Descripción de la Exposición
Hoy en día, la inteligencia artificial se encuentra detrás de la mayoría de nuestras interacciones con ordenadores y dispositivos digitales, apps y redes sociales.
Cada vez que empleamos un ordenador, smartphone o tablet para consultar un mapa, publicar contenidos en redes sociales, buscar información en Internet o encontrar nueva música o series, estamos suministrando datos a las empresas que nos facilitan estos servicios. Cuando damos órdenes a Siri o Alexa, enseñamos al sistema a entender lo que decimos y memorizar nuestras acciones. Cuanto más aprendemos gracias a los ordenadores, más aprenden estos de nosotros. Todos los datos que generamos, sin ni siquiera saberlo, ayudan a los sistemas de inteligencia artificial de las grandes empresas a entender tanto nuestra actividad presente como nuestros deseos, y a tratar de predecir lo que haremos o querremos hacer en el futuro.
El potencial de la inteligencia artificial es tan grande, y el conocimiento de lo que realmente hace es tan limitado, que los discursos que la rodean se mueven indistintamente entre los hechos y los mitos. Las redes neuronales artificiales se nos presentan como cajas negras que pueden hacer cosas increíbles, y para hacerlo necesitan datos, cada vez más datos, a fin de comprender el mundo en que vivimos y a nosotros mismos. La función última de la inteligencia artificial es lograr crear una máquina capaz de pensar por sí misma, para hacernos la vida más fácil, predecir nuestras necesidades y así optimizar nuestra interacción con el mundo, resolver nuestros problemas cotidianos y ayudarnos a navegar en un entorno cada vez más complejo.
Resolver la complejidad de una situación con una solución sencilla viene de antiguo: en el teatro griego, se recurría en ocasiones sacar al escenario sobre una grúa a un actor que interpretaba a un dios y decidía el desenlace de la trama con la autoridad de un ser omnipotente. A este recurso se lo denominó en latín deus ex machina, y suponía un atajo que rompía con la coherencia de la narración pero aportaba un final, por más inverosímil que fuera. La inteligencia artificial se nos presenta ahora como un deus ex machina, una solución artificial que promete acelerar el desenlace de nuestros problemas, llevándonos a un mundo en el que todo se resuelve a partir del procesamiento de datos y de unos pocos algoritmos.
La inteligencia artificial es también nuestro deus ex machina porque une la máquina (antes, un mero artilugio mecánico) y la deidad en un ente artificial al que dotamos de autoridad y contribuimos a hacer omnisciente y presciente: gracias al procesamiento de enormes cantidades de datos y el aprendizaje automático (machine learning), los ordenadores podrán conocer todo lo que existe y predecir todo lo que ocurrirá.
D3US EX M4CH1NA. Arte e Inteligencia Artificial propone una exploración de los temas que rodean a las tecnologías de inteligencia artificial. Una selección de obras de arte contemporáneo nos invita a reflexionar acerca de las expectativas y los temores que suscita la idea de una máquina inteligente.
Comisariado por: Karin Ohlenschläger y Pau Waelder
Artistas: Memo Akten, Harold Cohen, Jake Elwes, Lynn Hershman-Leeson, Felix Luque, Lauren McCarthy, Anna Ridler, Guido Segni, Caroline Sinders, Christa Sommerer & Laurent Mignonneau, Jenna Sutela, Patrick Tresset, Pinar Yoldas
Diseño gráfico: Juan Jareño
Proyecto cofinancado por el Programa Europa Creativa de la Unión Europea
Actualidad, 20 nov de 2019
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