Descripción de la Exposición
El arte es, debe de ser, una llama viva
(J.L. Romeral)
Su pincelada es larga, fuerte, firme. No importa el formato grande o pequeño de sus cuadros, para hacerlo. La pintora
necesita espacio pictórico para su obra, para expresar con bravura sus composiciones siempre en tensión entre lo
figurativo y lo abstracto. Son las formas las que se abren, unas veces florales y otras abisales hacia un mundo de agua.
El espectador mira, contempla y decide en su interpretación. Pintura de pigmento, entre la forma y el gesto. Caligrafía
artística singular, personal, con señas de identidad propias. Pintura cromática, intensa, con apariencia alegre, pero al
mismo tiempo con cargas de profundidad. Una catarsis.
Blanca Camuñas (Madrid, 1957) residió en su juventud en Valencia, en el Levante español donde hay sol y luz, donde
laten maestros de altura como Joaquín Sorolla o Ignacio Pinazo. La pintora sigue el cordón umbilical de la Historia del
Arte, que nos viene desde las cuevas de Altamira y Lascaux hasta Matisse o el Grupo COBRA, las vanguardias históricas
o radicales de los años 20 y 60 respectivamente, que están más cerca, desde aquellos primitivos orígenes en el arte.
Somos hijos de una cultura que se va pasando el testigo, en este caso del arte visual, del arte pictórico; somos
seguidores de una tradición que nos da herramientas e insufla conocimientos para seguir adelante.
La pintora da una vuelta de tuerca en el tiempo a su pintura y surge su mundo floral o frutal, su bestiario particular,
que aflora con determinada vibración óptica. Un cromatismo que envuelve. Un gesto que asombra.
Pintura, collage, diseño… han sido actividades de esta pintora cosmopolita, atenta siempre a la naturaleza y a la
modernidad en el arte. El lienzo, la tabla o el papel son para ella soportes de su geografía artística, un campo donde
plasmar la creatividad de sus visiones y su impulso creativo. El pigmento es el medio que le lleva a plasmar flores,
floreros, hojas, limones, naranjas, granadas, peces… su vocabulario icónico más frecuente. Rojos -en su infinita gama
de rosa, fucsia, salmón- amarillos, blancos o verdes se dan la mano. Hasta el negro le funciona como color, como
subrayado potente, y no como negatividad cromática.
Pintura cremosa, resaltada a veces por el barniz final. Pintura gozosa, en suma, que nos traslada el concepto, el
pensamiento creativo de la autora afincada ahora en Madrid, tras una vida cosmopolita y viajera. Una pintura que
viene a ser un continuum, como si la artista visual pintara siempre el mismo cuadro, fragmentado en las secuencias
de cada obra.
Una pintura cromática, matissiana, retiniana, que se dice en la crítica de arte, porque atrapa las retinas del
espectador con el color. Un arte que se insinúa a veces en campo espacial por su abstracción. Una pintura que nos
seduce por el color y la administración particular del mismo, a través de una pincelada brava, fuerte, prolongada y
firme.
Blanca Camuñas, una pintora segura de su trabajo, de su arte, sabe cautivar el ojo de quien contempla sus cuadros.
El arte como explosión de vida y de verdad, como señalara con buen tino el escritor Fernando Arrabal.
Julia Sáez-Angulo
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte. AICA/Spain
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España