Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Detrás de las realidades objetivas que ofrecen sentido al mundo se esconden las visiones particulares de los hombres. La misión del arte es rescatar estos pequeños microcosmos, dar cabida a lo que hay de profundo e incomprensible en la existencia de cada uno. Para ello nos servimos del lenguaje de los símbolos, en los que el ser humano se apoya desde tiempos inmemoriales para iluminar una minúscula porción de oscuridad. La expresión pictórica de Adolfo P. Suárez (Gijón 1976) es una de estas realidades demasiado particulares como para pasar desapercibidas ante la gran masa. Este pintor autodidacta ha encontrado sus propios símbolos en la representación de ciudades nocturnas compuestas de edificios abombados, edificios borrachos, como dicen algunos de sus admiradores, donde el espacio urbano queda abierto a la imaginación, expuesto a que cualquier cosa ocurra a cada instante. Uno de sus protagonistas fundamentales es la ausencia de lo humano como figura animada, reduciendo el espacio a un simple escenario, una naturaleza muerta que cobra sentimentalismo precisamente por aquello que le falta. El otro es la geometría, trasunto de lo humano, donde se albergan fuertes contradicciones, como si fuera un ejercicio de contención, una lucha entre equilibrio y desequilibrio, donde no se sabe muy bien quién fundamenta a quién a la hora de buscar una armonía. Su técnica es simple: cúter, cartón y óleo, instrumentos cuya combinación dan como resultado un relieve iluminado por pequeñas luces que se esconden detrás de las farolas, o de alguna ventana trasnochadora donde podría ocultarse un noctámbulo empedernido. Este pintor en auge, que va a contracorriente de las crisis, inició su carrera en las calles de París, Londres y Madrid, por donde erraba como un vagabundo, fumando las colillas que encontraba, presa de una única obsesión: buscar el callejón perfecto y el edificio adecuado para dar salida a todo ese laberinto urbano que esconde en su interior. De corte expresionista, aunque alejado de todo academicismo, dice admirar a Paul Delvaux y no inspirarse de forma consciente en nadie. Su obra surge del interior, fruto de una dolorosa transpiración, como él mismo confiesa. Como resultado de su magnífico trabajo tiene ya en su haber un amplio currículum, donde se incluyen dos exposiciones internacionales, como en el Consejo de Europa, en Estrasburgo, en el año 2005. Hoy por hoy aún podemos encontrar algunos de sus cartones en «El arte de lo imposible» (Gijón), una galería atrevida y dinámica, dispuesta a dar una oportunidad a estos futuros talentos Asturianos.
Mitómano empedernido, amante infiel del cine francés, nos propone en esta exposición un recorrido muy personal por las grandes figuras de esta cinematografía, representándolas por el edificio parisino que le ha recordado a cada una de ellas.
Exposición. 31 oct de 2024 - 09 feb de 2025 / Artium - Centro Museo Vasco de Arte Contemporáneo / Vitoria-Gasteiz, Álava, España