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Exposición / Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert (IAC) - Casa Bardin / San Fernando, 44 / Alicante, España
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Cuándo:
14 may de 2013 - 25 jun de 2013

Inauguración:
14 may de 2013

Comisariada por:
Jordi Navas

Organizada por:
Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert (IAC) - Casa Bardin

Artistas participantes:
Javier Romero Vera

       


Descripción de la Exposición

Arte en la Casa Bardin. VIII

 

Esta iniciativa parte de la apuesta del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert por la cultura y el arte. Su Departamento de Arte y Comunicación Visual Eusebio Sempere la promueve y organiza, y para ello cuenta con una nutrida Comisión Asesora formada por artistas, críticos de arte, profesores, diseñadores y gestores que no escatima ideas a la hora de generar propuestas, diálogo y debate. Arte en la Casa Bardín tuvo como fecha de partida el martes 22 de mayo de 2012 con la inauguración de la exposición individual Coroinflables, de Juan Fuster. A ello se sumó el encuentro-conversación entre el artista y la crítica de arte Natalia Molinos, así como las visitas guiadas (con la hoja explicativa de la técnica del coroinflable) que completaron la experiencia. La segunda muestra individual se inauguró el 17 de julio con el título de Anatomía del alma, de Orfeo Soler, artista que formó tándem con el crítico de arte Paco Linares. Dicha muestra aportó, más de un momento de reflexión y de descubrimiento de los conceptos, y los lenguajes del arte. Orfeo Soler intervino en el diálogo con el comisario y dibujó, ante setenta personas, en la sala de la Casa Bardín, una obra viva y memorable. El dibujo es el lugar del arte y así, línea a línea, sombra a sombra, explicó ese lenguaje del clasicismo renacentista, del manierismo barroco y sus posteriores recreaciones para 'deshaciendo' la obra, plasmar el concepto actual del mismo en su pintura.

 

En el tercer proyecto expositivo titulado Ante los espacios vacíos contamos con Jesús Rivera, artista de una sólida e importante trayectoria creativa, y con Enric Mira, comisario, crítico de arte y destacado investigador en el tema de la fotografía. Se trata de una propuesta artística coherente, meditada y una cuidada selección de las imágenes fotográficas en su contexto artístico e igualmente en su disposición en la muestra.

 

Además de explicadas con detalle en las visitas comentadas a la exposición y en el encuentro artista/ comisario. En la misma línea se ha desarrollado la cuarta muestra de Arte en la Casa Bardin comisariada por José Luis Martínez Meseguer que compendia una selección de obras del proyecto artístico Mapas invisibles de Antonio Barea determinado por un conjunto de piezas creadas para desvelar más de una idea visible y fundada en el mapa, el paisaje, el territorio y los datos de sus cartografías. El quinto proyecto Homo ludens, desarrollado por la comisaria Ana Alarcón y la artista Rosana Antolí, ha contado con una interesante y pensada muestra de dibujos, instalación y video, cerró el ciclo en el 2012 y abrió al siguiente.

 

La muestra de Rafael Hernández contenía La pintura como investigación lingüística y terapéutica a través de una sustantiva selección de dibujos de la que se ocupa y escribe la comisaria y crítica de arte Isabel Tejeda, a lo que se añadía un articulado video de algunas de sus intervenciones pictóricas en el cubo blanco de otra sala. Carlos García Peláez, en Descansa todo lo que necesites, sin pena ni gloria, ha aportado su particular lectura en unas obras que se cimientan, día a día, sobre un sinfín de preguntas acerca de la realidad del mundo hoy globalizado y también sobre diversos referentes del arte de la contemporaneidad, que su comisaria, Begoña Martínez, comenta en la hoja de sala y desarrolla en el catálogo de la intervención. Javier Romero nos acerca a su mundo creativo que parte de la experiencia, la reflexión y que determina uno de los temas que sugiere en sus dibujos, fotografías e instalaciones. Por su parte, Jordi Navas le presenta de esa forma clara y sustantiva de quien ha analizado, ha profundizado y se ha emocionado con la obra del artista.

 

Juana María Balsalobre

Directora del Departamento de Arte y Comunicación Visual 'Eusebio Sempere'

 

 

Código Compartido

 

Javier Romero se expresa con una voz cadenciosa y trémula. Sus ideas se van desplegando en los oídos del interlocutor como hilos muy leves, puntadas en las que se entrecruzan la memoria personal, el conocimiento de los referentes artísticos, la búsqueda de la experiencia y una aguda conciencia reflexiva de su propia obra.

 

De este modo, con aparente indiferencia y sin alardes formales o conceptuales, este artista, capaz de prescindir de las cartelas y hasta del título en sus exposiciones, va tejiendo desde el lenguaje una malla tan sutil y heterogénea como los trazos de lápiz y alambre que se confunden en alguna de sus esculturas.

 

El juego consiste en envolver al espectador de la obra con sugerencias casi imperceptibles. La memoria familiar se congela a través de unos paisajes exteriores proyectados en las estancias del hogar a punto de ser demolido (Crepúsculo). Dibujos con una estética significante propia del grabado se difuminan mediante un borrado gestual, como si un golpe de mar arrastrara a su paso toda la carga histórica y sentimental de la tradición representativa del arte occidental.

 

Morandi paga un alto precio por la apropiación de sus silencios. Una capa de grafito vela la luz de sus cuadros y traiciona el misterio del color (Still lifes). La arquitectura se convierte en territorio explorado por el arte a través de los tejados (Collage Roofs) que el arquitecto alicantino Francisco Fajardo diseñó para su proyecto de viviendas en Ciudad Jardín.

 

De nuevo, la imagen coloniza una arquitectura. En esta ocasión las fotografías de jardines anónimos sirven de materia prima para formalizar geometrías ajenas y el fruto de esta meticulosa alquimia entre fotografía y arquitectura deviene en hallazgo pictórico.

 

Apropiación, deslizamiento de sentido, solapamiento de planos de significación. Recursos que renuncian a la comunicación explícita y abordan una pléyade de vías de revelación para que la mirada sólo atisbe. Nada de deslumbramientos innecesarios.

 

Las series que confluyen en esta exposición para el proyecto Arte en la Casa Bardín representan un apunte de los trabajos que Javier Romero viene desarrollando en The Elizabeth Foundation of Arts de Nueva York, donde el artista alicantino tiene su estudio. Esta institución desarrolla un programa pionero en Estados Unidos. Se trata de Open Studios, una iniciativa que permite el contacto directo de público y galeristas con el entorno de los creadores. Más de tres mil personas pasan al año por el estudio de Romero y del resto de artistas vinculados a la institución, lo que confiere a estas obras un ámbito de difusión internacional que llega ahora hasta Alicante.

 

La más antigua de las series, Crepúsculo, enlaza con la exposición realizada en 2007 en la galería Evelyn Botella y tiende un puente entre el discurso que Romero fue urdiendo durante su etapa anterior. Un periodo en el que el artista compaginó su labor creativa con el trabajo como técnico de la Fundación de la Universidad de Alicante. Por aquellos años, su investigación transitaba por los territorios de la memoria, con un constante ir y venir a través de lenguajes y recursos expresivos. La pérdida, la ausencia o el silencio constituían los ejes de un itinerario plástico con parada en las exposiciones que, a principios y mediados de la pasada década, protagonizó en las galerías Aural y Evelyn Botella y en el Centre Municipal d'Exposicions d'Elx.

 

El mito de Cipariso, convertido en ciprés tras matar por equivocación al ciervo favorito de Apolo, ocupaba por aquel entonces un lugar central en el relato artístico y las formas de aprehensión del motivo introducían un abanico de dispositivos formales, que iban de la fotografía manipulada (cipreses de la Toscana) hasta las proyecciones o la instalación objetual.

 

De esa etapa, sobreviven las obsesiones, la prolífica búsqueda expresiva, el dominio del lenguaje artístico y la persistente querencia exploratoria hacia la memoria, tan frágil y tan relevante a la vez. Por el camino se han ido quedando los argumentos narrativos que se imponían a la idea y forzaban una cohesión conceptual, a la que el artista ha decidido renunciar. Las series actuales son más abstractas y esquemáticas. La obra se ha ido desnudando para quedarse en meros perfiles insinuantes, que se ofrecen a modo de delgadas pasarelas para liberar al arte de la retórica comunicativa y al espectador del incómodo papel de destinatario. Gana el artista capacidad de experimentación, gana la obra autonomía, gana, en definitiva, el ojo atento.

 

El título de esta exposición, Código compartido, responde a esta búsqueda de un itinerario libre a disposición del viajero dispuesto a adentrarse en la ruta que se propone. La urdimbre expositiva puede desorientar o guiar por diferentes caminos. No hay certezas. Cada uno dispone de un equipaje que ojalá no se pierda en el camino. Solo resta disfrutar del vuelo.

 

Jordi Navas. Comisario de la exposición.

 


Imágenes de la Exposición
Javier Romero, s.t., 2006-07

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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