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Mediante recreaciones inquietantes del espacio doméstico, Cuarto y Mitad alude a la casa como vehículo para explorar las interacciones entre el mundo individual y el exterior. A través de esculturas, instalaciones y maquetas, explora la fragilidad de los límites de la realidad y muestra cómo escenarios simples pueden llegar a representar relaciones complejas.

Para ello, una serie de objetos y muebles de uso habitual, funcionales o decorativos, han sido amputados, deslavazados, abiertos, destripados y finalmente recompuestos con materiales y formas diferentes.

El proyecto juega con recursos artísticos como el engaño visual, los reflejos y la confusión mágica que éstos otorgan a las obras. Las piezas adquieren formas tan imposibles como las de un sueño, así como nuevos sentidos, inesperados e inéditos. El espacio sufre una teatralización generadora de efectos evocadores, que permite la búsqueda de ... lo familiar a la vez que crea una suerte de escondite surrealista.

El significado original de los muebles se ha bloqueado tras su manipulación y, como resultado, las esculturas se vuelven complejas y ambiguas. De ellas emerge un sentido del mundo incompleto, un lugar en el que es imposible sentirse del todo 'en casa'.

Los objetos son ahora imposibles: se han transformado en versiones inacabadas de sí mismos y se han desconectado de cualquier posible visión idealizada del hogar. Además, en algunas piezas, frente y reverso tienen igual protagonismo, por lo que el artificio se enfatiza, la sensación de extrañeza incrementa, y el entorno doméstico se antoja como un decorado efímero, fácilmente desmontable.

El conjunto tiene la voluntad de mostrarnos un paisaje al mismo tiempo familiar y extraño, de manipular los sentidos y de convertir el espacio expositivo en un particular mundo cotidiano y, a la vez, simbólico.