Descripción de la Exposición Cuando conocí a David Serrano supe enseguida que me había encontrado con una persona fascinante y con un pintor excepcional. Él era entonces profesor de la asignatura de Taller de Pintura en la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Murcia y en sus clases se proponían algunas directrices que no son las «habituales» en la enseñanza de la pintura actual: sosiego y tiempo. Frente a la inmediatez de cierta pintura contemporánea preocupada más por sus aspectos performativos y apriorísticos, entendemos que la obra de David Serrano nos invita a poner en cuarentena algunas de las afirmaciones acerca de la idoneidad o no de la pintura como medio para conocer algo acerca del mundo real que nos rodea. Cuarentena ésta que, en ningún caso, aspira a la recuperación de dos clichés ya muy gastados: uno muy «bellas artes» y otro muy «romántico». Tal y como afirma Yves Michaud «el cliché 'bellas artes' es el de la tontería pictórica, con algo de 'perdónenlos porque no saben lo que hacen'. Porque los pintores son unos tontos que se quieren quedar así. No entienden nada, ni a la historia del arte ni al espíritu de su tiempo. Obnubilados por el color, siguen con su aventura solitaria». El otro cliché es aquel que, derivado del anterior, considera al pintor como maldito e incomprendido por una época y un público que lo ignora. La ignorancia no es la característica del público de hoy. De nuevo Michaud: «Este público ya no es el público burgués vulgar del siglo XIX fascinado por el academicismo en su gloria sino el público burgués del siglo XX, en la onda, aficionado al video, la música techno, la comida mixta y el diseño». ¿Qué es entonces lo que nos propone David Serrano con su pintura de hoy al público de hoy? Pues precisamente que aprovechemos la especificidad de su pintura para mirar no más, sino mejor; para retardar la mirada acerca de las cosas. A David no se le puede encasillar en ninguno de los clichés antes mencionados, pues se sabe muy de su tiempo (¡Cómo no iba a ser así en un pintor joven como él!) y es por esto por lo que su pintura nos resulta original e incluso radical en su concepción acerca de la realidad. David cree en la realidad y cree en la realidad que crea la pintura. En este aforismo se condensa gran parte de la búsqueda pictórica de nuestro artista. Frente a la mirada débil hija de la postmodernidad, David se esfuerza en identificar la belleza en lo que nos rodea -aun aceptando que todo lo que nos rodea no es bello- y activa de esa manera en el espectador una pulsión acerca de la valoración de las cosas que nos lleva a darles un trato ético. La mirada de nuestro pintor no es furtiva ni pasajera. No es el «content is a glimpse» que afirmara Willem de Kooning. No quiero perder el tiempo en disertaciones sobre la validez acerca de la aproximación mimética en la pintura porque, entre otras cosas, la reproducción mimética y aproblemática del mundo fenoménico no es la cuestión fundamental en el trabajo de David Serrano. Si pretendemos valorar su obra exclusivamente por el grado de parecido con la realidad o por el nivel de destreza técnica (que los tiene ambos), es que estamos entendiendo poco o nada acerca de la lucha que supone para David su encuentro con la realidad. En las pinturas que en esta exposición se nos muestran, reconocemos la importancia que tienen para David los motivos que representa y cómo las imágenes de estos motivos, surgen del propio conflicto que se da en su construcción pictórica. Ahí radica la particularidad de David y de su pintura. Todo lo que aquí vemos, se ordena en base a esa (re)presentación de la realidad bajo el prisma de esas directrices que señalábamos al comienzo de este texto: sosiego y tiempo. Sosiego, como actitud serena de confianza a la hora de interrogarse acerca de la realidad que nos circunda. Cada una de las obras de David es una declaración particular de intenciones acerca de su condición humana, de sus sentimientos, de sus sueños... que se convierte en universal cuando aquellos que apreciamos sus trabajos nos identificamos en/con ellos puesto que -y en palabras de Kuspit- «un artista es ante todo un ser humano que con su arte nos permite penetrar en su experiencia personal más profunda [...] lo cual va más allá de toda lectura formalista de la obra». Y tiempo, el necesario del propio proceso pictórico, como identidad de una pintura que reivindica su condición táctil en un juego sensitivo ideal ya que el hombre «sólo puede encontrarse con aquellas realidades que poseen el relieve que les concede el tener dos vertientes: la sensible y la inteligible». David pone de manifiesto un tiempo-otro de la pintura en la que la realidad es construida mirada a mirada, pincelada a pincelada, mancha a mancha... desterrando la necesidad de inmediatez en detener el mundo ante nuestros ojos (como así hacen otros medios plásticos aparentemente más acordes con los tiempos que corren), puesto que David acepta que la pintura son muchos momentos. Los cuadros que hoy tenemos el placer de contemplar hablan por si solos de esto. Basta con comprobar las modificaciones que ha sufrido Karlos hasta convertirse en aquello que, por ahora, aprehende mejor al amigo retratado. O los fragmentos que abren el campo de visión y hacen crecer -literalmente hablando- a la Estantería del sótano. La mirada panóptica de David Serrano no es la mirada foucaultiana que vigila; es una mirada contemplativa que quiere llevarnos de la mano, de la representación de los entes singulares a la representación de la esencia de las cosas. Es aquí cuando la existencia se nos hace presente y nos asegura, nos ancla en el mundo. La mirada de David es, de igual manera, una mirada que cuestionan la propia fisicidad del que mira, de modo que siempre queda claro que la realidad sólo puede ser vista por ojos humanos confirmando que la realidad no es construida hasta que no es vista. En palabras de Barthes, «describir es por lo tanto colocar el marco vacío que el autor realista siempre lleva consigo (aún más importante que su caballete) delante de una colección o de un conjunto de objetos que, sin esta operación maníaca (que podría hacer reír como un gag) serían inaccesibles a la palabra». David Serrano se ha cuestionado mucho y muy bien el simulacro que conlleva la representación de la realidad, dejando buena cuenta de ello en su magistral tesis doctoral titulada De la perspectiva artificial a la visión natural en la obra de Antonio López García. Análisis sobre los sistemas de representación espacial y metodologías (2011, Universidad de Sevilla). En esta tesis ha sabido -insisto, con original maestría y rigor académico en el campo de las Bellas Artes- condensar las cuestiones intelectuales y prácticas más importantes sobre la representación pictórica de la realidad, apoyado en uno de los pintores realistas vivos más importantes como es el manchego Antonio López García por quien David siente una profunda admiración. Para finalizar, no puedo dejar de señalar que la propuesta pictórica de David Serrano sólo puede tener sentido dentro de lo que se ha convenido en denominar pintura del natural. David trabaja exclusiva y confiadamente del natural, es decir, con los motivos a representar delante de él. Esto, que a algún malinformado le podría parecer algo trasnochado o fuera de tiempo, a mi juicio termina de redondear la excepcional valía que siento por la obra de David. Si decíamos que la pintura realista de David no pretende congelar el instante fugaz, sino profundizar en lo mucho oculto que hay en las cosas (tanto en la individualidad irrepetible del modelo como del conjunto que forma con las condiciones bajo las cuales es representado), entenderemos como es capital otorgar un protagonismo destacado tanto al modelo original como a su propio proceso de beligerante construcción pictórica. Poco a poco las manchas, marcas y trazos que conforman la pintura de nuestro artista se van desprendiendo de su fisicidad para «dar existencia a una realidad sensible de una clase específicamente diferente, en la cual las calidades de la materia despliegan una inteligibilidad perceptible para el sentido». Tengo la certeza de que vamos a disfrutar mucho con esta exposición y confío en que nos pueda oxigenar un poco a aquellos que amamos la pintura sin estridencias. Pero sobre todo siento la alegría de que tú, generoso lector, puedas ver estas últimas obras de David Serrano porque él, que una vez fue mi profesor y ahora es mi amigo, tiene mucho que ofrecer a través de la pintura. Esta exposición es la evidencia.
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España