Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- La obra de arte constituye una expedición que, a menudo, nos conduce nuevamente a lugares atravesados con anterioridad, y cuyo recuerdo advertimos como olvidado. Ese recorrido por territorios abandonados puede dirigirnos hasta lo inhóspito, en un tiempo en el que incluso llega a sentirse nostalgia de lo oxidado, añoranza de ese amargor que rodea lo que antes era un sabor natural. Es bajo la rememoración de un pasado de repente reencontrado como Domingo Campillo explora los caminos de la verdad con la difícil ponderación de todas sus variables, a través de un conjunto de imágenes fotográficas donde la evidencia es de naturaleza diversa. El principal interés de esta serie reside en marcar las relaciones entre la investigación fotográfica y las posibilidades pseudo-matéricas del espacio bidimensional. De este modo, el reencuentro con el paisaje minero le permite diseccionar el proceso de integración formal presente en aquella realidad natural, jugando permanentemente con la duda que genera la apariencia representada. Resulta evidente entonces señalar el recurso de la atávica fusión tierra-agua como el hilo argumental sobre el que recae la atención de su autor. Sin embargo, cada imagen con su correspondiente encuadre y tratamiento lumínico, es capaz por sí misma de generar la incertidumbre acerca de la verdadera naturaleza de lo captado a través del objetivo fotográfico. Andrei Tarkovski definió la «zona» como la vida que el hombre debe atravesar y en la que sucumbe o aguanta, dependiendo su resistencia tan sólo de la conciencia que tenga de su propio valor, de su capacidad de distinguir lo sustancial de lo accidental. Pero también de resolver el dilema de la duda entre verdad y artificio. Ese enfrentamiento entre lo real y lo aparente, entre la verdad y nuestra memoria, permite descubrir a Domingo Campillo vestigios inverosímiles, cuya equívoca identidad es adquirida como consecuencia de nuestra voluntad imaginativa. Son las reliquias de paisajes sin horizonte tallados por el eterno discurrir del tiempo; orillas modeladas por la permanente interacción entre los elementos vitales, y sobre los cuales inevitablemente incorporamos nuestras propias huellas. Las referencias espaciales son así sustituidas por ejes vertebrales fosilizados que recorren longitudinalmente las imágenes, como visiones cósmicas. La explotación minera de carácter intensivo aplicada sobre estas tierras de esterilidad volcánica ha eliminado su protección natural, dejándolas inermes a la acción erosiva del agua y generando universos atormentados. Supone, por tanto, el triunfo de la naturaleza expresado en el ciclo hidrológico, esencial y unitario. Es bajo esta premisa irrefutable como se expresa una metáfora vital donde la dureza de la roca queda vencida, abierta y descarnada, por el insistente fluir líquido; y donde la linfa primigenia adquiere el tinte de sangre venosa por el mineral que arrastra. Suelos yermos construidos a la vez por la naturaleza y el sufrimiento humano, cuya interacción ha contribuido al modelado de este paisaje singular, evocando en su desnudez la tenacidad de la vida y el duelo constante del mundo biológico contra la materia inorgánica. Una tierra herida por el hombre que, paradójicamente, se halla ya ausente tras agotar su aprovechamiento material. Escenario que enfatiza la apariencia desolada de un espacio dominado por la tensión entre el universo mineral y la dinámica hídrica. Esas aguas ácidas se precipitan hasta cobrar vida, arando el terreno y haciendo aflorar las excrecencias metálicas. La visión de Domingo Campillo investiga además sobre las transformaciones lumínicas que, intangibles, forman parte de su percepción como artista, fijando la belleza fugitiva de un tiempo eterno. Prendimiento instantáneo que se traduce en un tejido de luz, forma y color, que forma parte de ese microsegundo en el tiempo geológico. La inflexión solar sobre las masas rocosas acrecienta relieves que proyectan sombras siderales, percibidas desde una distancia aparentemente atmosférica. Sin embargo, sus efectos reflejan tonalidades cálidas, rojizas y anaranjadas, puesto que en realidad sólo marcan la lejanía precisa del reencuentro.
Colmenas & Contrastes de Pepe Morán y El juicio de la duda de Domingo Campillo. Con la exposición de estos dos artistas la Galería Cristóbal Bejarano participa en la I Bienal de Fotografía y Artes Audiovisuales de Jaén. FotoJaén 2009.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España