Vuelve Lino Silva a exponer en la Galería Borrón 4, una selección de su obra más reciente.

Su primera exposición en el año 1999, ANIMA MEA, fue una muestra recopilatoria de las pinturas negras que Lino empieza a componer a finales de los años setenta y se prolonga a lo largo de los ochenta. Obra de marcado carácter expresionista, que permanecía dormida en el desván de su taller.

Claroscuros es, una década después, una muestra de su obra más reciente, pero íntimamente conectada en el lenguaje y postulados pictóricos a su obra de fin de siglo. Es la continuación lógica de la evolución de los principios existenciales y artísticos de su época creativa más personal. Cuando el artista fija y delimita su universo: ... El mundo de Lino.

La figura humana vuelve a ocupar todo el espacio. No hace falta paisaje que acompañe o sitúe a los personajes, llega con una ligera atmósfera que los envuelva. Pero lo que sí ha cambiado es la actitud del imaginario, si antes aparecían como seres grotescos, atormentados y solitarios; ahora se han hecho más sociales, quizás un poco más felices pero siguen siendo igualmente grotescos. Son grupos de gente que está reunida y participando de alguna acción que al espectador se le oculta. Ya sean fiestas dionisíacas, conciliábulos, aquelarres, celebraciones carnavalescas o una simple reunión de amigos.

Lino, ha conseguido despojar al ser humano de todo caparazón, lo ha desnudado al fin. Los cuerpos siguen cubiertos. Las apariencias se desvanecen y el personaje, ya convertido en símbolo, sale a la luz, se desnuda sin pudor alguno y se manifiesta en su más íntima esencia ante el espectador que lo contempla.