Descripción de la Exposición
La frase “Como si la manera de comenzar un viaje implicara siempre la manera de regresar” sugiere una reflexión sobre la forma en que nuestras percepciones iniciales moldean nuestro entendimiento y eventual retorno a una idea o experiencia.
La concepción del paisaje como un estado reflexivo de la horizontalidad es una característica prominente en las culturas occidentales, donde se valora la extensión de la tierra y se aprecia la amplitud y apertura de los espacios. Este enfoque refleja una conexión con la naturaleza y un sentido de libertad y expansión. En contraste, en Asia, la percepción del paisaje tiende a ser vertical, influida por la geografía y arquitectura de la región, donde montañas y rascacielos dominan la vista. Este enfoque está más orientado hacia lo sobrenatural, lo divino o lo celestial, y a menudo se asocia con conceptos de jerarquía, ascensión espiritual y trascendencia.
Estas dos concepciones del mundo evidencian diferentes formas de percibir y relacionarse con el entorno, demostrando cómo la cultura y la geografía influyen en nuestra comprensión, traducción y experiencia del paisaje. La introducción y el uso generalizado de dispositivos móviles, como los teléfonos celulares, han transformado profundamente la sociedad. Más allá de alterar la manera en que interactuamos, han modificado la composición del lenguaje visual.
Hoy somos testigos de un cambio cultural significativo y de una “invasión” en la forma de comprender la realidad. El choque entre las concepciones visuales de Oriente y Occidente respecto al paisaje pone de manifiesto las diferencias en la manera en que cada cultura percibe y representa la naturaleza circundante. En la tradición occidental, el paisaje tiende a representarse de manera realista y tridimensional, con énfasis en la perspectiva y la precisión anatómica. En contraste, en Oriente, particularmente en las tradiciones artísticas japonesa y china, se valora la simplicidad, la sugerencia y la armonía con la naturaleza en las representaciones paisajísticas. Esta divergencia refleja distintas filosofías culturales y formas de relación con el entorno natural, así como la comprensión y estructura visual del mundo.
La muestra grupal, compuesta por seis artistas, invita a reflexionar sobre este contraste cultural en la concepción del paisaje, influenciado por fenómenos contemporáneos como las redes sociales y la nueva configuración de la realidad visual. A través de sus obras, estos artistas exploran las tensiones y diálogos entre las diferentes formas de entender y representar el paisaje en un mundo globalizado y digitalmente conectado.
Adrián Gouet, artista chileno nacido en 1982, explora en su obra la complejidad de imaginar un mundo postcapitalista, utilizando estrategias visuales que combinan pintura y collage. Su obra entrelaza referencias al “Atlas Mnemosyne” de Warburg, el apocalíptico “Jardín de las Delicias” de El Bosco, y elementos de la cultura material y la historia del arte. A través de la superposición de imágenes en un montaje rizomático, Gouet invita al espectador a un ejercicio de “atención imaginativa”, donde las conexiones entre las partes, aparentemente dispares, revelan la naturaleza paradójica y caótica de nuestra existencia contemporánea, generando nuevas narrativas en cada observación.
Danilo Espinoza, destacado artista visual y académico en la Escuela de Arte UC Chile, presenta a través de su obra una profunda reflexión sobre la fragilidad de la naturaleza y su relación con la vida y la muerte, utilizando como medio principal el humo sobre papel. Espinoza explora la vida oculta y efímera de insectos y plantas, organismos que, aunque frecuentemente ignorados, son fundamentales para el equilibrio ecológico. El humo, controlado, pero también sujeto al azar, se convierte en una metáfora de la transitoriedad y la delicadeza de la existencia, recordándonos la impermanencia de todo lo natural y la necesidad de observar con atención aquello que usualmente pasa desapercibido en nuestro entorno.
Elisa Assler explora en su obra un diálogo íntimo y táctil con la tela, transformando sus imperfecciones en protagonistas visuales. Sus pinturas no se limitan a la aplicación de color sobre una superficie lisa; en cambio, Assler acoge las cicatrices, pliegues e irregularidades inherentes al material como un componente esencial de su proceso creativo. Estos elementos accidentales se convierten en un puente hacia lo inesperado, donde la interacción entre la artista y la tela permite que surjan figuras y relieves imprevisibles. Assler no busca la perfección, sino una danza con la pintura que resalte la honestidad del proceso, desafiando la limpieza y el control, para revelar una experiencia visual profundamente conectada con la textura y la corporeidad del color.
Magdalena Prado se distingue por su exploración profunda y meticulosa del papel como soporte y materia prima en su obra. A lo largo de más de nueve años, ha desarrollado una práctica artística que desafía los límites tradicionales del material, transformando el papel en un elemento vivo que revela su propia textura y luz a través de procesos como el desbastado y la superposición. Prado utiliza gestos precisos, como la remoción y degradación del papel, para crear instalaciones que invitan a una meditación sobre la materialidad y el acto de creación. Su trabajo se caracteriza por una interacción íntima entre cuerpo y materia, donde la artista se enfrenta a sí misma y a su medio en un proceso continuo de autodescubrimiento y experimentación.
Rolando Cisternas, artista visual y dibujante de Talca, ha desarrollado una obra que explora la relación entre el tiempo, la naturaleza y la materia a través de su dominio del dibujo y la experimentación con múltiples soportes. Su trabajo evoca paisajes desolados y atmósferas atemporales, como si la naturaleza hubiera recuperado territorios abandonados por la humanidad, dejándolos al capricho del caos temporal. A través de trazos vigorosos y técnicas diversas, Cisternas crea imágenes que parecen ser huellas arqueológicas de un mundo en transformación, explorando la inestabilidad de los materiales y la fugacidad del tiempo. Sus obras, a menudo multidisciplinarias, juegan con la posibilidad de la desaparición y la mutación, ofreciendo una visión poética y crítica de un mundo que se desvanece y se redefine constantemente.
Verónica González, artista chilena con formación en Bellas Artes y Estética, ha desarrollado una obra profundamente influenciada por la naturaleza, integrando elementos botánicos y orgánicos en su trabajo. A lo largo de su carrera, ha buscado constantemente renovar su lenguaje visual, evitando la repetición y desafiando la comodidad de lo familiar. Inspirada por los paisajes de Chile y Colombia, su obra celebra los patrones recurrentes de la naturaleza, como espirales y secuencias repetitivas, utilizando materiales como seda y papel para crear formas etéreas y aparentemente ingrávidas. Cada pieza es única, reflejando la singularidad de la naturaleza misma, y busca conectar emocionalmente con el espectador a través de paisajes botánicos y serenos.
Exposición. 13 dic de 2024 - 04 may de 2025 / CAAC - Centro Andaluz de Arte Contemporáneo / Sevilla, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España