Las ciudades son contextos geográficos pero también son contextos simbólicos, están llenos de significados que nos llegan a través de sus calles, su arquitectura, la relación que fluye entre los grupos humanos,... Las ciudades son espacios simbólicos muy densos, porque son espacios de mucho intercambio de vida, de experiencias y determinan mucho la identidad de los individuos que los habitan.

Frente a los pequeños núcleos rurales, las ciudades modernas proporcionan a sus habitantes grandes posibilidades e inconvenientes y los cambios no son vividos de igual forma por todos.

Ahora pensemos en viajeros, que además son jóvenes artistas. En una ciudad nueva, olvidemos su nombre, puede ocurrir en cualquier otra. Los viajeros son de diferente procedencia, algunos añoran cosas que quizá nunca pensarían añorar. Algunos son de entornos rurales o de entornos donde hay ... un mayor equilibrio entre naturaleza y ciudad. Pensemos también en una formación de la sensibilidad que nos haya estimulado la apreciación hacia la naturaleza, como ejemplo de belleza, de equilibrio,... o bien otros campos de creación donde el criterio de belleza y equilibrio no son los relevantes.

Y ahora esos individuos, jóvenes artistas que, por razón de contexto geográfico o por razón de formación estética, con sus ideas pre-concebidas sobre la belleza, y en una ciudad nueva, se enfrentan, en esta exposición a una avalancha de preguntas: ¿qué ocurre cuando la saturación de estímulos urbanos nos supera?; ¿qué pasa cuando entra en conflicto ese mundo urbano con nuestra identidad?; ¿que pasa, por ejemplo cuando cuándo la exuberante y soberbia organización del mundo urbano entra en conflicto co una sensibilidad más sintonizada con el fluir de la vida en la naturaleza?; ¿cómo hacemos compatibles nuestra percepción sensorial de los diferentes mundos vividos?;

¿Cómo conciliamos nuestra vida sensorial y emocional en el contraste de esas estructuras de hormigón gris, con la inmensidades verdes, ocres, pardas o blancas de los diversos entornos naturales de nuestros países de origen; ¿cómo incorporamos el silencio sonoro de la naturaleza con la saturación sonora de la ciudad que a veces nos hace sordos. Tránsito, sirenas, ruidos imposibles de identificar, que forman parte ya del imaginario sensorial de muchos de nosotros con el otro imaginario sensorial del silencio sonoro de un paisaje natural, de una niebla que suavemente cae sobre una colina o de un oleaje casi inaudible de un mar lejano?.

Otro foco de dificultad y al mismo tiempo un reto para la creatividad es producir obra artística dando algún tipo de respuesta a los posibles conflictos que les surgen con la diversidad cultural que se da en las ciudades, teniendo en cuenta además de los que ellos forman parte de esa diversidad.

La ciudad, 'los sonidos de la ciudad', el título de esta exposición, es sólo una metáfora de toda esta situación compleja, que viven unos jóvenes artistas en una ciudad distinta a la los países de los que proceden.

El problema no es tanto que la ciudad sea más o menos acogedora, eso queda para otras disciplinas y otros expertos, el tema, ahora es la representación artística de la vivencia de estos artistas jóvenes. Este es el sentido de la exposición: City sounds, los sonidos de la ciudad.