La película clásica The Good, the Bad and the Ugly (1966) es reconocida por su trama minimalista: tres forajidos en busca de un envío de oro escondido durante la Guerra Civil. Sin embargo, lo que cautiva a la audiencia no es la historia, sino el enfoque narrativo de Sergio Leone. Leone crea una serie de viñetas meticulosamente elaboradas, cada una llena de su propia tensión y atmósfera distintiva. Momentos memorables, como el descubrimiento por parte de Wallach de un carro lleno de hombres moribundos o el intrincado complot en el que dos hombres contratan a Van Cleef para eliminarse mutuamente, son impactantes. La dirección y el ritmo de Leone inyectan una sensación de inquietud e imprevisibilidad, subvirtiendo los clichés típicos del género Western a través de giros innovadores y técnicas narrativas convincentes. De forma similar, Cute, Sad, Ugly de Mariana Cornejo deconstruye y redefine nuestra relación con el mundo material....Empleando animaciones e ilustraciones expandidas, Cornejo crea nuevas narrativas que exploran temas de pérdida, adicción y trauma. Su trabajo nos invita a reconsiderar experiencias arquetípicas, ofreciendo perspectivas novedosas que trascienden la narración convencional. A través de su lente única, Cornejo transforma motivos familiares en poderosas exploraciones de la condición humana, desafiándonos a replantear nuestra comprensión de la belleza que se encuentra dentro de lo melancólico y lo grotesco.
Cute, Sad, Ugly es un proyecto de sanación personal, colectiva e histórica. A nivel personal, confronta eventos como el fallecimiento del padre de Cornejo y la relación de la artista con el tiempo y la muerte. Colectivamente, reconoce que el trauma es un concepto reaccionario y que podemos trascender la identificación únicamente con él, mientras reconocemos nuestros propios procesos de aprendizaje y subjetividad aditiva. Históricamente, responde a una nueva sensibilidad que busca pensar más allá de los binarios, como negativo/positivo, en busca de nuevas narrativas orgánicas para nosotros como especie. Su enfoque experimental en la pintura (ya sea analógica o digital) y la influencia generacional del anime y el manga reflejan este cambio. Nuestra generación, influenciada por dibujos animados, cómics y anime, ha sido testigo de la proliferación de narrativas complejas y queer, que surgieron coincidentemente en Japón tras las cicatrices de la Segunda Guerra Mundial. Aquí, Mariana hace referencia a obras como Madoka Mágica (2011), donde al final del anime, Madoka reescribe las leyes del universo sacrificándose, pero liberando a través del amor infinito el destino de todas sus compañeras. En lo que podría verse como fragmentos de una auto-ficción, la artista, como Madoka, intenta un ejercicio de Hiperstición; donde, por la fuerza de la ficción y el deseo, nuestra experiencia de la realidad se reescribe.
Aunque altamente visual, el trabajo de Cornejo está impulsado por la narrativa, proponiendo híbridos gráficos nacidos de la necesidad humana de contar historias. Reconoce nuestra capacidad creativa y propone la creación de nuevos destinos y horizontes para la identificación. Además, incorpora elementos psicodélicos (con colores saturados y un barroquismo gráfico e intenso), extrayendo activamente de formas de representación desestimadas por la historia del arte y los lenguajes de las "bellas artes" narrados hegemónicamente. El trabajo de Cornejo combina estas influencias para crear un léxico visual que es tanto familiar como innovador, con una perspectiva sensible y cinematográfica.
Elevando la obra, tanto conceptualmente como formalmente, a nuestra responsabilidad como creadores de significado a través del lenguaje, expandiendo nuestras capacidades expresivas. Al describir el enfoque único de la artista, que mezcla ópticas fantásticas, psicodélicas, filosóficas y de la cultura pop, es difícil no pensar en el cómic Chronosis (2021) de Reza Negarestani y James Mackay, ilustrado por Keith Tilford. Atravesando la densidad de temas como el tiempo profundo y la conciencia, Chronosis vislumbra formas radicalmente diferentes de experimentar la realidad mediante una construcción de mundos alucinógena, oscilando entre el realismo romántico y la abstracción cósmica.
De manera similar, esta interacción entre fuerzas humanas y fundamentales puede apreciarse plenamente en obras como Pluto in Scorpio, Vertigo o Bye Bye!. En la primera, dentro de un cuadro forestal en transición, se ve a una niña sosteniendo un cuerpo en descomposición durante días. Una confrontación gentil pero dinámica entre el infinito paso de la entropía y nuestros seres finitos. O la última, donde el realismo de Cornejo emplea recursos gráficos conectando con lo Universal, inspirado por la estética del cómic, donde los reflejos en los ojos pueden convertirse en estrellas y las lágrimas brillan con cualidades galácticas. Este colapso siempre es constructivo, retratando firmemente la persistencia y transformación de los protagonistas de la artista a medida que avanzan en la vida. Es importante destacar que las oscilaciones visuales en estas obras, a las que Cornejo llama "pinturas animadas", no son gratuitas, sino que sirven a dos propósitos claros. El primero es crear un paso táctil del tiempo, que eventualmente también produce un bucle similar a un gif. Aquí, la hábil animación de Mariana se equipara con sus búsquedas conceptuales, reflejando fuerzas inherentemente dinámicas que existen en movimiento, como la sanación personal o el tiempo mismo. Vertigo, por ejemplo, captura esto al intervenir en el género clásico del retrato, otorgándole movimiento, mientras alterna un esqueleto floreciente, revelando una constante conciencia de la mortalidad. Y en segundo lugar, en el umbral de la disciplina de la pintura y con Cornejo como pintora, como un medio para expandir sus horizontes narrativos en la era de la expresión digital.
Lo psicodélico se acentúa en sus presentaciones analógicas; como Éxtasis, The Mahou Shoujo Experience, o más explícitamente These Drugs Make You Look Like the Apple of My Eye. Todos estos extraen del mundo interior de Mariana y su experiencia con las drogas, traduciendo sus propiedades psicotrópicas a personajes con superpoderes y caídas individuales. Extasis retrata con una composición muralista una representación de la droga misma, con corazones de neón y cabello salvaje y giratorio. La acuarela cuidadosamente ilustrada en papel, The Mahou Shoujo Experience, profundiza en las referencias culturales de Mariana, como Sailor Moon (1992) o Sakura Card Captors (1996). Mahou Shoujo es en sí un subgénero del anime y el manga que se traduce como "chica mágica", historias de adolescentes con objetos mágicos que les otorgan habilidades especiales. Como una chica mágica, Mariana encuentra poder en las experiencias psicodélicas y su capacidad transformadora, siendo cada droga un mundo propio. En su última pintura, la perspectiva dramática y los recursos gráficos recuerdan a obras como Paprika (2006), mostrando contrastes cálidos y coloridos, que enfatizan la euforia de la protagonista.
Finalmente, obras como All the Times I Cried in the Shower, Duelo, y They Can't Elucidate, Never Thought That I Was the Enemy, introducen más elementos tradicionales del arte secuencial o cómic, dándonos una visión completa de su rango dentro del medio. Duelo fue la primera obra completada de la exposición, que también actúa como un plano para latotalidad del proyecto. La obra muestra cinco variaciones del avatar animado de la artista, presentando las emociones que experimentó con la pérdida de su padre. Los segmentos dinámicos y los primeros planos expresivos rompen la naturaleza lineal de la narración tradicional, otorgando a la animación complejidad y profundidad. Las dos últimas obras presentan experiencias casi opuestas; un retrato ligeramente maníaco y un episodio de tristeza relacionable. They Can't Elucidate, Never Thought That I Was the Enemy muestra glitches en una niña sonriente, insinuando perversiones ocultas o "errores", integrando aún más elementos gráficos en una secuencia hipnótica, mientras que All the Times I Cried in the Shower es acogedora en sus colores pastel y su casi quietud. Los movimientos delicados en esta animación son nostálgicos, trasponiendo a lo personal las amplias y detalladas escenas de los clásicos del anime, como es característico en los últimos episodios de Neon Genesis Evangelion (1995). Al inspeccionar más de cerca, vemos esta complejidad emocional en toda la obra de Cornejo; aquí, una felicidad corrompida y una tristeza apaciguante. Ningún estado es absoluto, algo que Shinji Ikari aprendió de manera difícil. En última instancia, Cornejo ha buscado activamente estrategias para sobrellevar la realidad, casi compulsivamente. Sumergida en la cultura contemporánea, sus instrumentos se revelan en gran medida virtuales y digitales. El uso de pantallas, animaciones y estética animada recuerda a obras clave del arte digital, como Super Mario Clouds (2002) de Cory Arcangel, abrazando las influencias digitales en la construcción de nuestros perfiles emocionales y psíquicos. Al presentar escenas liminales entre lo íntimo, lo familiar y la fantasía, Cornejo nos permite adoptar perspectivas contemplativas, oscilando entre realidades alternas. Estas son ventanas a otras posibilidades, con anclajes visuales que facilitan la conexión con su audiencia. Al igual que en The Good, the Bad, and the Ugly, los eventos narrados a través de esta muestra no son necesariamente su enfoque, sino cómo se representan y las emociones que evocan. En palabras de Mariana, “no hay nada de malo en sentirse cute, sad, and ugly”
- Luis Enrique Zela-Koort
Entrada actualizada el el 16 jul de 2024
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