Pues no hace mucho, la verdad, te miraba, intentaba plasmarte, desprevenida, mientras te mecías al son donostiarra de la galerna, en la falda del Urgull.

Y tú, coqueta, te mostrabas impasible, sabiendo que tu textura era para que la admirase. Tus pétalos señalaban el contraviento, erguidos, cómo queriendo darme a conocer que no te dejarías derrotar por ese natural elemento.

Me comentaste exaltada, el porque no aprovechaba ese momento, ese segundo,para capturar ese suave tejido, esa textura, ese porte, un lucir belleza que sólo podía prender un instante de tu cámara. Te contesté que abrumada por los suaves destellos de esas texturas, no podía, bloqueada, disparar, sólo podía admirar, sentir, intentar tocar y disfrutar de toda tu belleza.

Y, me contestaste: la belleza de las texturas, las podrás contemplar siempre, ... pero sentirlas… cómo tú las estas sintiendo, ahora las tienes aquí, acógelas, dalas a descubrir, a conocer, porque este segundo que estas admirando, no lo podrás repetir. Esto son segundos de textura, conversaciones con ellas, instantes plasmados con respeto hacia todo lo que hace que la textura sea digna de contemplar. Para ellas, para mis momentos de comunicación con ellas, por ellas, mis texturas.