Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- La cruz es sin lugar a dudas el símbolo del cristianismo por excelencia, y es que con la muerte en la cruz, además de cumplirse las escrituras, Cristo nos redime y da pie a que suceda algo extraordinario, que resucite. El principio y el fin del Mesías no pudo ser más sencillo. Recordemos su alumbramiento en el pesebre, pero la muerte que le esperaba era la que se acostumbraba dispensar a los esclavos rebeldes. Pero toda la dulzura y felicidad del nacimiento se transforma en dolor y dramatismo en su muerte. El porqué de tanta desproporción y ensañamiento en la sentencia no era razonable, pero como ya vimos en Tradebatur Jesús se entregó a el sabedor de su destino. Los evangelios sinópticos ofrecen a lo largo del relato distintos matices y apreciaciones de una misma historia, y llama poderosamente la atención el cómo este aspecto concreto es escuetamente tratado. Aún así fue una fuente inagotable de inspiración iconográfica, que en principio se ajustó a la figura de Cristo y que se fue enriqueciendo paulatinamente. Dentro de que sea una misma representación, en el caso de Cristo nos permite estudiar una evolución a lo largo de los distintos periodos artísticos, donde sin ánimo de profundizar basta decir que es importantísimo. El lugar reservado para este tipo de castigo era el Gólgota o lugar de la calavera, cercano a la ciudad y a la vez bien visible, para que todos pudieran verlo. En general las representaciones de los momentos previos a la crucifixión son escasas, y más en imaginería procesional, pero hay algunos ejemplos ya sea con figuras aisladas o en conjunto. Hoy podemos contemplar algo trastocado el paso de los preparativos para la crucifixión que Pedro de Ávila talló hacia 1680, un nuevo encargo basado en otro conjunto anterior que también perteneció a la penitencial de Jesús Nazareno y del que se quedaría como imagen independiente el Cristo del Despojo tras la Desamortización. En la Edad Media se había dotado a estos momento de un fuerte componente simbólico, que derivará en la representación conocida como Varón de Dolores, un Cristo donde independientemente de la apariencia se quiere mostrar una alegoría del Juicio Final, con la llaga del costado, los instrumentos que intervienen en la Pasión y el globo terráqueo. Por suerte en Damnatus podemos contemplar uno de los mejores ejemplos conservados en talla, el del convento de los Sagrados Corazones de Nava del Rey. En ningún caso hay referencias en los pasajes evangélicos que den pie a estas representaciones, pero como en tantas otras ocasiones la piedad popular necesitó ampliar el abanico temático. Lo que si mencionan san Mateo y san Marcos es que antes de la crucifixión le ofrecieron vino mirrado, una especie de anestésico para retardar el dolor del tormento, que Jesús no quiso beber. Como no se describen con exactitud las características de la cruz las representaciones artísticas han dado lugar a distintas tipologías y formas. La más habitual para nosotros es la que tiene forma de cruz latina, sobre la que se colocaría una inscripción aludiendo al delito (INRI ; Jesús Nazareno rey de los judíos), que san Juan atribuye a Pilato. En nuestro caso concreto hay un acontecimiento técnico importante relacionado con la crucifixión. En 1604 Francisco del Rincón tallaba el primer gran paso procesional en madera policromada, La elevación de la cruz, cuyo éxito dio pie a que se fueran sustituyendo los antiguos conjuntos de papelón o telas encoladas por los que hoy conocemos. En cuanto al detalle de las ropas de Cristo los cuatro evangelios coinciden en que se las echaron a suertes los soldados, pero san Juan apunta que fue la túnica lo que se jugaron por ser de una sola pieza, sin costuras. Este detalle lo podremos ver en algunas de las representaciones de la crucifixión que hay en la exposición, como también el que Jesús tuvo sed, pero al saciarla la crueldad sin límites de sus ejecutores les llevó a ofrecerle una esponja empapada en vinagre. Estos pasajes están magistralmente representados por Gregorio Fernández en el paso sed tengo, donde en una composición piramidal los soldados se juegan la túnica a los dados, se le ofrece la esponja con vinagre y se clava el rótulo. En ese mismo momento fueron ajusticiados dos ladrones, y en esto llama la atención el tratamiento diferencial que da san Lucas al ser el único que viene contraponer la aptitud del buen y el mal ladrón. Los demás dicen que los presentes, ladrones incluidos, increpaban a Jesús, pero san Lucas pone en boca de uno de ellos las siguientes palabras; Jesús, acuérdate de mi cuando llegues a tu reino, a lo que se le responde con estas bellas y alentadoras palabras; En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. Esta distinción, por otro lado clásica entre el bien y el mal, es la que hizo que al buen ladrón se le represente mirando a Cristo. Hacia la hora sexta, que se correspondía con el mediodía, el cielo se cubrió de tinieblas. Esto se prolongo hasta la hora nona, momento en que se produjeron también temblores de tierra y otros sucesos extraordinarios. Pero el que resulta más simbólico es que se rasgara el velo del templo en dos. Esa cortina ocultaba la parte vetada a los profanos y por ello un emblema del poder religioso para los judíos. Entre tanto Cristo había expirado tras encomendarse al Padre. En ese momento los presentes reconocieron al Mesías, pero los ladrones seguían vivos y por ello los quebraron las piernas provocando con ello su asfixia. Sin embargo a Jesús lo clavaron una lanza en el costado para certificar su muerte. Se cumplían con ello las escrituras así como se inspirarían en ello toda una serie de leyendas en torno a la sangre que brotó de su costado.
La muestra reúne en total más de una treintena de piezas, cedidas por cofradías, conventos, parroquias, archivos y museos. Todas alrededor de un tema: DAMNATUS La Pasión, Muerte y Resurrección del Cristo fue una continua fuente de inspiración para artistas y comitentes del pasado. Obras que tenemos la suerte de contemplar siglos después. Y como viene siendo tradicional, la Junta de Cofradías de Semana Santa de Valladolid organiza como preludio a la Semana Santa una exposición donde el protagonista es el arte. Esto nos muestra por un lado que la vida de las cofradías va más allá de lo que es estrictamente la Semana Santa y sus procesiones, y por otro nos sirve para deleitarnos con obras más o menos conocidas, pero que siglos después de que se realizasen nos siguen conmoviendo. En ellas se exponen fundamentalmente escultura y pintura cedida por conventos, parroquias y cofradías, que en muchos casos salen de los lugares donde se conservan tan solo para este tipo de eventos, y nos acercan iconografías relacionadas con la pasión, muerte y resurrección del Redentor. También los pueblos de la provincia tienen cada vez más representación. Comisarios: Andrés Álvarez Vicente, Julio César García Rodríguez y José Enrique Martín Lozano.
Formación. 08 may de 2025 - 17 may de 2025 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España