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Cuando las cosas adquieren otra vida

Exposición / Ateneo de Caracas / Av. La Salle. Colinas de Los Caobos. Quinta La Colina / Caracas, Distrito Federal, Venezuela
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Cuándo:
26 ago de 2012 - 28 oct de 2012

Inauguración:
26 ago de 2012

Organizada por:
Ateneo de Caracas

Artistas participantes:
Jason Galarraga
Etiquetas
Fotografía  Fotografía en Distrito Federal 

       


Descripción de la Exposición

La muestra, presentada por Rodolfo Izaguirre, marca el regreso de este creador al medio fotográfico en la era digital, en una propuesta análoga a la de su pintura.

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Con el título de 'Cuando las cosas adquieren otra vida', el artista Jason Galarraga inaugura este domingo 26 de agosto en el Ateneo de Caracas una muestra de imágenes que marcan el regreso de este polifacético creador al arte fotográfico.

 

Galarraga es uno de los artistas destacados en el panorama pictórico de los 80, apreciado internacionalmente en ciudades como Santiago de Chile, Puebla, París, Panamá y San José de Costa Rica, en individuales o colectivas que le han merecido, entre otros reconocimientos, el Premio Municipal de Bellas Artes 1985, el Tercer Premio Palette d'Or en el XXIII Festival Internacional de la Peinture Cagnes Sur Mer (Francia), en 1991 y el premio Antonio Edmundo Monsanto del LXV Salon Arturo Michelena, en 2010.

 

Nacido en Caracas en 1950, cursó estudios en el Instituto Neumann de Diseño, primera escuela de diseño en Venezuela (1964-1995), que constituyó un verdadero centro de educación integral del que egresaron nombres destacados hoy en nuestras artes plásticas.

 

Posteriormente continúa su formación en la Escuela Cristóbal Rojas y Artes Aplicadas en la Universidad de Costa Rica y diez años de aprendizajes en París, desarrollando una sólida carrera en la que compartió fotografía, cine, diseño, dibujo y artes gráficas. En 1974 empieza a exponer en los salones de jóvenes artistas sus pinturas en técnica mixta, reveladoras de una interrelación de todos los otros medios trabajados con las diversas propuestas de la historia de la pintura que marcan su personalidad artística.

 

Al comentar la obra pictórica de este polifacético creador, la crítico Eleonora Rafalli advierte que 'los elementos del mundo industrial, los códigos, los objetos concebidos, fabricados y vivenciados en serie, se redimensionaron a través de lo pictórico, lenguaje que les brinda acceso a una identidad inédita: la de la ironía. Objetos inadvertidos del diario transitar, lucen en la pintura que los señala, como relámpagos que despiertan al espectador y lo humanizan.'

 

Semejante intención aflora en 'Cuando las cosas adquieren otra vida', con la que Galarraga regresa la medio fotográfico, luego de haber trabajado como fotógrafo profesional con la cámara clásica. Tras cuatro años de estudios de la fotografía digital, asume nuevamente este medio en el que, sin embargo, no se conforma con la comodidad que hoy permite la tecnología, sino que insiste en que sea su ojo, el ojo del artista, el que intervenga y arme sus composiciones, atendiendo a una propuesta decididamente contemporánea.

 

La muestra está integrada por 21 imágenes en las que, al igual que en su pintura, el tema cotidiano, flores o imágenes urbanas, enfrentado al color y su opuesto, nos invitan, tal como proponía Francis Ponge en su poesía, a 'reinventar la mirada'.

 

Para Galarraga, hay una relación entre la cotidianidad y la percepción, que termina por anestesiar nuestra mirada. De esa manera, pasamos por alto muchas veces la esencia misma de las cosas. Sea una rosa o el caos urbano. Por eso, si en la pintura sus composiciones convocan a la memoria del espectador a entrar en el juego, sus fotografías plantean un despertar de la conciencia hacia la vida íntima de las cosas que nos rodean.

 

'Lo más gratificante de esta exposición de fotografías de Jason Galarraga -afirma Rodolfo Izaguirre en su texto de presentación- es que en el interior de estas flores que podemos ver también en blanco y negro, es decir, privadas de su color, desnudas, anónimas, bullen y se agitan en ellas colores nunca vistos por el ojo humano porque los vemos con absoluta nitidez en la memoria de lo que ellas fueron antes de la fotografía, es decir, en la interioridad de nuestro pensamiento'.

 

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John Berger (Londres, 1926) en un fascinante libro suyo titulado 'Mirar' formuló una pregunta inquietante: ¿Qué hacía las veces de la fotografía antes de la invención de la cámara fotográfica? La respuesta que uno espera es: el grabado, el dibujo, la pintura. Pero, de acuerdo al propio Berger, la respuesta más reveladora sería: ¡la memoria! Lo que hacen las fotografías allí fuera, en el espacio exterior a nosotros, se realizaba anteriormente en la interioridad del pensamiento.

 

Y es justamente lo que pareciera evidenciarse en el primer impulso o movimiento que precede a las fotografías tomadas por el pintor Jason Galarraga cuando al enfrentar la realidad de las cosas, tanto en su obra pictórica como en el arte de su fotografía, fragmenta esa realidad; la reduce, la obliga a ser una suerte de microcosmos o simplemente la transforma en una abstracción. Sólo con reinventarla queda convertida en una realidad distinta a la que ella pretendía ser aunque, a veces, la realidad es en sí misma tan absurda y envilecida que choca con el oculto e inesperado atractivo de su fealdad como ocurre en 'No exit' con un mono atado y entrevisto tras el inservible muro del mas descalabrado de los detritus.

 

Porque una rosa que ha sido percibida a través de la mirada de Jason Galarraga y que ha encontrado sitio en nuestra memoria sigue siendo una rosa; pero aislada de todo contexto o enfrentada a una realidad distinta a la suya adquiere un prestigio que va mucho más allá de su forma y de su color porque invade y se sitúa por derecho propio en un nuevo espacio y en un tiempo nuevo que le confiere una libertad que nunca tuvo en el jardín donde floreció alguna vez porque desde el instante en que Jason le inventa una realidad que no es la suya sigue viviendo, pero transfigurada en una abstracción que persistirá para siempre no sólo en nuestra mirada sino en la fortaleza de nuestra memoria.

 

El asombro se convierte en prodigio y maravilla cuando yuxtapuesta, tendenciosa y voluntariamente por Galárraga, al universo cotidiano urbano de un edificio la rosa pierde la frescura de su color y la amarilla tersura de su piel en la misma medida en que la arquitectura de un hermoso edificio en la calle Miranda de Chacao muestra el desamparo urbano y la devastación del tiempo como si a través de un misterioso vaso comunicante se contaminaran sus respectivas bellezas y temiéramos, al ver su deterioro, que la reflexión que nos ofrece Galárraga y la tristeza que aflige, tanto al edificio como a la rosa, amenazaran con alcanzarnos para precipitar nuestro propio derrumbe. Es el desgarramiento que sentimos al constatar cómo los gases de las industrias contaminan el aire mientras unos extraños sifones lucen muertos y aniquilados.

 

Es el mismo estupor que nos asalta al ver la rosa junto a su nombre inscrito en su color de rosa sobre un trozo de pared cochambrosa y la rejilla en el centro de un rectángulo por donde creemos sentir las voces que alguna vez se escucharon en el Restaurant La Rosa clausurado u oculto detrás de una inexpugnable pared metálica. En todo caso, al penetrar en los secretos de una Cala o una Cuarentona Jason las libera, las devuelve a una vida inesperada que cruza y supera al tiempo manteniendo intactos la incitante lujuria de sus brillantes colores revelando además en nosotros una manera desacostumbrada de verlas y de reconocer en ellas la libertad que creemos haber perdido.

 

Para gloria de la pintura y de la fotografía, Jason Galarraga ha encontrado una manera de ser libre, de liberarse de los nudos cotidianos. Es como el hombre que en la calle ve pasar a unos niños llevando un colchón que los protege de un sol que todo lo calcina a su paso: Jason logra que nos interese no tanto el peso del desamparo sino el espacio de la calle por donde se mueven: un espacio de libertad, sin embargo, constreñida; cercada por la misma aflicción que entristece nuestra mirada al verlos. Hay una reflexión que no oculta el humor y una despiadada ironía cuando reúne en un mediocre conjunto artesanal bustos de Bolívar con convencionales adornos de fuentes y jardines o cuando dispone al azar la delirante conjunción de iconos musicales como los Gatos argentinos del Beat No 1, los adolescentes mexicanos del Teen Tops de 1958; los Beatles y teléfonos que se oponen a un tiempo que a su vez hunde o levanta la memoria que pesa sobre todos ellos

 

Lo más gratificante de esta exposición de fotografías de Jason Galárraga es que en el interior de estas flores que podemos ver también en blanco y negro, es decir, privadas de su color, desnudas, anónimas, bullen y se agitan en ellas colores nunca vistos por el ojo humano porque los vemos con absoluta nitidez en la memoria de lo que ellas fueron antes de la fotografía, es decir, en la interioridad de nuestro pensamiento.

 

Rodolfo Izaguirre

 


Imágenes de la Exposición
Jason Galarraga

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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