Descripción de la Exposición Coincidiendo con el décimo aniversario de la inauguración en Medina del Campo del Museo de las Ferias, la Fundación de este nombre y la Diputación de Valladolid han organizando la exposición «Civitates. Ciudades y comercio en la Europa de los siglos XVI y XVII», en la que se quiere reunir junto a las vistas panorámicas de una veintena de ciudades españolas y europeas procedentes de la célebre obra cartográfica Civitates Orbis Terrarum (Colonia, 1572-1617), medio centenar de obras histórico artísticas, artesanales, bibliográficas y documentales conservadas en la provincia de Valladolid, todas ellas ligadas por su procedencia o relación particular con cada uno de los principales centros comerciales seleccionados, teniendo como telón de fondo las grandes ferias mercantiles y financieras de Medina del Campo de aquella época. Es bien conocido que los encuentros feriales de esta localidad vallisoletana habían alcanzado una proyección internacional muchas décadas antes de que el canónigo alemán Georg Braun impulsara la edición del Civitates en su Colonia natal. Prueba de que dicha repercusión era ya notoria en el segundo cuarto del siglo XV es el modo en que el viajero cordobés Pero Tafur se refiere a dichas ferias en su obra Andanças é Viaje... por diversas partes del mundo (1436-1439), cuando las compara con las de Amberes, Génova o Frankfurt: «Non sé como podiese escrevir un fecho tan grande como éste desta feria desta çibdad (se refiere a Amberes); e bien que yo e visto otras, ansí como la de Genova, que es en el ducado de Saboya, é la de Francafordia, que es en Alemania, ó la de Medina, que es en Castilla, más á mi paresce que todas éstas non son tanto como aquella una». La extraordinaria pujanza que habían alcanzado estos encuentros mercantiles se basaba, de una parte, en su consideración como «Ferias Generales del Reyno» y su conversión en ferias de pagos a finales del siglo XV por deseo expreso de los Reyes Católicos; de otra, en el incondicional apoyo mostrado por los grandes comerciantes internacionales, cuya participación efectiva se hacía a través de los hombres de negocios burgaleses, los más poderosos de la Castilla de entonces. La influencia de estos últimos va a generar la activa intervención de los agentes y consignatarios más importantes del momento -fundamentalmente los procedentes de los focos flamenco e italiano-, y con ellos van a llegar las novedosas prácticas financieras que posibilitarán el comercio a gran escala. Se tenía, de este modo, garantizada la llegada de mercaderías, capitales e instrumentos cambiarios, todos ellos elementos imprescindibles en cualquier actividad comercial de cierta entidad desde zonas muy alejadas. En este mismo sentido, cabe recordar también que gracias a la concatenación temporal de las ferias castellanas de Medina con las flamencas de Brabante y luego con las francesas de Lyon, podían realizarse sin excesivas demoras, ágiles transacciones mercantiles y dinerarias con las más importantes ciudades mercantiles de la época: Lisboa en Portugal, Londres en Inglaterra, Nuremberg en Alemania; Brujas, Malinas y Amberes en Flandes; Florencia, Génova, Venecia y Milán en Italia; Lyon, Nantes y Besançon en Francia; o Madrid, Burgos, Toledo, Sevilla, Barcelona, Valencia y Valladolid en España. En definitiva, estamos nombrando una serie de grandes ciudades españolas y europeas que, en muchos casos, tienen su primera imagen urbana general recogida en el álbum de vistas de ciudades objeto de la presente exposición: el Civitates Orbis Terrarum. Esta ingente obra, comúnmente conocida como el Civitates, es sin duda el más completo elenco de vistas panorámicas, planos y comentarios textuales de ciudades de todo el mundo publicado durante la Edad Moderna. Fue realizado por un amplísimo plantel de informantes, dibujantes y colaboradores que formaron un equipo de trabajo encabezado por el canónigo de la catedral de Colonia Georg Braun (1541-1622), principal impulsor y coordinador general del proyecto. Los dibujos originales fueron realizados por varios autores entre los que cabe destacar a Joris Hoefnagel, artista que recorrió numerosos países para componer sus vistas; el grabador Franz Hogenberg fue el encargado de realizar la mayoría de las planchas para la estampación. Los textos latinos que acompañan a las imágenes, en buena parte redactados por el propio Braun, son de carácter descriptivo y aluden a la historia, la geografía y los aspectos sociales y económicos de cada ciudad. La obra se publicó en seis volúmenes, aparecidos sucesivamente en los años 1572, 1575, 1581, 1588, 1598 y 1617, siendo reimpresa y reeditada en numerosas ocasiones en varios países, circunstancia que originó la formación de arquetipos iconográficos de las más de quinientas ciudades representadas. Éstas aparecen generalmente en el entorno que las rodea, ya sea en plano, alzado o con perspectiva de vista de pájaro; en primer término suelen mostrarse escenas cotidianas y personajes que ilustran motivos muy diversos de la vida cotidiana y económica de la población representada. Haciendo ahora un breve repaso a los contenidos de la exposición, podemos asegurar que Medina del Campo está representada por la obra artística más estrechamente ligada a sus grandes ferias: el retablo de la Virgen del Pópulo, obra anónima fechada hacia 1520, que durante siglos ha presidido la Plaza Mayor medinense desde su capilla exterior en la fachada principal de la Colegiata de San Antolín; desde este balconcillo abierto -el más antiguo de su tipología de cuantos quedan en pie- se oficiaba la «misa de los mercaderes» los días de feria. Definitivamente restaurada hace pocas fechas, esta ocasión es la primera en la que se expone tan importante pieza fuera de Medina del Campo. Asimismo se recoge un «cuento» o cotización oficial de los valores monetarios referidos a las plazas comerciales de Besançon, Lisboa, Amberes, Valencia, Florencia, Zaragoza, Barcelona y Lyon, en la feria de 1605, año en que ya es más que evidente la caída generalizada de las ferias medinenses. En torno al retablo citado se ha dispuesto una veintena de obras histórico-artísticas y documentales que muestran el variado comercio peninsular y de ultramar que estaba establecido en la «Villa de las Ferias». Como queda dicho anteriormente, las ciudades aparecen en cada caso representadas por su respectiva vista panorámica del Civitates y, junto a ellas, obras significativas de alguno de sus principales comercios. El recorrido expositivo se inicia con Valladolid, destacando su condición de importante foco de platería que queda ilustrado con dos magníficas custodias que muestran la maestría de los artífices que trabajaban en la ciudad; ambas se conservan actualmente en Museos de Arte Sacro, una en Tordesillas y la otra en Alaejos. Junto a ellas, se muestra la imagen de Nuestra Señora del Val, escultura gótica del siglo XIII que, junto con San Eloy, ha sido la patrona del gremio de los plateros de la ciudad del Pisuerga desde los tiempos medievales. La ciudad imperial de Toledo destacó, entre otras muchas facetas, por su activo mercado textil de manufacturas en damasco, seda o raso; encajes, bordados, pasamanerías, etc. que queda representado en esta ocasión con dos collarinos de bordados y sobrepuestos de terciopelo con entorchados de oro. Asimismo, se muestra un ejemplar manuscrito de las Ordenanzas de la ciudad, fechado en 1505, en el que se recoge la normativa oficial por la que se regían todos los gremios establecidos en la misma. Su conservación en el Archivo Municipal de Medina del Campo nos hace suponer que, en su momento, debieron de servir como modelo para las Ordenanzas municipales de esta villa. El grabado que recoge las ciudades de Burgos y San Sebastián nos evoca una de las principales rutas comerciales que unía los puertos del Cantábrico -Bilbao, Laredo, Santander y la propia San Sebastián-, con las ciudades y villas mercantiles castellanas. Burgos, además de ser la sede del Consulado del Mar y residencia de grandes mercaderes y cambistas, era famosa al igual que Toledo por sus manufacturas textiles. En alusión a ello se muestra una vara castellana y un documento de 1567 en el que el propio Felipe II insta al uso de «la vara de Burgos para vender y comprar las cosas». De otra parte, se hace un obligado recuerdo al más conocido de los mercaderes de las ferias de Medina: Simón Ruiz Envito, burgalés de nacimiento (era natural de Belorado) y medinense de adopción, mostrando su testamento original en su versión impresa de 1597, año de su muerte. Respecto a la ciudad donostiarra, una escultura de San Sebastián (cuyo martirio vemos en la propia panorámica a mano izquierda) fechable hacia los años cuarenta del siglo XVI, hace de embajadora de la entonces pequeña villa vasca, cuyo cercano puerto de Pasajes era uno de los más importantes muelles de carga de lana hacia la Europa atlántica y de material de hierro para el comercio interior peninsular; por esto último, se muestra una bombarda de hierro forjado procedente del medinense Castillo de la Mota -de la que tenemos constancia que se elaboró con material de esta procedencia-, fortaleza del mismo título que el bastión amurallado que en San Sebastián corona el Monte Urgull (en el grabado vemos que ya entonces estaba dotado con piezas artilleras, probablemente similares a ésta). Santander era otro de los puertos de salida o llegada de cargazones destinadas o procedentes del Mar del Norte. Este comercio marítimo lo hemos querido recordar con dos reproducciones fidedignas de navíos del momento; esto es, con dos navetas de plata del siglo XVI de idéntica concepción estética, elaboradas para la administración de incienso en las ceremonias de la Iglesia. La siguiente lámina seleccionada del Civitates recoge conjuntamente las vistas panorámicas de Barcelona y Écija. La capital catalana era, junto con Valencia, uno de los principales puertos comerciales de la costa española mediterránea. Dos preciosas arquetas amatorias de origen catalán, realizadas en estuco dorado y policromado, nos acercan a una exquisita producción de objetos suntuarios realizados en los talleres de la Ciudad Condal durante el primer cuarto del siglo XV que, por azares del destino, se conservan actualmente en la iglesia parroquial de San Román de Hornija, edificio sucesor de un antiguo priorato benedictino. Esta primera parte de la exposición culmina con obras procedentes del comercio de ultramar, que generalmente llegaban a las ferias de Medina del Campo a través de dos importantes puertos fluviales: el de Sevilla sobre el Guadalquivir y el de Lisboa sobre el Tajo. Estamos en ambos casos ante dos puntos culminantes de rutas comerciales transoceánicas conocidas como la «Carrera de Indias », el «Galeón de Manila» o la «Nao de la China ». Los grabados del Civitates que recogen las vistas generales de ambas ciudades también muestran otras como Cádiz y Málaga (en el caso de Sevilla) y Cascais (con Lisboa) que, en nuestro caso, pasamos por alto. De la citada ruta del «Galeón de Manila» se exponen dos obras de delicada factura: un Cristo hispano filipino de marfil y una arqueta japonesa de arte nambán, ambas piezas ligadas a la presencia de misioneros jesuitas en las décadas finales del siglo XVI en el lejano Oriente. Procedentes de las rutas gobernadas por los portugueses llegarían con destino a Lisboa un singular Crucificado indoportugués, también de marfil, y una refinada arqueta elaborada con láminas de nácar, originaria de los talleres artesanales del enclave indio de Gujarat. Uno de los principales focos mercantiles de la Europa central fue la ciudad alemana de Nuremberg. En ella se producían innumerables manufacturas elaboradas en bronce, hierro, latón y otros metales, que posteriormente se exportaban a todo el Continente. Una caja de caudales, dos ponderales de vasos anidados y dos platos litúrgicos elaborados en latón, son muestra más que suficiente de las cotizadas piezas artesanales fabricadas en la ciudad bávara. La exposición continúa con los espacios dedicados a las principales ciudades comerciales flamencas: Amberes, 's-Hertogenbosch, Lovaina, Malinas, Bruselas y Brujas. En recuerdo del intenso comercio artístico procedente de ciudades como Amberes o Bruselas se exponen, respectivamente: un excelente tríptico atribuido a Marcellus Coffermans, que representa a La Sagrada Familia (muy posiblemente la obra titular de uno de los oratorios de la casa del mercader cambista Simón Ruiz), y un lienzo del bruselense Jan Brueghel de Velours, procedente de los fondos del Museo Nacional Colegio de San Gregorio, que muestra una exuberante versión de Las Tentaciones de San Antonio Abad, colmada de seres monstruosos, animales fantásticos y elementos simbólicos. Las ciudades de 's-Hertogenbosch, Lovaina y Malinas aparecen unidas en una misma lámina en la edición de 1572 del Civitates, y en relación a ellas se muestran en la exposición, respectivamente: una escultura de San Juan Bautista, obra de Pedro de Bolduque (recuérdese que Bolduque - «Bosque del Duque»- es la traducción española de Bois-le-Duc, nombre francés de 's-Hertogenbosch), artista de origen flamenco cuya familia se instaló en la ferial Medina de Rioseco; dos libros impresos en Lovaina, ciudad conocida universalmente por su célebre Universidad católica que tanta influencia tuvo en el pensamiento y la cultura de la época; y varias piezas de pequeño formato originarias de Malinas -dos relieves en alabastro policromado, dos esculturas del Niño Jesús y de la Virgen con el Niño, y dos campanillas con la representación del Mito de Orfeo-, todas ellas representativas del difundidísimo arte flamenco. Las obras de esta procedencia se cierran con una docena de delicadas tiras de encaje de Brujas y otras ciudades de Flandes. Por su parte, de Italia se recogen cuatro vistas panorámicas de otras tantas ciudades con las que hubo una notable relación comercial a través de las grandes ferias. De procedencia milanesa se expone una exquisita «caja de escribir» o escritorio portátil elaborado en metales cincelados y damasquinados que ha llegado a la actualidad transformado en sagrario. En recuerdo de las activas compañías comerciales de Génova se muestran dos letras de cambio fechadas en Medina del Campo en 1495, giradas a mercaderes genoveses establecidos en Sevilla, que se han conservado en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid gracias a su condición de pruebas de un pleito. De Florencia, pueden contemplarse dos lienzos del siglo XVII que copian con maestría los personajes de la difundida escena de la Anunciación, según el fresco milagroso que preside la basílica de la Stma. Annunziata de la bella capital toscana. Relacionadas con Roma, se exponen: una cruz relicario de los primeros años del siglo XVI que evoca el importante comercio de reliquias procedente de la Ciudad Eterna, y un tablero de piedras duras de hacia 1600 que muestra el refinamiento de las ornamentaciones romanas, en unos tiempos en los que está en plena vigencia el gusto por lo antiguo, merced a las excavaciones que se hacen en las ruinas de la Antigüedad. Por último, se recogen varias ediciones de libros impresos en el siglo XVI en la ciudad francesa de Lyon, uno de los principales centros tipográficos de la época y de notable relación comercial con las imprentas y librerías enclavadas en Medina del Campo, cuyas ferias comerciales, como queda dicho, son el hilo conductor de esta exposición conmemorativa del X aniversario de la creación del Museo de las Ferias.
Formación. 08 may de 2025 - 17 may de 2025 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España