Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- EL PROYECTO Este proyecto arranca de una reflexión sobre lo natural y lo artificial que, a lo largo de la historia, se solapa como dos aspectos complementarios que conforman el entorno en el que habitamos. Corintia invita a la reflexión sobre las estructuras simples de la naturaleza, a la vez que ofrece también una reflexión sobre las estructuras constructivas realizadas por el ser humano. Como la misma autora afirma en el catálogo de la exposición: Esta colección intenta describir formas primigenias del arte creadas por la naturaleza, en un viaje del revés o de retorno, natura artem fingit; (...). Formas realizadas con la ley del mínimo esfuerzo, simplicidad, geometría, sencillez y profusión de detalles, renacimiento y barroco. Es a partir de este bucle sin principio ni fin, como la artista comienza a trabajar en la serie fotográfica que ahora muestra, reunida bajo el título Corintia, en la Fundación Laxeiro, después de haber sido expuesta en 2012, en los Open atelliers de Westelijke, Eilanden, en Amsterdam. El propio título de la exposición, Corintia, es una llamada a toda la tradición artística occidental que, desde la antigüedad, frecuentemente busca en la naturaleza los modelos arquetípicos de la belleza. El número áureo, formulado ya por Euclides hace 2.300 años, existente en ciertas formas naturales, se instaura, ya en la Grecia clásica, como uno de los patrones de belleza universales. El montaje ha sido resuelto disponiendo las fotografías, impresas sobre papel, en los paños del espacio expositivo, sin marco, directamente colgadas sobre la pared, acentuando así la delicadeza de las imágenes que se nos presentan como flores y plantas muy ampliadas, con respecto a su tamaño real, en una visión de conjunto en la que contrasta la rotundidad de cada imagen, con la ligereza del soporte y su forma de ser mostradas. LA OBRA La visión constructiva de la realidad y la autogeneración de estructuras naturales encuentra en las plantas una belleza espontánea, sencilla y, al tiempo, sofisticada. Una belleza en la que lo accesorio no tiene cabida, a pesar de lo caprichoso que a veces parece el resultado. Se da en estas formas un encuentro entre belleza y necesidad que el hombre ha imitado a lo largo de la historia del arte y que la artista propone a la inversa, como una imitación que la naturaleza hace del arte. Un juego conceptual que tiene que ver con una idealización de la naturaleza a través de la geometría, un rescate del caos natural mediante el aislamiento de cada uno de los motivos de sus fotografías, siguiendo las pautas que los artistas del Renacimiento utilizaron para imitar la naturaleza. Contemplando esta obra, es inevitable recordar al artista alemán Karl Blossfeldt que, en su libro titulado Las formas originales del arte, publicado en 1928, capturaba fotográficamente imágenes de motivos vegetales para explicar a sus alumnos ciertas estructuras básicas empleadas en el arte y el diseño. Una publicación que pronto trascendió el ámbito académico para convertirse en una referencia indiscutible de la estética contemporánea. Elena Lapeña recoge este testigo, ahora con una intención totalmente artística, y nos propone una mirada lenta, pausada, una mirada contemplativa, no exenta de melancolía y llena de poesía, que concilia de forma magistral esa oposición entre arte y naturaleza, mediante recursos totalmente racionales, como la búsqueda de la simetría o la tensión compositivas, el aislamiento del motivo, mediante la utilización de fondos planos y la captación frontal de la imagen, para destacar elementos que tienen más que ver con el mundo de las ideas, como el pensamiento matemático, que con el aparente caos de la naturaleza. Conecta así con una tradición fotográfica que, desde Man Ray, atraviesa todo el siglo XX, consistente en la captación de las formas puras en elementos de la realidad, como bodegones y anatomías que ella, al igual que Robert Mapplethorpe en los años ochenta, lleva al mundo botánico. Conocedora de los hallazgos de autores como John Ruskin que, en su bellísimo libro titulado Las piedras de Venecia, publicado en 1853, hace una reflexión sobre la relación entre la naturaleza y la arquitectura, Elena Lapeña captura la belleza de las plantas para ponerla al servicio del pensamiento. El resultado no puede ser más afortunado. La presentación de flores y plantas que a menudo nos encontramos en nuestro entorno, adquieren en estas fotografías de Elena Lapeña una nueva entidad. La ampliación y el aislamiento nos posibilitan una contemplación nueva, un redescubrimiento de lo ya visto, que, sin duda, enriquece nuestra experiencia contemplativa. LA ARTISTA Artista polifacética, Elena Lapeña utiliza técnicas y lenguajes diversos para cada uno de sus proyectos. Pintura, vídeo, instalación y fotografía se van combinando así en su producción artística, siempre al servicio de una forma de entender el mundo a medio camino entre la realidad y la ficción. Su relación con la realidad hay que entenderla, por tanto, desde una mirada poética que nos descubre lo enigmático en aquellos aspectos de nuestra cotidianidad que frecuentemente pasan desapercibidos para la mayoría de nosotros. Es capaz de mostrarnos caminos de evasión en lo, aparentemente más insignificante de nuestro entorno. Intersticios de fuga que van conformando una visión poliédrica de las cosas, frecuentemente mucho más complejas de lo que aparentemente parecen. Trasciende así la mirada superficial, rápida y simplificadora con la que nuestro cerebro debe operar para desenvolvernos con éxito y eficacia en el mundo material y nos descubre otros caminos, quizás menos prácticos, pero, indiscutiblemente mucho más ricos. Viajera incansable, Elena Lapeña recoge objetos y experiencias en sus múltiples periplos: Alemania, Bulgaria, Gran Bretaña, Holanda, Serbia, Turquía, Canadá, Cuba, Chile, Colombia, Venezuela o Vietnam, son algunos de sus destinos de viaje, en los que la artista recopila objetos cargados de significado y experiencias que sabe procesar e incluir en su trabajo artístico sin referencias explícitas a los lugares, pero llenos de la carga emotiva y vivencial que estos viajes le proporcionan. Esta mirada poética, que a veces puede rayar en un cierto realismo mágico, se manifiesta en toda su producción, desde su obra pictórica, en trabajos como sobre el aire que se mostró en La Habana en 1998, o el calor de un cuadro en el bolsillo, de 2004, como en sus piezas audiovisuales, como Ice Ver, mostrada en 1998 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, o La taza de té está escondida en el ciprés, que se pudo ver en el Australian Video Festival, en 1989 y, por supuesto en su obra fotográfica anterior a Corintia, como la serie, Equilibristas, mostrada en Vigo, en la Galería Abel Lepina, en 1999. Merece una especial atención la obra titulada Aire de esfinge, expuesta en 2011 en la Sala X de Pontevedra, una instalación interactiva que, en tono lúdico proponía un viaje en el tiempo, mediante un ingenioso y complejo mecanismo mecánico - óptico con el que desplegaba de forma brillante, todo su potencial creativo.
Se trata de la primera exposición individual en España de esta polifacética artista madrileña.
Exposición. 17 dic de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Picasso Málaga / Málaga, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España