Descripción de la Exposición Como es pintor gijonés, y muy gijonés, y como además cumple puntualmente en sus exposiciones con esta galería en la que comparte inquietudes artísticas, charla y amistad, la mayoría de los aficionados que visiten la última muestra de sus pinturas ya saben que José Arias, el de los 'vertidos', no pinta con pincel. Tampoco lo hace con espátula ni directamente con las manos, máxima y enfática manifestación del expresionismo más directo y dramático. Conviene sin embargo que hagamos referencia con alguna precisión al procedimiento, no solo por aquellos que lo desconozcan sino, sobre todo, porque en la técnica reside a menudo mucha de la inspiración de los artistas, como ya Cezanne aseguraba, y también del equipaje filosófico, el concepto creativo de la obra, lo que resulta en este caso especialmente relevante. José Arias pinta con una jeringuilla; con ella vierte sobre una chapa de madera la pintura -acrílico y agua en la cantidad y con la densidad que desea- para luego, con un balanceo sutil y sabio, propiciar un movimiento oscilatorio del futuro cuadro por el cual esa materia vertida se va acomodando poco a poco a lo largo y lo ancho de la superficie, expandiéndose, para, en complicidad con las vetas de la madera, el azar y otros accidentes, invitar a la imaginación a concretar la forma. Podría decirse d esta original manera de pintar aquello que escribió sobre su propia obra Qiu Shihua. Pintor chino contemporáneo a quien se ha emparentado con Turner, Friedrich y Gerhard Richter: 'Cuando pinto no pienso en la composición ni en la temática. Persigo el ritmo del espíritu acompañando a la materia, dejando que el alma viaje por las obras igual que la sombra del pensamiento'. Podría decirse, sí, pero solo en parte porque en la singular técnica de nuestro artista, que puede evocar el ensimismamiento del monje zen en su jardín de arena o la paciente criba en el cedazo, en ese perseguir el ritmo del espíritu acompañando a la materia, José Arias sí que piensa en la composición y en la temática. Porque precisamente el espíritu que no solo acompaña sino que anima la materia nace de una profunda empatía con la naturaleza que vive con intensidad, como artista y como hombre. Aspire no ya a partir de ella sino, en identificación sensible, a ser como ella. Aquel grito de Pollock: 'Yo soy la naturaleza'. Y por eso la personal versión de la 'action painting' que ha inventado le conduce a la recreación subjetiva del paisaje por la vía misteriosa del arte. Y, así, esos paisajes, o esas naturalezas muertas que también pinta, y que son tanto juego visual como meditación y expresión plástica de un estado de libertad, se van configurando con el fluir de la pintura extendida, imágenes nacidas en una superficie incógnita aunque no pasiva porque aporta calidades y sugerencias y tiene vida propia. Una gota de agua depositada en un punto en un momento dado, las grietas de un craquelado al secar, un reguero que aparece y se va extendiendo, un movimiento de muñeca, y de la materia amorfa, de la abstracción nace milagrosamente un árbol, el cauce de un río, un campo, una pera o una ola. El mar sobre todo, al que José Arias tanto ha amado siempre, antes incluso de saber que su pintura iba a convertirse en sugestiva metáfora de las mareas, vertido extendido siguiendo el curso de un designio superior, sea de la luna o del arte. Poniendo el azar al servicio de su pintura, realiza José Arias estas obras en las que el tiempo y el espacio colaboran y se solapan, que vienen a ser seductora esencia del paisaje y tienen una rara condición, fría y melancólica, que nos habla de espiritualidad, soledad y silencio y nos remite a las tradiciones del romanticismo nórdico. Pero son sobre todo expresión de la experiencia vital del artista y, dentro de ella, de su identificación con la naturaleza.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España