte de un linaje generacional en donde la hermenéutica o la iluminación aparecen ahora, de forma renovada, en escena. Si antaño en las representaciones descriptivas y narrativas sobre las batallas acontecidas, se pretendía hacer apología sobre el poder y honrar así la memoria, ensalzando y vanagloriándose para la posteridad; ahora las representaciones bélicas de Soler, nos evidencian que la guerra que hay que librar se ubica en nuestro interior. Sus objetos viran hacia un punto de reflexión ambivalente, en donde la imposibilidad de despojarnos del mundo, más que alejarnos de él, nos une haciéndonos partícipes, y creando a la vez realidades paralelas que tienen cabida. Podría decirse que es una advertencia, una denuncia social y política, pero nada más lejos de la realidad. El trato irónico, casi sarcástico de sus piezas, siempre con ese toque aséptico, frío y distante que él borda, nos proponen una nueva fórmula de enfrentarnos a todo eso que denominamos entorno o paradigma. En esta nueva etapa, bien planteada, revestida de lo bélico y lo político, sus creaciones tienen que ver muy mucho con lo cuántico y con el hallazgo del pensamiento capaz de vislumbrar el trampantojo. Desnudando a la realidad y mostrando parte de su engranaje, apreciamos una revolución asocial, íntima e impar, en donde una nueva hipótesis formulada desde la emoción más que desde el intelecto, nos expresa un tipo de conceptualismo minimalista propio del eclecticismo contemporáneo dentro de la multidisciplina soleriana. Tanto individualismo no traerá otra cosa que la capacidad para transigir y ser más indulgente con aquello, que en su desarrollo precario, se muestra inmaduro y poco acertado. Para concluir, anunciar que la ?estética cuántica?, cada vez más instaurada dentro de la trayectoria de Miguel Soler, nos incita o impulsa a indagar sobre la complejidad humana, utilizando así, su creatividad como un instrumento de conocimiento que vierte posibilidades a favor de la libertad y la identidad personal.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España