Descripción de la Exposición Muchos niños hacen un hombre. Ésta seria una descripción oportuna para definir la personalidad creativa del artista. Al menos de los pocos artistas heroicos que como Luis Silva aún conservan hoy en día, con las dificultades que eso soporta, la capacidad infantil de pasmarse. Esta facultad requiere que uno siga jugando incansablemente; sin desaliento. Que aplique todas sus potencias, nervios e impulsos en distraerse y distraer, en ejercitar todas y cada una de las actividades de la vida como una amalgama de pasiones y deseos. Además, con esta práctica desenfrenada del juego, también se combate el tedio y la moda. Ya se sabe que para combatir el aburrimiento unos utilizan a dios y otros el amor, por poner dos ejemplos manoseados. Luis Silva ha elegido la metralleta de la estética para aburrirse lo justo. La moda también es un enemigo a combatir. La moda consiste en transformar los objetos, y las representaciones de estos en elementos prescindibles con la mayor rapidez posible para poder pasar a otros enseguida. Pues a Luis no le da la gana: utiliza y reutiliza las representaciones y los objetos ya existentes a su antojo. Todos los elementos artísticos ya esta presentes, solo necesita cambiar su sentido y componerlos como le apetezca (su deseo; su juego). Su obra es un perpetuo collage, sempiterno détournament. Y no solo su obra. Luis Silva ha tratado siempre de ser fiel al sentido que para él tiene el arte: que no es otro que negarlo como esfera apartada de la vida. Lo que el espectador ve en sus cuadros no es una parte separada de la vida, no es un simulacro. Esto conlleva un nuevo juego: el desprecio absoluto por la ética capitalista por el trabajo asalariado. Gracias a este menosprecio, Luis cuenta con la disponibilidad para perpetuar cualquier fechoría como las que pueden contemplarse en esta exposición.