Descripción de la Exposición
La Galería Cristóbal Bejarano inaugura la exposición de pinturas de Joaquín González, “Quino”, (Mérida 1946), artista formado en la Escuela de Artes Aplicadas y en la de Bellas Artes de Sevilla. En 1984 es nombrado miembro de la Academia Europea de las Artes.
Quino ha realizado un gran número de exposiciones, tanto individuales como colectivas, en España y en el resto de Europa, destacando las realizadas en Madrid, Paris, Bruselas y Florencia.
Sus obras están en importantes museos y fundaciones, así como en colecciones privadas; Museo de Arte Contemporáneo e Iberoamericano de Badajoz, Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla, Fundación ONCE y Nationale Suisse, entre otros.
Entre sus premios más importantes destaca la Mención de Honor de la Academia Europea de las Artes, concedida en París, y la Medalla de Bronce en la Exposición Internacional de la Academia Europea de las Artes, en Bruselas.
En 2013 funda el Grupo Pegamento, junto con Fabián Sambola, Antonio Polo y Rafael Cerdá.
Quino, en su segunda exposición individual en la Galería Cristóbal Bejarano, presenta un conjunto pinturas bajo el título de “Danzas prehistóricas”, obras realizadas con técnicas mixtas y collage.
Las nuevas Danzas Prehistóricas de Joaquín González, Quino.
Andrés Luque Teruel (Profesor de Historia del Arte en la Universidad de Sevilla)
Las dos series simultáneas de Las Danzas Prehistóricas, pintadas por Quino en la década de los noventa del siglo pasado, con más de un centenar de tablas en miniatura y numerosos dibujos relacionados, sirvieron de estímulo al artista para el desarrollo de una nueva serie sobre dicho tema, en 201415. En este caso, con variantes significativas en las dimensiones y el soporte, y, como es lógico, en las composiciones y el desarrollo de éstas. Las Nuevas Danzas Prehistóricas superan en tamaño a las anteriores y presentan composiciones formadas por numerosas figuras, que se agrupan e incluso amontonan y dispersan siguiendo ritmos complementarios o contradictorios según los casos. De ese modo, se desplazan de una parte a otra de los lienzos, ocupando los espacios determinados por hábiles cambios cromáticos. El color también es distinto, la luminosidad de los fondos genera una sensación espacial sobre la que se proyectan los trazos, más oscuros con autonomía y libertad.
En unas y otra, el planteamiento inorgánico de las figuras, reducidas a trazos ágiles y muy sueltos, por lo general con proyección en distintas direcciones, sólo encuentra un antecedente remoto en las pinturas prehistóricas levantinas fechadas entre 5000 y 2000 a. C. Como en éstas, los detalles no tienen la menor importancia, lo único que cuenta es el movimiento, la acción; sin embargo, mientras aquéllas mantuvieron un sentido descriptivo en tales acciones, Quino optó por un criterio intuitivo, libre, sugerente, en todo caso, virtual. En aquéllas representó los miedos ancestrales de la humanidad ante lo ignoto y las reacciones que la llevaron a la autoprotección mediante los ritos, las danzas y las supersticiones, en definitiva, los miedos innatos y las reacciones ante lo desconocido; en éstas, superados tales principios y como consecuencia de ellos, optó por la seguridad de las masas que se desplazan, por la unión que determina movimientos colectivos en los que cada figura mantiene su individualidad.
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