Descripción de la Exposición En las muestras recientes de la escultura de Ernesto Knörr, el concepto de organicidad que viene nutriendo su trabajo de madurez se había plasmado mediante la dialéctica entre dos elementos característicos: uno de ellos, de volumen dominante y aspecto macizo, asumía una función de vertebración del espacio y, en términos conceptuales, de marco o contenedor, de principio estructural, pasivo y resistente; el otro, sujeto siempre a una misma configuración en forma de prisma de menor tamaño, aparecía en aparente subordinación jerárquica respecto del primero, pero en realidad infundía en el conjunto un principio activo: dinamismo, vida, tensión y, en definitiva, contenido y sustancia. Ese diálogo, armónicamente resuelto y apoyado en un diferenciado tratamiento físico y cromático de los componentes, desplegaba un sugestivo juego de connotaciones ?estructura/argumento; tiempo/acontecimiento; escenario/accion- y, en términos de la propia actividad del escultor, materializaba un pulso felizmente irresoluto entre las fuerzas de lo constructivo y las de lo orgánico. El resultado eran piezas en las que ambos elementos convivían mostrando algo muy similar a estructuras germinadas o florecidas; excrecencias o proliferaciones que modificaban la construcción principal, incluso violentándola; pero con el tipo de violencia que puede ejercer el crecimiento en un ser vivo. En cualquier caso, la resolución de esa dialéctica se resolvía en la construcción de un equilibrio más o menos tenso, pero estacionario (lo cual constituye casi una definición clásica de la armonía y la belleza). Esa estabilidad se ha roto en la nueva serie de esculturas de Ernesto Knörr. Lo que era equilibrio cerrado en cada pieza, se revela como un equilibrio inestable desde la perspectiva de los procesos creativos, de la evolución de la poética del autor. Knörr ha escogido coherentemente el título Consecuencias para esta serie: de una parte, la obra actual es un desarrollo consecutivo (y consecuente) de la anterior; de otro construye en sí misma una secuencia que parece congelar escultóricamente diversos momentos de un mismo acontecimiento con un dinamismo procesual y un dramatismo inédito en la obra de Knörr, que tienta incluso a aproximarse a cierta narratividad. Los dos elementos de la vieja dialéctica ?estructura y prismas, continente y contenido- se mantienen, pero con una importante modificación: el contenedor ya no lo es sólo conceptualmente; se ha abierto materialmente. Ya no es un sólido cerrado mediante la soldadura, sino que se configura como un solo plano plegado que deja entrar en el juego un nuevo y relevante elemento: el vacío. La otra gran novedad, esta de índole conceptual, reside en que la relación ha dejado de ser simbiótica, tolerada, estable. La violencia ya no reside en la tensión sino que explosiona (o implosiona) según los casos, expulsando o subsumiendo los fragmentos en la estructura. Descubrimos que, de algún modo, el contenedor se abre para engullir unos prismas que se han revelado finalmente como cuerpos intrusos, elementos invasivos. Por así decir, infecciosos; y que si la estructura se distorsiona lo hace no ya presionada orgánicamente por los conglomerados de prismas, sino generando desde sí misma su propia fuerza. El principio pasivo y estructural ha dejado de ser tal, y asume una autonomía poderosamente dinámica: oprime, aplasta, desplaza y tritura ?en algún caso, da la impresión de que incluso ha llegado a digerir- al otro elemento de la antigua unidad orgánica, que en algunas piezas evidencia, invirtiendo también su rol, una suerte de resistencia desesperada. El contenedor, pues, se desquita, se defiende o se cura del contenido; y al hacerlo, transparenta con sobriedad y rigor un proceso interno de cambio. El autor hace que sea la propia obra quien elimine y metabolice uno de sus elementos constitutivos, que posiblemente haya desaparecido ya en la obra próxima, consumando la secuencia y sus consecuencias. El resultado de la una y de las otras es una escultura que, dentro de su propia poética, conquista nuevas cotas de expresividad y una forma de belleza menos clásica y más barroca, en la medida en que comunica un poderoso efecto dramático y convierte el movimiento y el desequilibrio en sus valores plásticos centrales. Knörr escenifica y objetiva con elegancia y honestidad el drama de la evolución artística ?el afán de cambio que ha de ser compatible con la autoexigencia-, nos pone por testigos de ese proceso y lo autentifica con su propia obra como garantía.
Exposición. 14 nov de 2024 - 08 dic de 2024 / Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) / Córdoba, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España